Si la conservadora Theresa May, quien desde mañana asume como primera ministra del Reino Unido, logra sortear las fracturas que dejó la renuncia de la isla a la Unión Europea, su nombre tendrá opción de recordarse como el de la segunda mujer que llevó las riendas de ese país y trascendió a la historia.
Y es que May, a quien ya relacionan irremediablemente con Margaret Thatcher, líder entre 1979 y 1990, se enfrenta al momento más álgido que ha vivido Gran Bretaña en la última década: que un 51,9 % de la población expresara rechazo a pertenecer al bloque económico que los mantenía ligados con el resto de Europa; que occidente viera con malos ojos la decisión; que el exprimer ministro David Cameron dimitiera; que Escocia volviera a hablar de independencia, y que acechara el temor de un PIB (Producto Interno Bruto) 4,5 % menor.
La que fue ministra del Interior de Cameron, de 59 años, proclamó su victoria en la mañana del lunes durante el proceso interno para elegir a un nuevo líder del Partido Conservador, y en el que su única rival, Andrea Leadsom, decidió retirarse.
El suceso político le permitió a May no tener que someterse a elecciones internas entre los 150.000 afiliados de la coalición, y en cambio recibir el directamente el título de líder, lo que reduce hasta en dos meses el proceso para que el Reino Unido tuviera un rostro que asumiera sus nuevos desafíos.
El camino de salida
Aunque para Miguel Martínez, coordinador de la línea Europa de la Universidad Externado, no será fácil resolver las decisiones que quedaron después del “brexit”, “porque ahora el mango de la sartén lo tiene la Unión Europea y no el Reino Unido”, los académicos de vieja data en la isla mantienen la esperanza.
Según George Jones, profesor emérito de Gobierno del London School of Economics and Political Science, si bien las fracturas son “profundas”, la nueva primera ministra estará en una buena posición para recuperar la confianza.
“Su partido estará unido y apoyarán sus decisiones”, dice, y explica que como primer paso, el nuevo Gobierno iniciará un proceso para decidir sus prioridades en la negociación del retiro de la Unión Europea. Luego, harán la solicitud formal para salir, lo que podría tomar dos años, y en ese momento, continúa el experto, “veremos un desenredo gradual de los lazos entre el Reino Unido y el bloque”.
Para Jones, el hecho de que May hubiera apoyado al saliente primer ministro en su deseo de permanecer en la UE, sin ser una participante activa en la campaña, hace que logre conciliar a amigos y enemigos de Cameron, dentro y fuera del partido.
De hecho, la política cuenta con un amplio apoyo entre los diputados de su partido, donde obtuvo más del 50 % de los votos en la segunda ronda para elegir a un representante.
No obstante, aunque la líder tiene terreno ganado, el académico advierte que la forma de llevar las negociaciones debe ser “cautelosa, pero decidida, manteniendo su gabinete unido y sin caer en la retórica”.
Nuevos amigos del Reino
“La clave para la nueva primera ministra será aplicar una transición suave”, opina Enrique Serrano, internacionalista de la U. del Rosario.
Según dice, May es hábil en la vía diplomática y buscará a toda costa una mutua conveniencia con la UE, un modelo en que se afecte lo menos posible a actores públicos y privados y en que se creen reglas para preservar el 85 % de la movilidad actual entre países.
“Evitar los radicalismos en esos dos temas, el macroeconómico y el migratorio, son los dos pasos más importantes de esta primera etapa que ella deberá asumir”, insiste Serrano, mientras Martínez apoya la idea de que lograr acuerdos como los que tienen Suiza y Noruega con la UE sería, aunque difícil, el mejor de los escenarios.
“Gran Bretaña tendría que someterse a aceptar la libre circulación de personas, como Suiza y Noruega, pero solo así podrán volver a generar confianza en el bloque y evitar que muchos negocios se vayan de Londres a Frankfurt”, destaca el docente.
Además de esta relación, para Arlene Tickner, del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Los Andes, será vital fortalecer alianzas transatlánticas, con Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, así como calmar los ánimos para evitar que Escocia e Irlanda del Norte den rienda suelta a sus deseos de salir del Reino.
No obstante, la garantía del éxito, retoma Jones, está en que May se centre en cuestiones prácticas claves que preocupan a la opinión pública británica, sin atacar a la comunidad internacional. “Ahora es el momento para que reluzca la fama del Reino de ser un buen negociador y de que será una presa fácil”, confía.