En 19 ocasiones que se ha reunido la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, para definir el salario mínimo, solo se han logrado cinco acuerdos y 14 fijaciones unilaterales por el Gobierno de turno, con lo que el porcentaje de concertación es del 26,31 por ciento.
Con ese antecedente, el investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, Iván Daniel Jaramillo, ilustra la complejidad de la negociación, máxime en un entorno difícil, con la inflación en ascenso, el peso devaluado y la perspectiva económica incierta para el año que viene.
Una visión similar comparte Ricardo Bonilla, integrante del Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, quien considera que la negociación de este año debe estar más dura que en otros, debido al complejo entorno económico y apuesta por un salario del 2016 fijado por decreto.
La alerta de una mayor tasa de desempleo
Para Anif (gremio de las instituciones financieras) con la “inflación desbocada”, observada hasta noviembre, y la posibilidad de que termine el año entre el 6,7 y 6,8 por ciento, las negociaciones del salario mínimo serán complejas, y aconseja que el Gobierno debe insistir en las bondades de que el reajuste no desborde el 7 por ciento, para evitar que el desempleo se perfile hacia la franja del 10 por ciento durante 2016. “El coctel navideño de elevada inflación de costos y presiones devaluacionista (por el
pésimo desempeño exportador) haría poco recomendable ceder ante reajustes superiores al 7 por ciento”, insiste la agremiación, que también prevé que el Banco de la República deberá continuar incrementando su tasa de interés durante el primer semestre del próximo año, para lograr reanclar las expectativas de inflación en niveles cercanos al 4,0 por ciento. Al finalizar una de las etapas de la negociación del salario mínimo, el presidente de la Andi, Bruce Mac Master, pide que la definición de la remuneración mínima preserve la generación de empleo y mantenga la salud de las finanzas públicas. “Expresé la importancia de que el Gobierno lidere el tema de definición del salario mínimo, teniendo en cuenta que posee mayor información, así como las características particulares de la coyuntura económica actual en la que confluyen una aceleración de la inflación, una mayor presión en las tasas de interés, un mayor déficit en la cuenta corriente y un mayor nivel y volatilidad de la devaluación”. Finalmente, en distintos escenarios, el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, ha insistido en que el ajuste del mínimo, ligado a la inflación causada es un error y agrega que no debe olvidarse que el aumento de la inflación es transitorio y que esta volverá al 3,0 por ciento en un horizonte de dos años. El vocero de los empresarios en la negociación y presidente de Fenalco, Guillermo Botero Nieto, no descartó que el lunes haya una reunión.
La defensa de un aumento generoso
Jorge Coronel, investigador económico de la Universidad de Medellín, afirma que siempre se ha creído que un aumento salarial por encima de ciertos indicadores genera una presión en los precios. “El mandato constitucional al Banco de la República de controlar los precios, hace que el país sea miedoso para hacer aumentos salariales generosos y lo claro es que hay países que lo han hecho sin generar brotes inflacionarios de corto plazo”. Por su parte, Rubén Darío Gómez, presidente de la CGT en Antioquia, recuerda que en 2009 el aumento del mínimo fue del 7,7 por ciento y a la economía no le pasó nada (el IPC subió 2,0 por ciento). El Secretario General de esa organización sindical, Jorge Iván Díez, explica que hace un año el aumento fue del 4,6 por ciento y en agosto el índice de inflación alcanzó 4,7 por ciento, es decir que desde ese mes el trabajador está perdiendo el poder adquisitivo. Desde la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), Luis Miguel Morantes, insiste en la necesidad de un incremento generoso, primero para que el trabajador recupere el poder adquisitivo, pues de no ser así el país entraría en recesión debido a que la gente compraría menos, el consumo interno bajaría, las empresas verían una reducción de los negocios y tendrían que despedir trabajadores. La semana anterior, Edwin Palma Egea, vicepresidente de la USO, escribió para el portal de noticias Las2Orillas que: “Sea cual sea el aumento del salario mínimo los trabajadores quedarán descontentos. La sociedad tiene una percepción generalizada de que nadie vive con un salario mínimo, por lo que entonces el debate se reduce a mantener el poder adquisitivo del ingreso de los hogares pero no en establecer para ellos y ellas un ingreso digno”. Al cierre de esta semana los voceros sindicales consultados por este diario declararon que no estaban previstos nuevos encuentros con los negociadores empresariales para la semana de navidad.