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El bon, raza de peso

28 de octubre de 2008
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Más de quinientos años de adaptación a la geografía colombiana, a sus pobres e incipientes pastizales, a las guerras, las enfermedades del trópico, las políticas equivocadas de distintos gobiernos en materia ganadera y al esnobismo de los ganaderos, entre otras adversidades, son la carta de presentación del ganado bon o blanco orejinegro, una raza excepcional en su cruzamiento con otras razas por su aporte genético, su vigor y su resistencia a todos los climas y circunstancias.

"Razón tenía el ex ministro de Agricultura, Hernán Vallejo Mejía, cuando afirmaba que el presupuesto de su cartera se justificaba con la sola inversión del 30 por ciento del mismo en la conservación de las razas criollas colombianas", comenta el profesor de ganado de carne y juez de razas criollas de la U de A. Óscar Arboleda Alzate.

Los estudiosos de la raza afirman que los primeros blanco orejinegro llegaron a América en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Cruzar el mar era toda una tragedia. Los animales pasaban meses hacinados en bodegas oscuras y recibiendo raciones de subsistencia.

A falta de puertos, los ejemplares que llegaban casi vivos al Nuevo Mundo eran lanzados al mar a cien o doscientos metros de la playa para que en un esfuerzo final conquistaran tierra firme. De todas formas, res que muriera tampoco se perdía porque eran el alimento de los conquistadores o sus jaurías de perros. La cría de ganado en el Nuevo Mundo era asunto secundario para los conquistadores, su fiebre la alimentaban el oro y el saqueo de las riquezas de los imperios indígenas.

En su nuevo hábitat el bon demostró gran tenacidad para rebuscarse la comida debajo del rastrojo, entre el monte, los helechales y demás malezas. No hay que quedarse en épocas remotas, simplemente contemple un rebaño de ganado cebú u otra raza mezclado con el bon. Mientras los primeros se concentran en las verdes pasturas, al bon siempre se le verá en la orilla de monte, moviéndose en el rastrojo o arrebatando el pasto fresco que se protege con la tuna de las dormideras.

El arrasamiento del ganado blanco orejinegro en Colombia comenzó con la llegada de las razas cebuínas y luego con otras razas especializadas en la producción de carne y leche, las cuales han contribuido al desarrollo del hato nacional.

En siglos anteriores al XX y XXI, cuando el sector agropecuario era manejado por estadistas, se protegían las razas criollas exigiéndole a los ganaderos contar con un mínimo del 25 por ciento de las mismas dentro de sus hatos. En los últimos cuarenta años, el esnobismo de los ganaderos, muchos de los cuales no necesitan del ganado para vivir, llegó a tales extremos que contar con un bon dentro de una finca era casi un delito. "La vaquita de los pobres", así los llamaban.

Pero olvidaban aquellas mentes "brillantes" que esa vaquita de los pobres, suplementada con quiebrabarrigo, gramalote, uno que otro cogollo de caña y las sobras de la casa daba entre 13 y 17 puchas de leche, una verdadera mina para un campesino que no tenía forma de conseguir una vaca moderna, de millones, o si la conseguía invertía la plata de la leche comprándole droga para aliviar sus males, vitaminas para fortalecerla o concentrado para que le soltara la leche.

Con esos criterios, en solo unas décadas, el país pasó de tener 30.000 animales bon a 5.000 hoy. ¿En manos de quién quedaron estos animales? De varios particulares, las universidades de Antioquia, la Nacional, el ICA y Corpoica que reconocieron su valor y conservaron algunos hatos puros.

La U. de A. a través de su Departamento de Haciendas de la Facultad de Ciencias Agrarias, dirigido por la docente Ana Cristina Cadavid, en sus fincas de San Pedro de los Milagros, Gómez Plata y Caucasia lidera uno de los más prometedores trabajos ganaderos para el estudio y la promoción del blanco orejinegro. En San Pedro, en cruces de bon con holstein, maneja vacas doblepropósito (F1), con producciones de 25 a 32 litros, en sus primeros dos meses, para terminar en 12 litros promedio.

En Porce la U. de A. tiene su núcleo de bon puro, con toros que en sus estado adulto, alimentados con lo que recogen del potrero y algo de pasto picado manejan pesos de 900 kilos, mientras que en Caucasia las bondades del bon se muestran en la producción de carne con cruces con cebú.

Próximo miércoles: lea las bondades del blanco orejinegro, su mansedumbre, resistencia a enfermedades, longevidad, remate de ganado bon en la U. de A.

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