Los 174 años del Almanaque BristolBogotáEl Doctor Bristol, quien en 1832 decidió compartir sus conocimientos médicos y sobre todo curativos para las enfermedades comunes, a través de una especie de librillo que el mismo escribía, editaba e imprimía y que para hacerlo más ameno introdujo chistes, el santoral, cuentos y los datos astronómicos, nunca se imaginó que 174 años después, ciudadanos de Estados Unidos, Sur América y Centro América, lo sigan consultando con tanta devoción como cuando apareció.
El Almanaque pintoresco de Bristol trae en sus 32 páginas, el santoral para cada día del año, frases célebres, datos curiosos, el horóscopo, y su esperada año tras año, ?tragicomedia en 8 cuadros?, en donde a través de las páginas cuenta un chiste o una situación cómica.
Si quiere consejos prácticos, el Almanaque Bristol lo orienta para saber cuando debe cortarse el pelo, sembrar una planta o incluso para organizar una reunión al aire libre, pues con gran certeza predice si la semana será lluviosa, fría o calurosa.
Para las personas que viven de la agricultura, es tan útil pues saben "que la madera se pudre si se corta antes del tercer menguante, y los pescadores le temen a la luna nueva por las brisas y las mareas, ellos esperan el cuarto creciente; también saben cuando las gallinas deben poner sus huevos para que no salgan negros" aseguró Domingo López, un campesino del Tolima que lo compra religiosamente.
Hoy por encima de los avances científicos y tecnológicos, el Bristol siguen siendo el médico de cabecera, consejero íntimo y meteorólogo, y sus apuntes son siempre bien recibidos por las personas curiosas.
Para la edición de 2006, sus datos curiosos nos cuentan; la historia de la yuca, pues el 10 de marzo de 2005, 27 niños filipinos perecieron y 100 se enfermaron por consumir bocadillos hechos con yuca; la vitamina D fue descubierta en el año 1922; la luna tiene alrededor de 4.6 billones de años de edad, más o menos los mismos que la tierra; se cree que las mujeres son más propensas a las quemaduras de sol cuando están en estado de embarazo que en ninguna otra ocasión.
En sus hojas nunca faltan los remedios caseros y para esta edición los editores incluyeron frases célebres de autores desconocidos como "La risa por definición es saludable" "La belleza sin virtud es como una flor sin perfume", "Nada es imposible para un corazón dispuesto".
Algo de historia
Charles Bristol, un médico especializado en problemas de la sangre fue quien le dio vida hace 174 años cuando quiso compartir con sus pacientes sus recetas y datos curiosos.
Pero los empresarios Lanman y Kemp-Barclay compraron sus derechos y empezaron a promocionar sus productos como el Agua de Florida y el Tricófero de Barry y el jabón Reuter.
Con los años se diversificaron, ampliando su portafolio hacia los jabones como el de la suerte para el dinero, de rosas, esencia de pachulí y sándalo, que hasta el día de hoy son vendidos con gran éxito en perfumerías y droguerías de Colombia, Estados Unidos, Centro y Sur América.
Por otro lado, grandes personalidades le hacen referencia como es el caso de Antonio Machado, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, George Washington entre otros han desfilado por sus páginas con frases célebres.
"Mi curiosidad literaria, como casi toda mi generación, no nació de Homero o Virgilio, sino del Almanaque Bristol. El Quijote no nació para mí en un lugar de la Mancha, sino en algún lugar del Bristol, entre la dama del Tricófero y un aviso con letras orientales del Agua de Florida", reconoció cierta vez el escritor e historiador Germán Arciniegas.
Calibán en su Danza de las horas en 1952, escribió: "Almanaque Bristol, evangelio del cielo, ley de las estrellas y código de la meteorología universal".
Durante sus 174 años, mucha historia ha tenido, incluso en los años 70, tuvo su percance con la iglesia católica, cuando desde el Vaticano se anunció que se modernizaría el santoral y se expulsarían del listado oficial y ecuménico a santos como San Cristóbal, Santa Bárbara, y San Ramón Nonato, con muchos seguidores en América Latina. A pesar del anuncio los editores del Bristol se negaron a modificar su santoral. Al cabo del tiempo, Roma aceptó que se siguieran invocando esos santos, aunque sin misa universal.