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Por JHEYNER A. DURANGO HURTADO
Desde comienzo de este año, Eléider Álvarez se trazó como meta ser reconocido y respetado en Colombia tal como lo es en Canadá, país que lo adoptó como hijo y en el que se refugió hace 11 años con el objetivo de convertirse en uno de los mejores pugilistas del mundo.
Y lo logró con creces realizando una exitosa carrera que lo condujo a llegar invicto a la pelea de campeonato mundial y que se acreditó tras un soberbio nocaut sobre el ruso Sergey Kovalev el 4 de agosto en Atlantic City, New Jersey, EE. UU.
La vida del hoy monarca de los pesos semipesados que reconoce la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y Asociación Internacional de Boxeo (AIB), cambió sustancialmente.
Y mientras los reconocimientos van y vienen, compartiendo escaños con su coterránea Caterine Ibargüen, el nacido en Puerto Girón, corregimiento de Apartadó, hace 34 años, manifiesta que ha cumplido una meta, pero agrega que tiene los pies en la tierra pues no todo ha terminado.
Desde Montreal, donde se prepara de cara a la revancha con Kovalev el 2 de febrero, habló con EL COLOMBIANO.
Un año mágico, ¿no cree?
“Cuando inició la temporada mi objetivo era cerrarla así de bien, porque supuestamente peleaba en enero con el canadiense Adonis Stevenson -campeón mundial de la Asociación (AMB)- luego de una larga espera de más de tres años. Seguí con optimismo pese a que el combate se fue aplazando. Sin embargo, todo cambió cuando dijeron que él ya no sería el rival sino otro. Me enojé con mi gente (manager, promotor y entrenador). Les dije que ya no iba a entrenar más, y no lo hice por una semana. Me desmotivé, aunque jamás me pasó por la cabeza el retiro, pues este es mi sustento, es lo me permite sacar adelante a mi familia, en sí el boxeo es mi trabajo”.
¿Qué pasó entonces?
“Le dije a mi manager que estaba dispuesto a dejar esa aspiración de ser el número uno, me sentía cansado. Pero me decían que no dejara de entrenar. A las dos semanas me dijeron que habían ofrecido la pelea con Kovalev. Saqué una sonrisa de oreja a oreja y respondí que no perdiéramos la oportunidad”.
En Colombia ya lo tienen como un referente...
“Estoy muy contento, pues quería ser reconocido en mi país como lo soy aquí en Canadá. En la calle o en un restaurante la gente ya me reconoce, hasta paran los carros para tomarse fotos. Gracias a Dios lo logré. Pero no me gusta que digan que soy famoso, prefiero popular, tampoco que digan ahí va el campeón mundial sino Eléider Álvarez. No sé sea humildad, pero no me gusta ser arrogante”.
Viene lo más duro que es mantenerse. ¿Por qué dicen que los colombianos después de ser campeones mundiales luego pierden?
“Si voy a perder, no es porque no sea dedicado, porque no me entrene al máximo o no tenga un buen equipo de trabajo, la verdad soy demasiado disciplinado. Me preparo para seguir siendo campeón. Ahora es sostenerme, que es lo más duro, de eso soy consciente”.
¿Qué piensa de la revancha?
“El combate es difícil desde el primer instante que Kovalev aceptó la cláusula del contrato. La revancha será brava, más dura que la primera vez, sé que él vendrá con todo”.
Ese deseo de seguir siendo el mejor lo priva hasta de estar, estos días en familia...
“Por eso mismo me estoy entrenando duro. Estaré trabajando en la altura de Bogotá -del 22 diciembre al 13 enero-”. No solo por mis sueños, sino también por los de mi familia es que me esfuerzo, pues sé que después, como sucedió este año, recogeré los frutos. El entrenamiento de ahora es más fuerte, porque tengo que llegar mejor preparado y estar a la altura de ese desafío. No hay relajo, existe es compromiso, ganas, deseo”.
De nuevo los ojos del mundo estarán puestos en usted...
“Muchos me decían que para hacer carrera tenía que vivir en EE. UU., que allá estaba la plata. Me preguntaban porqué Canadá, en este frío... Les respondía que había que tener paciencia y que con una sola pelea en EE. UU. y brillando, llegarían ofertas. Eso pasó tras el duelo con Kovalev. La misión, reitero, es sostenerme”.