Acaba de cumplir 79 años, es el hijo de Pietro Colavizza e Isabel Spataro, el mayor de cinco hermanos y uno de los humoristas más queridos y recordados de Sábados Felices. Enrique Colavizza, el también llamado Caballero de la sonrisa, le dijo adiós, por motivos de salud en 2013, al programa de televisión al que perteneció por 37 años.
Su sentido del humor sigue intacto allí en el barrio La Flora de Cali donde vive con su esposa Alba Lucía. El humorista habló sobre lo difícil que fue retirarse de este espacio sabatino, también de su salud, su familia y el antes y después de Sábados felices.
Cumplió 79 años...
“Sí y muy bien vividos, bien contados y disfrutados. No me arrepiento de nada”.
El humor fue natural en usted desde niño...
“Recuerdo a mi mamá cuando llegaban las visitas y me gritaba: ‘mijo, venga le cuenta el chiste a la señora’. Cuando nos acostábamos a dormir –yo dormía con mi hermano– y como éramos tan grandes ella me decía córrase ‘pa’llacito’. Entonces siempre en la casa fui el payasito”.
Usted estudió Arquitectura e Ingeniería...
“Desde muy chiquito a mí me gustaba dibujar. Tenía una regla T, escuadras y la familia decía, ‘este va para Arquitectura’. Cuando vi que no había arquitecto millonario dije ‘no sigo con esto, esto no da plata’. Me faltaban seis meses para graduarme. Al retirarme me di cuenta de que me había ahorrado seis meses de perder tiempo”.
Durante 37 años actúo en Sábados felices. ¿Le propusieron actuar en otra parte?
“Muchísimas veces. Es más, yo antes de ingresar al programa hice una película llamada La víbora junto a Pacheco. ¿Por qué nunca acepté otras propuestas? Lo que pasa es que mi papá tenía un código de vida y era que si tu sabes hacer zapatos, haz zapatos. Si cantas, dedícate a cantar, pero si eres carpintero y te pones a tocar violín, no estás en nada. Si tú haces algo, hazlo bien hecho”.
¿Quién le puso el apodo El caballero de la sonrisa?
“Jota Mario Valencia. Él me puso primero el caballero del humor, pero luego lo cambió por el de la sonrisa por mi apellido Colavizza, para que rimara. Me gusta que me digan así porque me siento el caballero de la sonrisa y me engrandece mucho más, es que mido 1.80 metros”.
¿A quién quisiera volver a abrazar de Sábados Felices?
“A Jaime El Flaco Agudelo, a Carlos El Mocho Sánchez, pero ya no puedo porque ya partieron. A Hugo Patiño cada que lo veo le pego unos abrazos de aquí a Pekín. A Álvaro Lemmon y a Norberto López les tengo mucho aprecio. Alerta, La gorda Fabiola, Polilla y María Auxilio son entrañables”.
¿Qué sabe de Mandíbula y su enfermedad (alzheimer)?
“Él está mal, bastante mal en la parte de salud, emocional, familiar. La última vez que me vi con él fue hace unos cuatro años. Una vez me llamó y lo he llamado dos veces pero no reconoce a nadie. Es muy triste”.
Se cumplen cuatro años fuera del programa. ¿Cómo subsiste económicamente?
“Estoy jubilado desde 2003 y Caracol todavía me subsidia. Eso es lindo porque me ha permitido vivir bien, sin que mis hijos tengan que preocuparse por enviarnos plata. Además tranquiliza porque muchas veces las cuestiones económicas crean enemigos innecesarios”.
¿Qué le dice a la gente que lo recuerda?
“Que todas las personas tenemos un ritmo y si nosotros vivimos al nuestro, ese mismo nos llevará a la paz y teniendo paz interna, tendremos paz para nuestros semejantes y habrá paz en todo el mundo”.