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CORTANDO CABEZAS

  • CORTANDO CABEZAS |
    CORTANDO CABEZAS |
03 de abril de 2013
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Solo unas horas después de una captura de un gran capo del narcotráfico o jefe guerrillero se empieza a hablar de quién lo reemplazará y los periodistas hacen referencia a esa organización como a una hidra.

La Hidra de Lerna es una criatura mitológica, de cuerpo de lagarto y con nueve cabezas de serpiente; su habilidad para regenerar sus cabezas luego de que fueran cortadas la convierten en la metáfora perfecta para la lucha frustrante y larga en contra de las organizaciones criminales.

Aunque es de conocimiento popular esta idea de la "hidra criminal", los esfuerzos policiales, militares y políticos siguen privilegiando el enfoque "descabezador". Nuestras noticias se encuentran llenas de la captura de "segundos al mando", la muerte de "jefes de finanzas" y la entrega de "piezas clave" de las organizaciones criminales.

Nos hemos concentrado excesivamente en los famosos "objetivos de alto valor" y aunque esta sea una aproximación popular y mediática, sus efectos sobre la seguridad parecen ser pasajeros.

El asunto es que en una red criminal, todos los líderes son el número dos (o el tres o el cuatro) en tanto a su importancia respecto de los demás -que es bastante similar-, y su caída no implica una pérdida estructural para la organización criminal y sus actividades, por lo menos no en principio.

Una red es capaz de un importante grado de autodirección; por eso el microtráfico, la extorsión o el sicariato no se detienen cuando se captura o da de baja a un jefe criminal.

Es por eso que cada que cortamos una cabeza, otra la reemplaza con una rapidez frustrante; nos concentramos en ocasiones en los esfuerzos efectistas de perseguir y capturar capos, cuando es la desarticulación de las fuentes de financiación y el apoyo y capital humano de la organización lo que nos debería interesar atacar.

Al final, Hércules, que venció a la Hidra de Lerna en el décimo de sus Doce Trabajos, lo logró cuando comprendió que debía cauterizar las heridas de las cabezas que cortaba, no dejar de cortarlas.

Así, no debemos dejar de atacar a los jefes de las organizaciones criminales, solo entender que eso no será suficiente para acabar con el monstruo. La fuente vital de las redes criminales sale de sus bolsillos y sus hombres; es allí en donde se cauteriza la herida, para que la cabeza no reaparezca.

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