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HISTÓRICO
Murió vicepresidente de DeLima
  • Gráfico | Departamento de diseño de EL COLOMBIANO
    Gráfico | Departamento de diseño de EL COLOMBIANO
Juan Pablo Tobón B.- Rodrigo Martínez Arango- Francisco Javier Arias R. | Publicado

Apenas tenía 44 años y toda una vida profesional por delante. Pero tuvo tiempo para dejar una huella en la compañía en la que laboró 18 años, DeLima Marsh, la corredora de seguros más grande del país.

Como vicepresidente Regional en Medellín, Gabriel Ignacio Arango Vélez debía atender numerosos asuntos con sus clientes en diferentes regiones del país. Falleció en cumplimiento de esas funciones como vicepresidente del Segmento Comercial, en compañía de la gerente en Bucaramanga, Silvia Margarita Lamo. Juntos, atendían una visita técnica a los cultivos de oleaginosas de uno de sus clientes, la firma agropecuaria Aliar S.A.

Ingeniero de Sistemas de Eafit, Gabriel Arango fue muy cercano a sus empleados y compañeros, con quienes compartió uno de los principios y valores de la empresa.

Las compañías de seguros con las que trabajó de cerca (Liberty, Mundial, Generalli, Royal, Suramericana y Colpatria, entre otras), lo mismo que las empresas que recibieron su apoyo profesional (Isagén, Familia, Imusa, Protección) se unieron a las voces de dolor. La Andi también lamentó la partida de quien hasta hace poco integró su junta directiva.

Se fue el mejor amigo
"Me quedé muy solo, este vacío nunca lo voy a llenar", dijo Juan Roberto López, su hermano del alma, su amigo de ventana en Santa María de los Ángeles y su compinche de aventuras en el Colombus School, mientras trataba de buscar una explicación de lo sucedido.

Sus amigos de colegio lamentaban ayer esta rápida despedida de "Gabo". A Juan Juan Roberto alguna vez se le pasó por la cabeza el día de la muerte de Gabriel, "porque uno a veces piensa esas cosas, pero nunca me imaginé que fuera tan pronto". Y es que una vida entera juntos, desde los 10 años, cuando el mismo barrio los hizo inseparables, tienen a este amigo con el alma destrozada y preguntándose ¿por qué?

Las dos o tres llamadas semanales, desde Bucaramanga o desde Londres, o desde donde fuera, nunca dejó que esa amistad se debilitara. Cuando el tiempo se los permitía, un campo de golf o, simplemente, un reencuentro, rompían con su agenda... Eso sí, cuando no estaba con sus hijos, Esteban, de 10 años; y María Luisa, de 12, sus grandes amores.

¿Por qué? ¿Por qué...? Lo mismo se preguntaban sus compañeros en la empresa, su segunda casa, cuando recibieron la noticia.

Carlos Enrique Ochoa, quien compartió toda la vida de "Gabo" en la empresa, no sale del shock. Es que 18 años de compañía en la oficina, algo de golf y de mucha informalidad laboral, permitió que la amistad cada día creciera y se fortaleciera más.

El desconcierto de sus compañeros, ayer a las 10:30 de la mañana, cuando recibieron la noticia, fue total. La esperanza de que fuera una falsa alarma o que, quizás, Gabriel Ignacio hubiera sobrevivido, solo terminó con la confirmación del hecho.

El alma de "Gabo" quedará para siempre en esos lugares y en esos pasillos que recorrió, por tantos años, con Juan Roberto y Carlos Enrique, sus grandes amigos.

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