Nueve personas que acudían a una iglesia metodista de la comunidad afroamericana de Charleston, Carolina del Sur, murieron abaleadas por Dylann Roof, un joven blanco de 21 años que había estado rezando junto a ellos durante una hora.
Ya un hecho así no parece aislado de ninguna forma en la actualidad estadounidense. Se produce justo cuando el debate sobre la necesidad de reformar la legislación en torno al porte de armas en E.U. se enfriaba, por lo que vuelve a ponerlo en la agenda. Asimismo, al tener un tinte racial, el asunto añade mayor peso a las tensiones que se han vivido en las últimas semanas sobre racismo en el país.
El ataque ocurrió en la noche del miércoles contra la Iglesia Africana Metodista Episcopal (AME) Emanuel, una de las congregaciones negras más antiguas del país, mientras un grupo de personas participaba en su interior en una lectura de textos. De las nueve víctimas, ocho murieron en el lugar del suceso y otra en un hospital. Además de las víctimas mortales (seis mujeres y tres hombres), otras tres personas sobrevivieron al ataque y, según su relato, el sospechoso justificó su acción y les dijo: “Han violado a nuestras mujeres y están tomando nuestro país”.
Para Emilio Viano, politólogo y docente de la American University (Washington D.C.), el hecho “se sumará a los otros para irrevocablemente, en mediano plazo, lograr que una normativa que se centra en la tradición de hace dos siglos por fin se adapte a los tiempos actuales, donde no se necesita un arma al salir a la calle”. Esto con el agravante de que las armas siempre van adjuntas a ese odio racia.l