A sus 28 años, Marin Cilic muestra que es un tenista que ha librado batallas exigentes, y no solo lo ha hecho sobre las canchas. Aún así, ha logrado sobresalir y hoy, a horas del choque por Copa Davis ante Colombia (desde el viernes hasta el domingo, en Bogotá), es el número cinco del mundo.
“Mrjna”, como se le conoce al jugador de 1,98 metros, nació en Medjugorje (Bosnia) en 1988 -era Yugoslavia- y comenzó a practicar con su hermano Vinko, cuatro años mayor que él. No obstante, las oportunidades para surgir allí no eran las mejores y se mudó a Zagreb (Croacia), como lo cuenta en un video de la ATP.
Soportar los momentos en un país que no fue el suyo pudo haber sido complicado, pero el mismo deportista señala que lo trataron como a un hijo más de esa tierra. Por eso, decidió empezar a representarla internacionalmente.
Incluso, Croacia lo impulsó a sobresalir en las categorías juveniles, en las que obtuvo, entre otros, el Roland Garros júnior del 2005. Desde allí, al tenista se le vio futuro, el cual solidificó con 17 títulos hasta la actualidad.
“Él siempre ha sido un jugador que se destaca por su golpe de derecha y su altura le sirve para ser un gran sacador. Es muy virtuoso”, analiza Ignacio Arroyave, entrenador antioqueño, sobre las cualidades de Cilic.
En el 2013, sin embargo, la vida le haría otro punto de quiebre. Marin dio positivo por el estimulante Niketamida, que él admitió haber consumido en unas tabletas de glucosa llamadas Coramina. Al inicio, se le dio una suspensión de 9 meses, pero después de una batalla legal, en la que el jugador dijo “haberlas ingerido sin la intención de estimular su rendimiento”, terminó siendo de cuatro.
Regresó con una mentalidad más fuerte y el saque mejorado, como lo reconoce a la ATP. Por eso, en el 2014 logró la mayor alegría deportiva de su vida: el US Open, luego de dejar en el camino a figuras de la talla de Tomas Berdych, Roger Federer y Kei Nishikori.