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Por las letras suspira Genoveva

La directora del Instituto Caro y Cuervo estuvo en Medellín. Es una encantada de la lengua y de la cultura. Ahí está la misión de su trabajo. De eso habla.

  • Por las letras suspira Genoveva | Genoveva es apasionada de su trabajo. Cada respuesta es toda una enseñanza. FOTO JAIME PÉREZ
    Por las letras suspira Genoveva | Genoveva es apasionada de su trabajo. Cada respuesta es toda una enseñanza. FOTO JAIME PÉREZ
18 de agosto de 2012
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Pudo haber sido matemática y no lingüista. Lo pensó, por lo menos, aunque a Genoveva Iriarte Esguerra le gusta, de toda la vida, la literatura. “No son opuestos. La lingüística y la matemática se entrecruzan”.

La directora del Instituto Caro y Cuervo confiesa que primero estudió lógica matemática con lenguaje. “Las dos son un código para entender el mundo. Yo me quedé con la parte del lenguaje porque es muy difícil para los matemáticos hacer poesía”.

También tiene que ver que, con minutos ya se le nota, siente una pasión por el lenguaje, la cultura y por lo que se desencadena. Como cuando llegó al Instituto y se emocionó: había que hacer una nueva misión. En esas anda. Cumpliéndola.

¿Cuál es esa idea que tiene con el Caro y Cuervo?
“La misión había sido siempre, desde 1942 (estamos cumpliendo 70 años), terminar el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana de Cuervo, que se terminó a principios de este siglo. Como esa era la misión, el Instituto se había quedado haciendo una serie de trabajos en filología, en cuestiones tradicionales del lenguaje, pero no tenía realmente una misión escrita. Cuando llegué en 2007 me doy cuenta de eso y empezamos a hacer todo un trabajo de ubicar el Caro y Cuervo ya no en el siglo pasado sino en este, de ver cuál sería su visión con base en una Colombia muy distinta y que tuviera una función que realmente sirviera para nuestros tiempos modernos. Uno de los puntos fundamentales es ayudar a atesorar, orientar y dirigir y evaluar la política estatal que tenga que ver con patrimonio lingüístico, cultural y literario de Colombia y el fortalecimiento de las identidades culturales. Hoy en día estamos haciendo programas que tienen que ver con investigación, docencia y divulgación de temas muy variados”.

¿Identidades culturales?
“Hemos llegado a la conclusión que realmente lo que más se necesita para que nuestras identidades culturales se mantengan, se fortalezcan, se preserven, es que haya un respeto ante la diversidad, queriendo por esto decir que mi dios grande que ustedes no hablan como los bogotanos, ni nosotros hablamos como los cartageneros, sino que evidentemente todos hablamos con unas variaciones del mismo español y debemos respetarlas. En ese respeto a esa manera de ver el mundo y a esa manera de hablar y de referirse a él, y al establecer diálogos con personas de diferentes regiones, es que también estamos preservando, fortaleciendo y respetando unas identidades muy valiosas. Hay una cosa que la voy a decir de una manera muy coloquial: nadie tiene la verdad en cultura. Nadie puede decir que el español bogotano es mejor que el de Pasto, ni que la manera como yo pinto es mejor que la del otro. Eso nos hace ser culturalmente respetuosos y eso enseña unos valores ciudadanos muy particulares tales como la tolerancia, que tanto nos hace falta”.

Entonces ese mito que hablamos el mejor español no funciona...
“Es que es difícil aseverar eso. Nosotros tenemos unos rasgos de nuestro español que ha mantenido una serie de particularidades muy semejantes a lo que pudo haber sido el español de Castilla. Hoy en día uno ve algunas de las películas de estos directores de cine nuevos en España y uno no entiende lo que están diciendo. Eso muestra que evolucionamos distinto y que si bien todos vinimos del castellano de Castilla, es evidente que allá evolucionaron de una manera y aquí de otra. Que sea mejor el uno que el otro, lo importante realmente es llegarnos a conocer. Ahora, que sea mejor o peor desde el punto de vista puramente lingüístico, no, ese es un valor fundamentalmente social: que me pueda parecer más bonito, más entendible, más melódico, pero todo son o valoraciones sociales o estéticas de la lengua”.

Y las reglas, ¿qué tan bien las cumplimos?
“Las cumplimos... yo creo que nosotros en realidad sí nos preocupamos, más que todo porque no hemos tenido hasta ahora, pero ese es uno de los grandes problemas que tenemos en el nuevo milenio, mucha influencia de otros idiomas modernos, como evidentemente pudiera pasar en las fronteras, por ejemplo el Gran México y Estados Unidos. Ese famoso espanglish, que evidentemente es una mezcla que rompe muchas de las reglas, pero también/tampoco, nos debe asustar que esa regla se rompa, porque así fue que nacieron todas las lenguas. ¿Cómo fue que hubo esa separación entre las lenguas romances del latín, del francés, del romano, del italiano, del español? Fue porque empezaron a romper las reglas del latín. Y el mismo español sale del latín rompiendo reglas y no poniéndole cuidado a los romanos y diciendo no queremos hablar con ustedes, queremos hablar distinto. A la hora de la verdad esa es la explicación de la evolución de las lenguas. El punto fundamental es que hay un correcto español desde el punto de vista del sistema, pero no hay un mejor español, en términos de la selección que la gente pueda tener, de un recurso muy grande, que es una lengua infinita”.

Sin embargo, uno siente a los papás preocupados por cómo hablan los hijos. ¿Eso es evolución o involución?
“Una evolución total y una preocupación de una generación de no poder entender a la próxima. ‘Usted tiene que hablar bien y cómo es esa palabra que yo no entiendo’ y a medida que la evolución legitima una palabra nueva, que no se confunda con el resto del sistema, esa palabra se adapta y se adopta. Nuestros nietos no van a hablar el mismo español que nosotros. La lengua no es estática. Lo más particular de lo humano es el tiempo y la evolución, y la lengua es solamente humana”.

Ese cambio se acentúa con lo digital...
“Ahí lo que hay que pensar realmente no es solamente una normatividad. Digamos esas reglas de una buena sintaxis, una buena gramática, una buena fonología. Hay una normatividad de uso, de tal suerte que si vamos a hablar con nuestras abuelitas, no les podemos hablar como le estamos hablando a la compañera de la universidad, porque la pobre abuelita no entiende y está totalmente descontextualizada. Se trata es de comunicar con la lengua”.

¿Y que romper las reglas implica conocerlas?
“Fíjese usted que si nosotros usáramos siempre las reglas, siempre habláramos bien, siempre fuéramos muy bien educados, este mundo sería a-bu-rri-dí-si-mo. No podríamos decir mentiras, porque una de las reglas es ser sinceros, no podríamos inventar chistes, no podríamos hacer poesía. La irrupción y la ruptura de una regla no es nada más que el arte de la palabra. Donde está el mayor sentido en una comunicación es posiblemente cuando se rompe la regla, porque es lo que uno le está dando de lo propio. Hay algo más allá de solamente lo propiamente literal, y evidentemente eso lo que hace que la vida sea un poquito más agradable”.

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