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Las ansias de una apertura democrática y elecciones en Hong Kong sin candidatos controlados por Pekín chocaron ayer contra la orden del Gobierno chino de desalojar las tres zonas donde miles de protestantes se congregan desde hace dos meses.
Las tensiones se elevaron en un nuevo intento de desalojo por parte de la Policía de los manifestantes de un tramo de 100 metros en la calle Arglye, en el barrio obrero de Mong Kok, lo que provocó enfrentamientos que terminaron con la detención de 32 personas, mientras que tres agentes tuvieron que ser atendidos con heridas.
En las últimas semanas las autoridades intentan cumplir con una orden judicial del Tribunal Superior de Hong Kong, que ordenó eliminar los obstáculos y despejar tres zonas de la ciudad tomadas por los manifestantes (Admiralty, Causeway Bay y Mong Kok).
Esa decisión judicial llegó tras una demanda de dos asociaciones de taxistas y una empresa de autobuses, que argumentaron pérdidas económicas que sus negocios estaban por los bloqueos de las vías y los disturbios.
La Policía pretende completar el desalojo de Mong Kok el resto de esta semana con la eliminación de las barricadas instaladas en las calles. Para hoy está previsto despejar la zona ocupada de la calle Nathan con cientos de tiendas de campaña que se extienden en un tramo de más de medio kilómetro.
Esto hace temer por un brote de violencia y más protestas en una región capitalista, bajo gobierno del gigante comunista. Varios de los manifestantes expresaron a la prensa su intención de volver a ocupar las calles desde el próximo viernes si la Policía elimina las barricadas.
Otros, frustrados por dos meses sin conseguir las reformas electorales y elecciones sin límites de candidatos, ya piden aumentar la presión al Gobierno local.
Así lo señaló a la agencia Efe Demy Wong, de 25 años, quien sugirió que era hora de “ocupar de verdad las oficinas del Gobierno como nueva forma de protesta”.
Lina Luna, coordinadora de Estudios Asiáticos de la Universidad Externado de Colombia, sostiene que “el Gobierno comunista chino se resiste a otorgar más libertades a una zona semiautónoma especial como Hong Kong, la más occidentalizada”.
Esta excolonia británica, cedida a China en 1997, vive una paradoja que explica las protestas. Tiene más autonomía, sus habitantes tienen libertad de expresión y derecho a protestar, pero no pueden elegir a sus gobernantes. Hasta hoy, el jefe de Gobierno local es elegido entre un máximo de tres candidatos seleccionados por un comité cercano al Gobierno de Pekín.