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HISTÓRICO
Cotopaxis en el camino
  • Arturo Guerrero | Arturo Guerrero
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Arturo Guerrero | Publicado

Lo excepcional es la regla. No es un oxímoron esta afirmación, que pone patas arriba el viejo proverbio de que toda regla tiene su excepción. Es realidad puntual. La regla misma está cundida de excepción, la regla es en sí misma una excepción.

Gustavo Wilches Cháux salió de Lima, el sábado pasado, a las seis de la mañana. Como lo hace siempre este naturalista, experto en tratamiento de desastres y prodigioso escritor de ciencia ficción, escogió ventanilla para poder hacer fotos aéreas. Tenía ilusión, porque sobrevolaría los picos de la Cordillera Blanca. Decepción: la mañana estaba nublada. Se durmió en su silla. Había madrugado a las 3, para llegar al aeropuerto.

De súbito despertó. Cruzaba sobre Ecuador y ahí abajo estaban cono y cráter del altanero volcán nevado del Cotopaxi.

Su cámara, obturada en ráfaga, eternizó la vista formidable: rugoso respiradero del magma a casi 6 mil metros de altura.

Así lo narra: "aun cuando duermo, el GPS de mi subconsciente sigue vigilante, me despierta en el momento preciso".

Cualquiera puede ver el instante en el blog <http://wilchesviajerofrecuente.blogspot.com/>, cuyo encabezado dice "Bitácoras de viaje por la vida y sus milagros".

¿Milagros? He aquí la reflexión de Wilches: "me ha pasado varias veces que contra mi voluntad me quedo dormido en un viaje, pero me despierto en el momento preciso para ver algún Cotopaxi grande o chiquito. ¿O será que existen tantas maravillas en el camino, que cualquier momento es 'el preciso'?".

Cotopaxis en el camino parecen componer el tránsito de cualquier persona. No todos los advierten, no muchos los ven, más bien pocos.

Es que, como decía Albert Einstein, "hay dos formas de vivir la vida. Una es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo lo fuera".

Cualquier momento es 'el preciso' para quienes andan en perspectiva de prodigio.

Incluso cuentan con sistema de posicionamiento global en el subconsciente, que los alerta sobre maravillas inminentes.

Por el contrario, aquellos que no piden ventanilla en el avión, que entran en sopor de espaldas al abismo, cruzan la elíptica en la creencia perpetua de que afuera sigue la mañana nublada.

Estos últimos inventaron el dicho de que toda regla tiene su excepción, para indicar que los milagros son asunto accidental.

Los otros, los viajeros frecuentes por los milagros de la vida, acostumbran habitar momentos acertados.

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