La semana pasada se aprobó en el Congreso una ley destinada a prevenir el llamado "matoneo" escolar, que esta semana deberá pasar a sanción presidencial.
El acoso escolar, que ha existido siempre pero que en el mundo contemporáneo ha alcanzado niveles de tragedia, deja traumas psicológicos y desarreglos emocionales que pueden durar toda la vida. Incluso, llevar al suicidio. Las historias de niños y adolescentes víctimas son demasiado dolorosas, como para que la sociedad y el Estado siguieran sin tomar medidas.
La nueva ley establece los mecanismos de actuación que los centros educativos tienen que adoptar cuando detecten que un alumno es víctima del matoneo, y la coordinación que deberá existir entre docentes, familias y autoridades.
Esta ley es un gran paso, pero que no suple, en todo caso, el papel fundamental de las familias y de los padres.
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