El senador demócrata Tim Kaine ha hecho historia. Hace ahora una semana pronunció el primer discurso íntegro en español en la Cámara Alta de Estados Unidos sin que nadie pusiera objeción alguna.
Catorce minutos en un castellano aceptable que aprendió cuando era maestro en una escuela católica de Honduras. "Creo que es justo que tome unos pocos minutos para explicar la legislación en español, un lenguaje que ha sido hablado en este país desde que los misioneros españoles fundaron San Agustín en Florida, en 1575. El español también es hablado por casi 40 millones de americanos con mucho invertido en el resultado de este debate".
Ese fue el arranque del exgobernador de Virginia en la lengua de muchos de sus votantes y de los del presidente Obama, a quien el "poder latino" aupó a la reelección.
En 1980 apenas once millones de residentes en EE. UU. hablaban la lengua de Cervantes, ahora son más de 35 millones, el 76 % de todos los latinos del país, crucial para ganar elecciones o hacer negocios.
El español es la segunda lengua del mundo, hablada por casi 500 millones de personas, y su proyección como lengua nativa crece a un ritmo vertiginoso por razones principalmente demográficas, aunque su poderío en los negocios comienza a resultar casi igual de relevante gracias a la pujanza y desarrollo de las economías iberoamericanas.
Mientras la proporción de hablantes de chino (unos 1.000 millones) e inglés no deja de caer (por primera vez mueren más blancos anglosajones en EE. UU. de los que nacen, según el último censo estadounidense hecho público la semana pasada), las estimaciones para los hispanohablantes son meteóricas.
En 2030, el 7,5 % de la población mundial se comunicará en español (un total de 535 millones de personas), muy por delante de los hablantes de ruso (2,2 %), de francés (1,4 %) y de alemán (1,2 %).
Para entonces, sólo el chino superará al español como grupo de hablantes de dominio nativo. Y eso sin contar que, para entonces, Brasil será prácticamente bilingüe si es que el "portuñol" no pasa a ser la lengua oficial.
Pero la fuerza de nuestra lengua, un motor económico que aumenta un 290 % el comercio bilateral entre los países hispanohablantes (una razón de peso para que Brasil adopte el bilingüismo) va mucho más allá.
Dentro de tres o cuatro generaciones, el 10 % de la población mundial se entenderá en español y en 2050 Estados Unidos se convertirá en el primer país hispanohablante del mundo. Entonces, nada menos que 550 millones de personas se comunicarán en castellano como primera lengua.
La población hispana en EE. UU. es más joven que la media estadounidense (33,8 % son menores de 18 años frente al 21,3 % de los blancos no hispanos) y el 73 % de las familias hispanas residentes en EE. UU. utilizan el español para comunicarse.
En 2050, según la Oficina del Censo, habrá 132,8 millones de hispanos en EE. UU., casi el triple de los que hay en la actualidad. En otras palabras: uno de cada tres residentes en Estados Unidos será de origen hispano (el 30 % de la población).
Para quienes crean que el idioma no tiene trascendencia económica déjenme decirles que se estima que el 15 % del PIB de un país está vinculado a la lengua. Los datos disponibles son claros: la comunidad hispana genera el 7,7 % del PIB de EE. UU. (más de un billón de dólares, en millones de millones) y el PIB global del español alcanza los 4,5 billones de dólares.
Así que dejémonos de complejos. El siglo XXI no será chino sino hispano. Pongámonos a trabajar para sacar partido.
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