Antioquias tiene nueve letras, pero Hantioquias tiene diez. La H no suena. Se ve, gigante y en mayúscula, encima de la fachada del Museo de Antioquia. ¿Antioquia con H, si toda la vida ha estado sin ella, si se llamó así, empezando con la A, desde siempre? Sí, esta Hantioquia es con H, y de noche tiene luces, para verse más.
La obra es de Fernando Arias y es la que introduce a una exposición que está adentro, en tres salas del museo: Antioquias. Diversidad e imaginarios de identidad.
"Para mí —comenta Fernando— es interesante poder hacer este tipo de comentarios a un nivel tan visual, en el centro de una cultura tan arraigada a lo suyo y a las cosas que deben ser. Es también jugar con esa memoria colectiva".
Le interesa lo que dicen los otros. Le interesa que después de esa primera pregunta por el error haya una reflexión. "La H no suena, pero es importante extender el sonido. Es lo que no queremos oír, lo que la sociedad de pronto no dice, las historias que no se han dicho. ¿Cuál es el error? No sé".
No sabe porque en esta muestra, los curadores, Nydia Gutiérrez y Juan Camilo Escobar, proponen una multiplicidad de discursos, pero es el espectador el que va más allá, el que lee, con su bagaje, con su conocimiento, con sus ideas. "Es una exposición que busca la multiplicidad de discursos con el deseo de inquietar el pensamiento del espectador".
En esa línea va Hantioquias, las obras de 26 artistas contemporáneos invitados y los demás elementos. La muestra se armó a partir de cuatro elementos, la colección del museo, las fotografías de la Biblioteca Pública Piloto, las obras hechas por los artistas y los textos.
Antioquias propone una mirada que lleva a la reflexión y que está planteada desde la diversidad y los imaginarios de identidad. Por eso el título, en plural. Una exposición para conmemorar el Bicentenario que funcione, cuenta ella, para destacar la diversidad, en lugar de perseguir la búsqueda de una identidad.
"Los imaginarios —lo define Juan Camilo— son un conjunto de imágenes mentales, de discursos, no siempre muy bien racionalizados como una ideología, o no siempre muy bien estructurados como un discurso científico". En Antioquia, uno que ha dominado, es que existe una raza específica que puede llamarse raza antioqueña.
Lo que hicieron fue poner a conversar, a interactuar, esa identidad, con esa diversidad. Lo que pudieron leer de esos imaginarios en la colección del museo y las fotografías, y las múltiples posibilidades que están expuestas, sobre todo, en el arte contemporáneo. "Cuando el arte —añade la curadora— se inserta en el contexto, se hace eminentemente crítico y político. Esta no es una exposición histórica ni no histórica, pero es muy contemporánea. No es solo de arte, sino de distintas formas de arte y de otras cosas".
En ese sentido es densa y obliga a acercarse de diferentes maneras. A escuchar. A ver. A generar pensamientos, reflexiones, críticas. A confrontar lo que se ha sido, lo que se es y, sobre todo, lo que se quiere seguir siendo: la manera en cómo se seguirá pensando la sociedad.
El plural de Antioquias, precisa Juan Camilo, es tan diverso, que hasta cabe la hache.
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