Al informar sobre el debate final de la campaña presidencial estadounidense, sobre política exterior, The Wall Street Journal observó que "el único país más mencionado (que Israel) fue Irán, el cual es visto por la mayoría de las naciones en Medio Oriente como la amenaza de seguridad más grave para la región".
Los dos candidatos coincidieron en que un Irán nuclear es la amenaza más grave para la región, si no para el mundo, como Romney sostuvo explícitamente, reiterando una opinión popular.
En cuanto a Israel, los candidatos compitieron para declarar su devoción hacia él, pero los funcionarios israelíes, sin embargo, no estuvieron satisfechos. Habían "esperado un lenguaje más ‘agresivo’ de parte de Romney", según los reporteros.
No fue suficiente que Romney demandara que no se permita a Irán "alcanzar un punto de capacidad nuclear".
Los árabes también estuvieron insatisfechos, porque los temores árabes respecto de Irán fueron "debatidos a través del lente de la seguridad israelí en vez de la seguridad de la región", en tanto que las preocupaciones árabes fueron ignoradas en gran medida, de nuevo el trato convencional.
El artículo del Journal, como incontables más sobre Irán, deja interrogantes críticos sin responder, entre ellos: ¿Quién exactamente ve a Irán como la amenaza de seguridad más grave? ¿Y qué piensan los árabes (y la mayor parte del mundo) que puede hacerse respecto de esa amenaza, cualquiera que sea?
La primera pregunta se responde fácilmente. La "amenaza iraní" es abrumadoramente una obsesión occidental, compartida por los dictadores árabes, aunque no por las poblaciones árabes.
Como demuestran numerosos sondeos, aunque a los ciudadanos de los países árabes generalmente les disgusta Irán, no lo consideran como una amenaza seria. Más bien, perciben que la amenaza son Israel y Estados Unidos y, muchos, en ocasiones mayorías considerables, consideran a las armas nucleares iraníes como una respuesta a estas amenazas.
En cargos elevados en Estados Unidos algunos están de acuerdo con la percepción de las poblaciones árabes, entre ellos el general Lee Butler, exdirector del Comando Estratégico.
En 1998, dijo: "Es peligroso en extremo que en el caldero de animosidades al que llamamos Medio Oriente", una nación, Israel, tenga un poderoso arsenal de armas nucleares, lo cual "inspira a otras naciones a hacerlo".
Sin embargo, más peligrosa es la estrategia de disuasión nuclear de la cual Butler fue un importante diseñador durante muchos años. Esa estrategia, escribió en 2002, es "una fórmula para una catástrofe absoluta", e hizo un llamado a Estados Unidos y otras potencias nucleares a aceptar su compromiso bajo el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP) para realizar esfuerzos de "buena fe" para eliminar la plaga de las armas nucleares.
Una gran mayoría del mundo parece compartir las opiniones árabes sobre la amenaza iraní. El Movimiento de los Países No Alineados (MNA) ha apoyado vigorosamente el derecho de Irán a enriquecer uranio, más recientemente en su reunión cumbre en Teherán en agosto pasado.
India, el miembro más poblado del MNA, ha encontrado formas de evadir las onerosas sanciones financieras estadounidenses contra Irán. Siguen adelante los planes para vincular el puerto de Chabahar en Irán, renovado con asistencia india, con el Asia Central a través de Afganistán. También se informa que las relaciones comerciales están aumentando. Si no fuera por las fuertes presiones estadounidenses, estas relaciones naturales probablemente mejorarían sustancialmente.
China, que tiene un estatus de observador en el MNA, está haciendo más o menos lo mismo. China está ampliando sus proyectos de desarrollo hacia el oeste, incluyendo iniciativas para reconstituir la antigua Ruta de la Seda de China a Europa. Una línea ferroviaria de alta velocidad conecta a China con Kazajstán y más allá. La línea presumiblemente llegará a Turkmenistán, con sus ricos recursos energéticos, y probablemente se vinculará con Irán y se extenderá a Turquía y Europa.
China también se ha hecho cargo del importante puerto de Gwadar en Pakistán, que le permite obtener petróleo procedente de Medio Oriente mientras evita los estrechos de Ormuz y Malaca, atestados de tráfico y controlados por Estados Unidos. La prensa paquistaní reporta que "las importaciones de petróleo crudo de Irán, estados del Golfo árabe y África pudieran ser transportadas por tierra hasta el noroeste de China a través del puerto".
El mes pasado, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución que demandaba que Israel se uniera al TNP, por 174 votos contra seis. El voto en contra lo emitió el contingente usual: Israel, Estados Unidos, Canadá, Islas Marshall, Micronesia y Palau.
Unos días después, Estados Unidos llevó a cabo una prueba de armas nucleares, prohibiendo de nuevo la presencia de inspectores internacionales en el sitio de pruebas en Nevada. Irán protestó, como lo hicieron el alcalde de Hiroshima y algunos grupos pacifistas japoneses.
Los estadounidenses difícilmente pueden estar conscientes de cómo ha fracasado una vez más la diplomacia, por un sencilla razón: Virtualmente no se reporta nada en Estados Unidos sobre el destino de la forma más obvia de hacer frente a "la amenaza más grave": establecer una zona libre de armas nucleares en Medio Oriente.
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