El anuncio reciente por parte de un equipo de astrónomos en cuanto a que podría haber hasta 40 mil millones de planetas habitables en nuestra galaxia ha aumentado la especulación, popular incluso entre científicos reconocidos, de que el universo está lleno de vida.
El astrónomo de la Universidad de California en Berkeley, Geoffrey W. Marcy, un experto cazaplanetas y coautor del estudio que generó estos descubrimientos, dijo que "es un gran salto hacia la posibilidad de vida, incluso vida inteligente, en el universo".
Pero "posibilidad" no es lo mismo que probabilidad. Si un planeta ha de ser habitado en lugar de simplemente habitable, se deben cumplir dos requerimientos básicos: primero el planeta tiene que ser adecuado y luego debe en algún momento emerger vida sobre él.
¿Qué puede decirse sobre la posibilidad de que la vida comience en un planeta habitable? Darwin nos dio una poderosa explicación sobre cómo evolucionó la vida en la Tierra en el transcurso de miles de millones de años, pero se negó a extenderse sobre el asunto de cómo empezó la vida. "Uno podría especular sobre el origen de la materia", bromeaba. A pesar de investigaciones, los científicos aún no tienen muy claro el mecanismo que transformó una sopa de químicos en una célula viviente. Pero sin conocer el proceso que produjo la vida, la probabilidad de que suceda no se puede estimar.
Cuando yo era estudiante en los años 60, la visión prevalente entre los científicos era que la vida en la Tierra era un fenómeno inexplicable, el resultado de una secuencia de accidentes químicos tan escasos que sería poco probable que sucediera dos veces en el universo observable. Hoy el péndulo ha oscilado dramáticamente, y muchos científicos distinguidos aseguran que la vida surgirá casi inevitablemente en condiciones similares a las de la Tierra. Pero este cambio decisivo en visión está basado en lo que es poco más que una sospecha, y no en una mejor comprensión del origen de la vida.
El problema subyacente es la complejidad. Incluso la bacteria más simple es, a nivel molecular, asombrosamente compleja. Podría ser que alguna forma de principio complicante opera en la naturaleza, que sirve para poner una mezcla caótica de químicos sobre la vía rápida hacia un microbio primitivo. De ser así, ninguna seña de tal principio ha sido hallada en experimentos de laboratorio para recrear los ladrillos básicos que construyen la vida.
Por otro lado, si la vida surgió simplemente gracias a la acumulación de muchos accidentes químicos específicos en un mismo lugar, es fácil imaginar que sólo uno en, digamos, un trillón de trillones de planetas habitables sería el escenario de tan soñado evento. Contra un número tan grande, y una vez se ha decidido que una serie de accidentes poco probables están detrás de la creación de la vida, se logran probabilidades enormes con gran facilidad. Cuarenta miles de millones ni se distinguen en un trillón de trillones.
Entonces estamos atascados. La vida tal vez sí pueda surgir en condiciones similares a las de la Tierra, o puede ser pura casualidad, única en el universo observable. Porque somos productos de este accidente cósmico, no podemos concluir que la Tierra sea típica.
La manera más fácil de darle solución al asunto es hallar una segunda de muestra de vida, una que surgió de la nada independientemente de la vida conocida. El inventario de planetas extrasolares que está siendo descubierto es un primer paso bastante útil. En el futuro, nuestros telescopios seguramente serán capaces de analizar las atmósferas de algunos de estos planetas en busca de señales de actividad biológica.
Pero la evidencia que favorece la alta probabilidad de la vida podría existir más cerca de casa. No hay ningún planeta tan parecido a la Tierra como la Tierra misma. Si la vida surge con facilidad bajo condiciones terrestres, entonces debería haber surgido muchas veces, aquí mismo en nuestro planeta.
Podría ser que entremezclado con los microbios que nos rodean existen algunos que son tan bioquímicamente diferentes que podrían descender solamente de un origen separado. El descubrimiento de tan sólo un microbio "extranjero" bajo nuestras propias narices sería suficiente para concluir que el universo sí está lleno de vida.
También abordaría una profunda pregunta filosófica. Aunque el recorrido de microbios a seres pensantes complejos como los humanos aún puede ser uno muy complejo, por lo menos conocemos el mecanismo por el cual sucede -la evolución darwiniana. Si la vida microbial está regada por el cosmos, podemos esperar que, por lo menos aquí y allá, evolucionarán seres conscientes. Estaríamos entonces más cercanos a solucionar aquel antiguo dilema de la existencia: ¿Estamos solos en el universo?
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