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Aviones de la coalición liderada por Estados Unidos atacaron el jueves un convoy del régimen en Siria cerca de la frontera con Jordania, seis semanas después de los primeros bombardeos de la administración Trump.
Por otro lado, en el centro de Siria, los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) llevaron a cabo un sangriento ataque que dejó más de 50 muertos, la mitad de los cuales eran milicianos prorrégimen.
Estos hechos coincidieron con las negociaciones que se están celebrando en Ginebra desde el martes, auspiciadas por la ONU, entre representantes del régimen y la oposición, que aceptaron formar un comité de expertos sobre la Constitución.
“La coalición ha bombardeado a las fuerzas prorrégimen (...) que suponían una amenaza para las fuerzas estadounidenses y las fuerzas aliadas (sirias) en At-Tanf”, cerca de la frontera jordana, declaró el coronel Ryan Dillon, portavoz de la coalición antiyihadista liderada por Washington.
Otro responsable estadounidense, que pidió el anonimato, precisó a la AFP que las fuerzas prorrégimen atacadas eran “probablemente milicias chiitas”, sin dar más detalles sobre su identidad. El régimen de Damasco, por su parte, no confirmó el bombardeo estadounidense.
El secretario estadounidense de Defensa, Jim Mattis, aseguró que Estados Unidos no trataba de “incrementar su papel” en la guerra sino de defender a sus tropas si se ven amenazadas.
La coalición no bombardea a las fuerzas vinculadas con el régimen sirio, excepto en el caso del ataque contra la base aérea siria de Shayrat, a principios de abril, decidido por el presidente Trump tras un ataque químico del régimen.