Vestido con un traje de paño azul oscuro súper 120 italiano, 100 por ciento de lana y de 18 micras. Así de elegante lució la noche del 2 de julio el presidente Álvaro Uribe cuando ante las cámaras de televisión le confirmó al mundo la noticia de que Ingrid Betancourt, los tres norteamericanos y once militares y policías habían sido rescatados por el Ejército en la llamada Operación Jaque.
Fue uno de los días más felices de Colombia y una jornada histórica para el presidente. Y cuando ese anuncio se daba, a 414 kilómetros de Bogotá, en un acogedor apartamento de Envigado, el corazón de un hombre latía a mil pulsaciones por minuto.
En 54 años que lleva dedicado a coserles trajes a personajes famosos, Bernardo Puerta Cardona nunca había sentido una emoción tan grande como la que vivió cuando en la televisión observó a Uribe vestido con el traje que él le había confeccionado para el cumpleaños.
-Creo que fue el día más feliz de mi vida, ver al presidente, ese hombre tan grande y en un día tan importante y tan histórico, con el traje que yo le hice con tanto cariño, me llenó de emoción. Eso no tiene comparación-.
Cuando Bernardo evoca ese momento, sus ojos brillan, se encharcan un poco y entre su canoso bigote y sus labios se cuela una leve sonrisa de satisfacción.
-Yo le había hecho el vestido para el cumpleaños, el 4 de julio, y pensé que se lo iba a poner ese día, pero cuando lo vi con él puesto el día del jaque, imagínese, en mi casa todos estábamos felices-.
Emociona ver a este hombre relatar su hazaña. Y es inevitable compartir su emoción. Bernardo sólo da una explicación para que el presidente decidiera usar el traje antes de la fecha prevista.
-Le gustó, vio que le quedó perfecto y la ocasión tan especial ameritaba un buen estrén. Se lo digo con humildad, pero le sé las medidas precisas al doctor Uribe y la ropa que le confecciono le queda tal como a él le gusta-.
De puntada fina
La historia viene de 14 años atrás. Sastre por herencia de su padre desde 1954, Bernardo, de 70 años, empezó a confeccionarle cachacos a Álvaro Uribe desde sus tiempos de gobernador de Antioquia, en 1994. En esas fechas, Uribe fue a su taller en Envigado, donde Bernardo le tomó las medidas. Pero sobre todo, lo enamoró con sus puntadas y su precisión.
Pasaron varios años y Uribe culminó su mandato, luego se fue a Europa y el contacto quedó perdido, hasta cuando regresó a hacer campaña para la Presidencia.
-Yo lo llamé, le dije que si quería que le siguiera haciendo vestidos y me respondió que bueno, que necesitaba mucha ropa nueva para su campaña. Le dije que yo iba a su finca a tomarle medidas y él dijo que no, que él venía a mi estudio-.
Pero pasó el tiempo y Uribe no llegó. Fue elegido Presidente y Bernardo seguía con la nostalgia de querer confeccionarle ropa a uno de los hombres que más ha admirado de Colombia. Mientras tanto, por su sastrería pasaban y pasaban personajes famosos.
-Yo le hacía trajes a Carlos Enrique Moreno, hermano de Lina, la esposa del presidente; a Ramiro Valencia Cossio cuando fue gobernador encargado; a Luis Alfredo Ramos antes de ser alcalde de Medellín; a Evelio Ramírez, a Ignacio Vélez Escobar, que fue gobernador y ministro, y al doctor Francisco Pérez Gil y su hermano Abel, que en paz descansen-.
Pero tenía la espinita clavada, quería seguir siendo el sastre que vistiera al presidente y un día lo contactó Luis Hernán Soto, gerente de Fabrisedas de Cali, quien le encargó la confección del vestido para la posesión de Uribe en su segundo período, el 7 de agosto de 2006.
-Él doctor Luis Hernán me envió las telas y yo hice el vestido. No necesité que el doctor Uribe viniera porque yo tenía ya sus medidas, son las mismas del 94, no ha cambiado nada, apenas bajó un centímetro de cintura-.
Meses después, a Bernardo le llegó una carta con membrete de la Presidencia de la República en la que Uribe le agradecía el trabajo.
Esos dos momentos harían feliz de por vida a este reconocido sastre de Medellín, pero él quiere más, quiere estar en otros momentos claves de la vida de Uribe.
-Hubiera sido interesante haberle confeccionado el traje para el matrimonio de su hijo, pero no se dio-.
De todas formas, el corazón de este sastre de puntada fina y con trazos de artista, está feliz. A su hazaña de haberle confeccionado 15 vestidos al fallecido Cardenal Alfonso López Trujillo, que él le encargó antes de irse a Roma, le suma que, sin imaginarlo, su obra estuvo en todas las pantallas de televisión y en las páginas de periódicos del mundo.
Fue el día de la libertad. Y si Dios premió a los secuestrados con un rescate que se presentó como perfecto, Bernardo tuvo su partecita en ese regalo divino. No podía ser de otra forma, pues despojado de todo interés, este hombre sencillo quiso agasajar a su amigo el Presidente el día tan especial del cumpleaños. Y lo hizo a su modo: encargó 3 metros de tela italiana, le hizo el vestido y se lo envió como regalo sin cobrar un peso. Por cosas del destino, el pago valió más que oro: la foto de Uribe con el traje que él le cosió ya tiene un lugar en la historia del país. Y es un lugar muy alto.
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