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El Pony también descubre árbitros

Marlon, Dana y Esnéider, tres protagonistas a los que el Festival les da la oportunidad de comenzar a crecer.

  • Marlon Castillo tiene la misma estatura de muchos de los niños que disputan el Ponyfútbol. FOTO cortesía los paisitas
    Marlon Castillo tiene la misma estatura de muchos de los niños que disputan el Ponyfútbol. FOTO cortesía los paisitas
15 de enero de 2017
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“¡Ay! pero si es un niño el que está ahí de juez de línea”. Expresiones como estas son las más comunes que se escuchan en la tribuna al ver a Marlon David Castillo Giraldo, un chico de 13 años que da sus primeros pasos en el arbitraje del Festival Ponyfútbol.

De hecho, tiene los mismos años que varios de los jugadores de este certamen e, incluso, algunos son más altos. Pero eso no es impedimento para que pueda cumplir lo que se planteó como su sueño: llegar al arbitraje profesional.

No sabe cómo llegó ese encanto por el pito, pero sí reconoce que es un imán poderoso. En el colegio Pascual Bravo era el que impartía justicia en los juegos y, de ahí, fue escogido por Róbinson Monsalve, uno de los directivos de la Corporación Social, Arbitral y Deportiva de Antioquia (Casda). “Él me vio la madera y las ganas de arbitrar y me llamó a entrenamientos el 6 de febrero de 2015”, relata el pequeño, que también juega fútbol como volante derecho.

Sabe que comenzar a pitar a los 13 años trae muchos desafíos: tener el estado físico de alguien mayor, tener una autoridad suprema para que la estatura no sea excusa de irrespeto y, ante todo, la claridad de alguien más viejo para tener la cabeza fría. “Soy un poquito bravo, entonces a mí no me hablan duro por ser pequeño, soy de tomar medidas”.

En cuanto a lo físico, trato de estar a la altura de los de 18 años, porque hay unas pruebas que deben pasarse con mucha suficiencia”.

Este niño, que estudia en el colegio Jesús Amigo y se considera como una gran ayuda con el aseo de la casa, ya ha tenido la posibilidad de dirigir en los torneos de la Liga Antioqueña de Fútbol y es consciente de que el Ponyfútbol no solo sirve para dar los primeros pinitos para los jugadores.

“Uno aquí en este certamen tiene claro que debe educar, ellos y yo somos unos niños y la edad nos puede jugar en contra, por lo que siempre debemos aprender”.

Dana, el toque femenino

Dana Isabel Largo no contaba con los recursos económicos necesarios para sostener su estudio. Por eso, hace un año, buscó asesoría para un trabajo y encontró, en Róbinson Monsalve, un apoyo. “Él me dijo que me metiera al arbitraje que dejaba un buen dinero y ayudaba para el futuro”.

De todas maneras, sabía que la profesión se torna pesada por la cantidad de insultos que se pueden recibir por un ínfimo error. Se preparó física y sicológicamente para el reto y sueña con dirigir a manera profesional.

Piensa en combinar una Licenciatura en Preescolar y una técnica en Gestión Humana con esta profesión del juzgamiento, la cual define como maravillosa.

En el Ponyfútbol disfruta de una de sus primeras experiencias en el arbitraje y sabe que aquí no solo aprenden los niños. “Hay jugadas muy puntuales que quizás con pequeños dejas pasar, pero con los grandes debes aplicarlo con criterio”, comenta.

Esnéider desarrolla criterio

“Alguna vez el profesor Óscar Gómez -exárbitro profesional- me enseñó una excelente frase: ‘uno, del cuello para abajo, debe tener el cuerpo caliente, pero, del cuello para arriba, debe tener la cabeza fría’; y eso trato de aplicarlo”, relata Esnéider Suárez, un joven juez.

Comenzó porque siempre le gustó su personalidad y su forma de tomar decisiones. Con una preparación física de tres horas diarias construye un camino que le ha traído la posibilidad de arbitrar en Liga de Antioquia.

En el Ponyfútbol vive su segunda experiencia y no duda en catalogar de fundamental este certamen para sus colegas. “Esto no se trata de tarjetear por tarjetear, hay que ser conscientes de que existe alguien del otro lado; yo soy muy sereno, y de cabeza fría”.

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