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El este de Alepo se convirtió en una gigantesca caja de muerte

ONU pronosticó que en dos meses y medio esa zona estará destruida. Expertos lo confirman.

  • El este de Alepo, la última zona ocupada por rebeldes en esa ciudad, despierta todo el interés del régimen sirio, que según cuentas de la ONU, desaparecerá en dos meses y medio. FOTO Reuters
    El este de Alepo, la última zona ocupada por rebeldes en esa ciudad, despierta todo el interés del régimen sirio, que según cuentas de la ONU, desaparecerá en dos meses y medio. FOTO Reuters
15 de octubre de 2016
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Cuando los niños de la escuela Hatem Al Taai, en Alepo, iban camino a la escuela el jueves en la mañana, los morteros de uno de los bandos que se disputan la ciudad –los rebeldes o las fuerzas del régimen y sus aliados internacionales– los alcanzaron.

Cuatro de ellos murieron y tres más quedaron heridos. Y es que en Alepo, ataques indiscriminados contra zonas pobladas matan a decenas de niños “todos los días”, y aquellos que sobreviven “son testigos de la violencia espantosa que ningún menor debería ver, lo que les deja con cicatrices físicas y psicológicas de por vida”, relata desde la zona Hanaa Singer, representante de Unicef en Siria.

Ni siquiera se salva el centro histórico de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986. Sus calles estrechas, sus caravasares y estructuras del siglo XII –más de 450– han sido destruidas. “El patrimonio cultural se volvió enemigo de los grupos armados, porque su ideología extremista lo niega como arte, identidad e historia de nuestra diversidad cultural, y en cambio creen que son ídolos que hay que exterminar”, explica Maamoun Abdulkarim, director general de Antigüedades y Museos de ese país.

“La población del este Alepo ha estado viviendo en estado de sitio desde julio. Se estima que 250.000 personas están atrapadas en medio de intensivos e indiscriminados bombardeos por parte de los gobiernos de Siria y Rusia, que han hecho la vida imposible”, cuenta Carlos Francisco, jefe de misión de Médicos Sin Fronteras para Siria.

Según lo que él mismo ha presenciado, la población –fundamentalmente los heridos de guerra y las personas que están gravemente enfermas- no tienen salida. Los productos esenciales, tales como los alimentos o la leche para bebés, son escasos. El acceso al agua limpia es un problema, lo que aumenta el riesgo de exponerse a enfermedades transmitidas por el agua.

En Alepo, además, las personas no solo mueren por las heridas de guerra, sino también de enfermedades crónicas. El jefe de misión ha visto cómo los hospitales que aún funcionan están desbordados y no pueden hacer frente a la cantidad y gravedad de las lesiones. Los médicos tienen que tomar decisiones sumamente difíciles para salvar a las personas que tienen la mayor probabilidad de sobrevivir. Los cirujanos a menudo informan que tienen que operar en el piso porque no tienen suficientes mesas.

“Las bombas caen de aviones sirios y rusos, y el este de Alepo se convirtió en una gigante caja de muerte”, describe Francisco en entrevista, y agrega que aunque no es experto militar para estimar cuánto tiempo puede durar el estado de sitio y cuál será el resultado final, “lo que atestiguamos es un sufrimiento terrible de la población y una violación continua a las reglas de la guerra”.

El fin está cantado

El relato de aquellos que viven en el Alepo espantoso de las noticias o que trabajan para revertir su catástrofe, indica que la que fue capital económica de Siria está camino a la extinción.

No estaba equivocado el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, cuando dijo hace una semana que el este de la ciudad puede quedar destruida en dos meses y medio y con “miles” de civiles muertos y heridos si la ofensiva gubernamental continúa.

“No hay duda de que Siria como país está destruido y Alepo sufre los rigores de un genocidio cometido por el régimen, con colaboración de Rusia y de Irán”, opina Marcos Peckel, internacionalista experto en terrorismo de la Universidad Externado.

Para él, la ciudad más grande de Siria y, antes de la guerra, la de mayor importancia por su multiculturalidad, es la última que está bajo control de los rebeldes y el corredor que conecta con Turquía, razón por la cual es de todo interés del Gobierno, “que no descansará hasta apoderarse de ella”.

La estrategia, continúa, en la misma utilizada por Vladimir Putin en Chechenia para acabar con la insurgencia separatista: el exterminio.

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