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Se acabaron las décadas en los que los líderes del mundo podían dar largas al asunto. La COP21 es la cita que todos esperan para que por fin se produzcan medidas que ayuden a enfrentar con suficiencia el cambio climático y que permitan salvar el planeta de una catástrofe cada vez más probable.
Además de numerosas ONG, ambientalistas, organismos multilaterales y científicos, el Papa Francisco ha liderado la presión puesta sobre la reunión que inicia el lunes y a la que 147 jefes de Estado del mundo asistirán.
“Nos enfrentamos con una opción que no puede ser ignorada: o mejoramos o destruimos el medio ambiente”, declaró en un acto en Nairobi, Kenia, donde funciona la sede del Programa Medioambiental de la ONU.
¿Pero qué asuntos determinarán el éxito o fracaso de la reunión? EL COLOMBIANO indagó con expertos y políticos sobre la cumbre que todo el globo espera.
Para Santiago Silva, docente de Análisis y Diseño de Políticas Públicas de la Universidad Eafit, la COP21 podría darse por bien servida si logra que los dos mayores contaminadores del aire del planeta, E.U y China, acuerden estrategias para reducir sus emisiones y estas se puedan empezar a implementar desde el corto plazo.
“Esos dos países, que son los principales emisores de gases de efecto invernadero, han tenido acercamientos e iniciativas bilaterales que buscan avanzar en ese sentido. Con la reciente visita de Xi Jinping a territorio estadounidense, se pactó un mayor control de la industria y varias medidas para reducir la contaminación. En cualquier caso, la reunión global debe servir para que esos anuncios se concreten, se trasladen a compromisos claros”, explicó.
“A diferencia de Europa, E.U. sería una de los últimas naciones desarrolladas en tomar por tanto medidas serias para reducir sus emisiones, y al estar entre las que más contamina, que se logren compromisos con dicha potencia sería un paso muy importante. Si se logra esto se puede enfocar ahora la labor en países en vías de desarrollo —particularmente China e India con alta población y un control muy laxo a sus industrias—, que representan un desafío a futuro para la lucha contra el cambio climático. Eso significaría un avance fundamental”.
Consultado por EL COLOMBIANO, el abogado Luis Felipe Guzmán, investigador del Departamento de Derecho del Medio Ambiente de la Universidad Externado, se mostró optimista con que este cometido se logre en la cumbre y explicó sus motivos.
“Esta es la primera generación que toma conciencia del problema, pero será la última que podrá actuar decisivamente. Ha existido un compromiso de algunos países en las diferentes negociaciones sobre cambio climático (Kioto, Bali, Copenhague, Durban, Varsovia, Lima), pero han sido un fracaso. No obstante, hoy existe una conciencia colectiva de los jefes de Estado para afrontar los problemas ambientales con responsabilidad”, afirmó.
En diálogo con EL COLOMBIANO, la canciller María Ángela Holguín coincidió con ese optimismo, al afirmar que “ya hay 154 naciones que enviaron sus compromisos de reducción de emisiones, que implican cambios en las industrias, ciudades y personas. Muchas de estas medidas a largo plazo generan ahorros económicos sustantivos, y mejoran la competitividad, así que el “cambio de chip” no debe ser visto solo como un costo para los países, sino como una oportunidad”.
Otras de las grandes amenazas para la COP21 es que temas externos la afecten y que, tal como en otras ocasiones, la reunión ocupe otros asuntos como si fueran más prioritarios que la grave amenaza que significa el calentamiento global sobre el planeta.
“El gran peligro sobre la COP21 es que otras crisis secuestren la cita sobre el medio ambiente. París será el primer escenario donde se encontrarán el presidente ruso Vladimir Putin, y su similar turco, Recep Tayyip Erdogan. Ahí podrían olvidarse del asunto ambiental y quitarle protagonismo a este propósito mundial. Asimismo, los temas migratorios podrían interponerse”, afirmó Silva.
“Esta ha sido la gran tragedia de estas cumbres, cada que se habla del tema ambiental hay una crisis que los jefes de Estado consideran más urgente, por lo que le quitan protagonismo a la lucha contra el calentamiento global”, agregó.
En este sentido, el propósito debe ser claro y sagrado, porque desde hace años se previó a la COP21 como el momento de tomar decisiones efectivas contra el problema.
Tal como explicó Holguín, siguiendo lo expresado anteriormente a EL COLOMBIANO por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo, “el país llevará el compromiso de bajar sus emisiones en un 20 por ciento, proyectadas a 2030”. Con esto se espera obtener apoyo económico para mejorar la competitividad.
“Con ayuda internacional podríamos aumentar el compromiso a 25 o 30 por ciento. Esta es una negociación tanto económica como ambiental. Colombia viene buscando opciones de reducción de gases efecto invernadero en todos sus sectores productivos, opciones que al mismo tiempo generen ganancias económicas y sociales para avanzar en desarrollo sostenible”, agregó.