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Una guerra de desgaste. La segunda mitad del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos se inaugura con una disputa por el presupuesto para la construcción de un muro en la frontera sur de México, la cual tiene cerrado el gobierno federal hace tres semanas.
Se trata, para los analistas, del primer capítulo del “gobierno dividido” en Estados Unidos que se instauró con la pérdida de la mayoría en una de las cámaras del Congreso por parte de los republicanos, un adelanto de lo que será la política de ese país durante los dos años de mandato que le quedan al presidente Trump.
Este insiste en la aprobación de 5,7 mil millones de dólares para la construcción del muro, mientras los demócratas afirman que solo avalarán 1.400 millones de dólares para el presupuesto general de la seguridad de las fronteras y no concretamente para una barrera de acero.
Nancy Pelosi, recién erigida como presidenta de la Cámara, lo que la convierte en líder de la oposición, afirmó sobre la coyuntura que pareciera a que a Trump “no le gustaría cerrar el gobierno, sino abolir el Congreso, de tal manera que la única voz importante fuera la suya”.
La tensión ha escalado al punto de que, ayer, el mandatario republicano amenazó con declarar una emergencia nacional si no se destraban las negociaciones. Entre tanto, unos 800.000 empleados federales trabajan sin paga y los museos y parques nacionales cierran sus puertas.
Javier Garay, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado y doctor en ciencia política, explica que, si bien la figura de cierre de gobierno se ha presentado en otras ocasiones, “este caso es atípico pues es inducido por el propio ejecutivo. Trump no está dispuesto a ceder y dijo que dejaría prolongar esta situación hasta por un año de ser necesario”.
Sin embargo, no se trataría de una coyuntura sin salida. La estrategia de los demócratas sería mantener funcionando el gobierno a través de la aprobación de leyes presupuestales puntuales para cada dependencia federal, lo cual, a juicio de Garay, es posible.
Sin embargo, también hay preocupaciones desde el bando republicano. Algunos de los copartidarios de Trump consideran que su obsesión con la construcción de un muro para frenar la inmigración ilegal lo distrae de las prioridades de su gobierno.
Activistas contra la migración, como Mark Krikorian han señalado –citado por el diario The New York Times– la ineficacia práctica del muro para contener a las personas que intentan entrar a Estados Unidos ilegalmente. Como símbolo de campaña, la promesa del muro le permitió a Trump llegar a la presidencia de, pero como objetivo político le está costando la viabilidad de su gobierno