27 outs y varios batazos separan a los Cubs de Chicago de terminar con una sequía de títulos de 108 años. Por eso, cuando esta noche los Cachorros salten al terreno de juego a enfrentar a los Indios de Cleveland, cargarán a cuestas la responsabilidad de poner fin con una maldición que se extendió por décadas y que tiene como protagonista a una mascota de nombre Murphy. ¿Qué tiene que ver una cabra con el último juego de la Serie Mundial de béisbol?
La historia se remonta al otoño de 1945, es decir, hace 71 años. Para ese entonces los Cubs definían el título de la Serie Mundial frente los Tigres de Detroit y en los minutos previos al cuarto juego, un extraño suceso ocurrió en una de las puertas de acceso al estadio Wrigley Field, la casa de los Cachorros en Chicago.
William Sianis, aficionado de los Cubs y propietario de una taberna de la ciudad, compró dos boletas y pretendió ingresar al partido decisivo con su mascota, una cabra a la que llamaba Murphy.
Sin embargo, según reseñó el diario Chicago Sun en su edición del 7 de octubre de 1945, al aficionado y a su mascota no se les permitió el acceso al estadio para el histórico duelo ya que el dueño de los Cubs, el empresario Philip Knight Wrigley, argumentó que la cabra apestaba.
Ante esta negativa, cuentan las reseñas, el aficionado lanzó una maldición que nunca más sus amados Cachorros volverían a ganar una Serie Mundial hasta que no se le permitiera la entrada a la cabra al Wrigley Field.
Finalmente esa serie la perdieron 4-3 y se vinieron muchos años de temporadas regulares en los que no jugaban las finales. Desde ese entonces no volvieron a disputar el popular clásico de Otoño y la esperanza de repetir los títulos de 1907 y 1908 se quedaron en los guantes de los aficionados, sin embargo este año los Cubs volvieron a la final y están a un partido de conseguir el título y de poner fin a una mítica maldición.
Otra versión con el mismo resultado
Un historiador de los Cubs, sin embargo, cuenta un relato desde otro ángulo. Según Ed Hartig, en una nota que reseña la agencia AP, Sianis en realidad sí logró ingresar al estadio con su querida mascota y se pasearon incluso entre los jugadores que calentaban para el partido.
El lío comenzó cuando, después de una mañana lluviosa, salió el sol. Eso era bueno para el espectáculo pero no para los fanáticos vecinos de la cabra húmeda:
“La gente empezó a quejarse por el olor”, dijo Hartig. Por eso fue que Sianis y su compañera fueron expulsados.
Cuenta la leyenda que Sianis, y su apestosa cabra, regresaron a la taberna y una vez se consumó la derrota envió un telegrama con el mensaje: ¿quién apesta ahora?”.
Sea de una u otra manera lo cierto es que esta noche está latente la opción de que se termine de una vez por todas una de las mayores sequías de un club en el deporte mundial. La pelota caliente decide si celebra Chicago o, por el contrario, todo Cleveland y una solitaria alma con risa picaresca en el interior de una taberna.