Por Daniel Rivera Marín
Quizá una de las preocupaciones últimas de las Instituciones de Educación Superior, IES, ha sido articularse con la sociedad. ¿Cómo generar conocimiento que no se quede encerrado en un aula o en un laboratorio? No se trata de divulgación de la ciencia, sino de darle practicidad a la misma, de acercarla a la cotidianidad y solucionar problemas o mejorar la vida de todos.
Así, han empezado a nacer proyectos en las universidades que se preocupan por el diario vivir, las consecuencias del conflicto armado, o los retos que se afrontan en climas hostiles donde, por ejemplo, las inundaciones son la constante.
Lucía Atehortúa, bióloga e investigadora de la Universidad de Antioquia, dice que la universidad plantea el desarrollo investigativo con base en las necesidades que se crean en la región, “los aportes en ciencia y tecnología están muy ligados a la sociedad, o deben estarlo, obviamente todos queremos hacer la investigación de nuestros intereses, y eso es importante, y deberíamos tener la libertad, pero vivimos en un país donde requerimos que los pocos recursos con los que se cuenta sean lo mejor utilizados. Generamos desarrollos para la sociedad. Hay mucho aporte en el tema de salud, del medio ambiente. Nuestra tarea es buscar soluciones a través de la investigación”.
Jorge Iván Romero, uno de los fundadores de Eafit, dijo, cuando dicha universidad cumplió 50 años, que el Instituto del Plástico, por ejemplo, era una muestra de esa articulación, “se están haciendo investigaciones de plástico y caucho para las empresas, tenemos unos informes de resultados muy buenos”.
Una muestra de la pertinencia del trabajo realizado en el Instituto de Capacitación e Investigación del Plástico y el Caucho es la patente que recientemente le entregó la Superintendencia de Industria y Comercio para el “Dispositivo compostable para hidratación de flores frescas cortadas”, y otra para el “Compuesto absorbedor de oxígeno y método para producirlo”.
No son solo las ciencias duras las que pueden aportar a la sociedad. El antropólogo Vladimir Montoya, dice: “Para la universidad tiene todo el sentido desarrollar el conocimiento y más en una región o en un país como el nuestro, porque justamente es en el desarrollo científico donde están las posibilidades de encontrar alternativas a una serie de problemáticas sociales que nos han venido aquejando. Para la Universidad de Antioquia participar del sistema de producción de conocimiento es fundamental, pero también lo es para la sociedad. La U. de A. ha permitido una discusión alrededor de la ciencias sociales, lo que ha permitido que se vincule a las comunidades, eso es una ruptura fundamental”.
Proyectos que benefician
Pensar, por ejemplo, en que hace unos días la Universidad Nacional, sede Medellín, presentó una nueva papa criolla mejorada con antioxidantes (moléculas con la capacidad de retardar o limitar la capacidad de envejecimiento de las células y están contenidos en alimentos como frambuesas, arándanos, el maní, el aguacate, el ají y la papaya), investigación que duró siete años.
Sobre esto, el profesor e investigador José Miguel Cotes Torres dijo: “Normalmente cuando se habla de genética se piensa en laboratorio. En este caso el proceso de mejoramiento genético fue realizado por la metodología tradicional en campo, con los procesos de selección e hibridación de las papas, que llevaron a obtener las cinco variedades. Este año estamos divulgándolas y ya hay algunos agricultores que están interesados en producirlas”.
Hace un par de años, la Universidad Eafit presentó un prototipo de casa flotante que tuvo pruebas en el embalse El Peñol-Guatapé; la estructura flotaba gracias a la miles de botellas pet no retornables que en la mayoría de los casos terminan en la basura y generan contaminación. En su momento se dijo: “Es un sistema modular, construido por colombianos con materiales nacionales, y que podría ser la solución de vivienda buscada por centenares de personas afectadas actualmente por el invierno que se vive en el país”.
El cumplimiento del propósito no estaba lejos, hoy las viviendas están en Sucre, donde en el invierno las lluvias son profusas y dejan muchas familias damnificadas.
Además, la universidad también ejerce un papel veedor y vigilante, es el caso, por ejemplo, del Observatorio de Ética, Política y Sociedad de la Universidad Pontificia Bolivariana, donde estudian y analizan las dinámicas democráticas, donde se les sigue la pista, por ejemplo, a las propuestas de los candidatos a presidencia, alcaldías, gobernaciones, etcétera, además de las corporaciones y la ejecución de políticas públicas.
Hace unos días, la ingeniera bióloga Ana Cristina Jaramillo, recibió el premio Mujeres Jóvenes Talento de la Alcaldía de Medellín, pues con la sede local de la Universidad Nacional adelanta una investigación con tuza y hongos, lo que podría limpiar el río Medellín de los colorantes que algunas empresas derraman en él.
Aunque a veces parecen imperceptibles, cada vez los logros de las investigaciones de las universidades se ven reflejados en la sociedad, el conocimiento que se pone en práctica. Hay los que logran hacer casas flotantes, modificar papas para que tengan mayores propiedades o generar conocimiento para el beneficio de todos los ciudadanos.