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Un apretón de manos parece acercar, aún más, a Corea del Norte y Corea del Sur. Ayer, los líderes de Seúl, Moon Jae-in, y Pyongyang, Kim Jong- un, llegaron a acuerdos que permitirían disminuir las tensiones entre ambos países y alcanzar la desnuclearización de la península, durante el segundo día de su cumbre. Este encuentro es el tercero en la historia reciente entre dos mandatarios de estos países, que se realizó en la capital norcoreana.
Ambos firmaron un acuerdo para suspender, desde el próximo primero de noviembre, sus respectivas maniobras a la frontera terrestre. Gracias a este, se eliminarán once puestos de guardia fronterizos en un territorio que ha vivido en constante tensión desde mediados del siglo XX, escenarios de las confrontaciones ideológicas entre los dos países que se separaron durante el estallido de la Guerra Fría, en 1948.
También anunciaron que establecerán una zona de restricción de vuelo junto a la línea divisoria y un área en torno a su frontera marítima occidental en la que se prohibirán las maniobras y los ejercicios con fuego real. Este histórico documento, que dieron a conocer tras su reunión, se constituye como el acuerdo de mayor relieve para rebajar la tensión militar entre dos países cuya relación mejoró después de su participación, como una sola delegación, en los Juegos Olímpicos de Invierno.
Y es que en lo que va de este año se han presentado los avances más significativos entre ambos. Un hecho que beneficia a sus ciudadanos, especialmente a los de Corea del Norte, país que ha vivido exiliado del orden mundial. Favorece también a Estados Unidos.
En la declaración conjunta firmada por Moon Jae-in y Kim Jong-un, Pionyang se compromete a dar nuevos pasos hacia la desnuclearización, como el cierre permanente de su central de Yongbyon, epicentro de su programa nuclear, con la condición de que Washington cumpla con lo acordado en la cumbre de junio en Singapur, limitar las sanciones.
Y es justamente la desnuclearización de Corea del Norte el objetivo que ha perseguido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde que decidió acercarse al problemático líder de Pyongyang, quien llegó a asegurar que tenía un botón nuclear junto a él, en su escritorio, y no dudaría en usarlo. Estas declaraciones evidencian que Corea del Norte se ha presentado como una amenaza para el gobierno de Trump.
Tras la cumbre, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, celebró los “importantes compromisos” de Pyongyang durante la cumbre y dijo que Washington está listo para “entablar inmediatamente negociaciones” para lograr la desnuclearización norcoreana “para enero de 2021”. Incluso, invitó a su par norcoreano, Ri Yong Ho, a tener una reunión en Nueva York la próxima semana al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Kim Jong-un acordó realizar una histórica visita a Seúl, la primera de un dirigente norcoreano desde la partición de la península en 1953. Además, como muestra del acercamiento cada vez mayor prometieron algunas iniciativas bilaterales, como presentar una solicitud conjunta para los Juegos Olímpicos en 2032, así como organizar regularmente reuniones de familias separadas por la Guerra de Corea y conectar sus redes viales y ferroviarias.
Al otro lado del mundo, en América, Estados Unidos esperaba el resultado. “Corea del Norte vuelve a comprometerse con la desnuclearización: hemos recorrido un largo camino”, aseguró Trump. Muestra de que los acuerdos logrados ayer entre ambos países constituyen el mayor avance para la península coreana y la tan ansiada desnuclearización que busca EE.UU.