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Por luz élida molina marín
Desde muy pequeña el mundo del ajedrez cautivó a Ángela Franco Valencia y a sus hermanos, quienes se dejaron seducir por el reto de enfrentarse a un tablero de 64 casillas, con 16 fichas a cada lado, procurando dar el jaque mate a cada uno de sus oponentes.
Siempre tuvo fascinación por hallar la manera de mejorar la técnica de los movimientos, crecer y aprender de esa disciplina que nació en India. Esto la llevó a interesarse por esa cultura oriental, sin sospechar lo que el destino le tenía preparado: un regalo que nunca se imaginó y que la llevó a 15.926 kilómetros de Medellín, para escribir otro capítulo de su vida.
Ángela, Maestra Internacional de Antioquia, trabajó durante varios años en el Inder, donde se dedicó a la formación de nuevos talentos. Pero, ahora protagoniza su propio cuento de hadas, lleno de cambios, magia, amor y, claro, también ajedrez.
En junio de 2017, mientras disputaba el Circuito Catalán, en Barcelona, conoció a Nikchet Jain, un periodista deportivo y ajedrecista, quien estaba compitiendo en una mesa contigua a la suya.
En ese momento era uno de tantos participantes. Solo se percató de su presencia cuando celebraba su triunfo. Nikchet le pidió silencio, pues él aún estaba en competencia. Pedido que amortiguó con una bella sonrisa que no pasó desapercibida para la paisa.
Así empezó esta historia de amor. Nikchet tomó su contacto y empezaron a conectarse diariamente vía internet.
“Inicialmente la comunicación no era muy fluida, pues Nikchet, natural de la India, no sabía español y el inglés de Ángela era muy básico, pero pudo más la atracción y, con la ayuda de los traductores de Google siguieron comunicándose.
Ángela ya había viajado en varias ocasiones antes de conocerlo y también lo hizo luego para compartir con la familia de su novio, en Kandia, denominada la “Ciudad más bonita del mundo”. Él retribuyó de igual forma pues también estuvo en Medellín.
Nikchet, dice Ángela, es el hombre que nació para ella. Eso lo supo desde el momento en que lo conoció y por eso, en septiembre pasado, mientras compartían en la Olimpiada de ajedrez en Batumi, Georgia, le dio el sí, en medio de la emoción de los asistentes que fueron testigos de una increíble pedida de mano.
Con las mesas y los tableros como testigos, antes de la competencia, Nikchet se arrodilló y sacó de su bolsillo derecho el anillo que puso en la mano de Ángela, quien dijo sí.
Fue un año y medio de noviazgo. Ángela describe a su esposo como “un gran hombre, un ser humano muy sensible y apasionado por lo que hace. Nos complementamos y ayudamos tanto en la parte humana como deportiva”.
La paisa no sabe si fue fácil o no tomar la decisión de casarse y radicarse en la India, pues todo ha sido muy rápido. “La vida pasa veloz aquí, cuando se tiene tanto por aprender el tiempo no se siente y si estás con la persona que quieres, los días se van volando, aunque no puedo negar que sí existen algunos miedos, pues es imposible no sentir temor ya que recién mi vida acaba de dar un giro de 180 grados”.
Y reafirma que “sé que es algo normal y acepto mi humanidad”.La adaptación ha sido fácil, ya que su forma de ser es tranquila, conservadora y eso le ha permitido no tener que hacer grandes cambios.
De India admira la profundidad con la que manejan las relaciones interpersonales. Le sorprende la fortaleza del amor y el respeto por las costumbres y la bandera.
Hace dos semanas, Ángela compitió en el 17th Delhi International grandmasters, en el cual compiten más de 2000 jugadores en un mismo lugar.
En ese torneo quedó segunda entre las damas y su corazón latió con más velocidad y orgullo cuando vio la bandera de Colombia, allá, tan lejos, en medio de muchas más de otros países.
Ángela ahora se alista para otro torneo, siempre con la esperanza de seguir creciendo y representando a Antioquia y a Colombia en el mundo, al lado de su príncipe azul y escribiendo cada día las páginas de su cuento de hadas n