Cuando es tarde de verano en Barcelona, el icónico paseo Las Ramblas, dos kilómetros que atraviesan el centro de la urbe hasta su puerto antiguo, se encuentra atestado de mercados, turistas, bares e historia. Por eso, un atentado terrorista en esa arteria significa golpear al corazón de la ciudad española.
La furgoneta conducida por un miembro del Estado Islámico que en la tarde del jueves embistió allí a una multitud no solo terminó con la vida de 13 personas y dejó heridas a un centenar, entre ellas un colombiano y 15 con lesiones graves, sino que lastimó a un símbolo.
“Sentimos tristeza por las víctimas, porque es un sitio muy concurrido, tanto por turistas como por gente de Barcelona, pero también es un referente, y parece como si la intención fuera acabar con el afecto que tenemos por el lugar”, comenta Marta Rovira i Vergéss, secretaria general del partido Esquerra Republicana de Catalunya (ERC).
“Está claro que fue un acto planificado. Estado Islámico ha escogido un objetivo muy singular, la zona más turística de nuestra ciudad”, expresa Vicenç Fisas, exdirector de la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona. Si bien él ha explorado como pocos expertos los conflictos del mundo, e incluso asesoró a Colombia en el diálogo de paz con las Farc, como ciudadano no deja de asombrarse por lo sucedido.
“Es increíble que con tan poca logística, con apenas un vehículo, puedan atropellar a una ciudad así”, dijo, aunque destacó que la reacción de Barcelona no fue el miedo: “No nos vamos a acobardar en absoluto ni vamos a permitir que disminuya nuestro carácter ni nuestra forma de ser. Seguiremos siendo como somos, una ciudad de paz, abierta, solidaria y cosmopolita”.
De hecho, menciona Fisas, “la solidaridad brutal de la ciudadanía” se hizo sentir ayer en las calles: los taxistas recogieron a heridos, la gente fue a los hospitales a donar sangre, los bares y hospitales acogieron a quienes quedaron encerrados por los acordonamientos de la Policía en el centro, los médicos que estaban de vacaciones regresaron para ayudar y el transporte público fue gratuito.
Mientras tanto, al medio día de hoy se espera a miles de personas en la Plaza de Catalunya para condenar el terrorismo y mostrar, con un minuto de silencio, “que tenemos una respuesta clara contra la violencia”.