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Sequía, tierras áridas, sin agua que las riegue y sin poder dar fruto, ¿qué habrá de comer? Un escenario un tanto catastrófico, pero que comienza a hacerse común debido a los impactos del cambio climático. En África, por ejemplo, más que por la violencia o la falta de oportunidades, las personas están migrando de los territorios porque la temperatura acabó con sus cultivos y su sustento de vida: son los desplazados del cambio climático.
Así mismo ocurrió en Centroamérica. Hay quienes no dejaron su país caribeño por el conflicto, sino porque eran campesinos que se dedicaban al agro y la sequía acabó con su actividad productiva. Esos casos se vieron en una de las caravanas de migrantes que partieron de Honduras con el deseo de encontrar una esperanza de vida en territorio estadounidense.
Esa es la historia de Delmi Amparo Hernández, una hondureña cuyo esposo emprendió la caminata hacia el sueño americano dejándola con sus cuatro hijos porque, según lo reseñó CNN, el fuerte sol destruyó los cultivos de frijol y maíz. No es un caso aislado. Tal como lo ha indicado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los países centroamericanos están sobre un Corredor Seco, una franja que sufre las inclemencias climatológicas de El Niño.
El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua son los más afectados. Este territorio para la FAO “simboliza la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático y la necesidad urgente de construir una mayor resiliencia en la región”, donde cada vez hay más ventanas de tiempo sin precipitaciones que afectan a sus más de 45 millones de habitantes, de los que un 40 % vive en zonas rurales.
Pero el efecto del calentamiento global no es solo en el Corredor Seco Centroamericano o África. El deshielo de los polos ha venido aumentando el nivel del mar y se ha convertido en un dolor de cabeza en países costeros, algunos, incluso, ya han cedido sus territorios al océano; está el aumento de los caudales de los ríos, con los desastres que llegan a generar, entre otros efectos tan graves como la desaparición de especies.
Por eso, Naciones Unidas busca reducir la emisión de gases efecto invernadero para así mitigar las consecuencias del cambio climático. Un reto al que se sumaron 195 países con el Acuerdo de París, alcanzado en la Conferencia de las Naciones Unidas (COP21) de abril de 2016, pero que suma disidentes en el ámbito internacional, principalmente la Estados Unidos de Trump, segunda nación que más carbono emite después de China.
Durante las últimas dos semanas líderes del mundo estuvieron reunidos en Polonia para la COP24, cuyo objetivo era diseñar un plan conjunto y concreto para cumplir el Acuerdo de París. Lograrlo implica dos grandes retos: reducir emisiones de gases efecto invernadero y mantener el aumento de la temperatura entre 2°C y 1,5°C con respecto a los años 1850 –siendo esta última la meta de los ambientalistas– una cifra de la que se escapan las potencias mundiales (ver gráfico).
Para ello cada Estado debe aportar y este es el reto más grande: lograr una conclusión a la que todos los países estén dispuestos a acogerse. Para Mauro Fernández, responsable de política climática y energética de Greenpeace, los asuntos ambientales implican un desafío geopolítico de alta relevancia que destacan el rol del multilateralismo.
“Discursos como el de Donald Trump o Jair Bolsonaro se alejan de la cooperación internacional que permite garantizar cierto control. Si se blinda, si los países se cierran y no permiten ningún tipo de mirada internacional, las acciones que tomen afectan a todo el planeta”.
Fernández asegura que no basta con revisar las emisiones de una nación, sino que es necesario indagar sobre su actividad productiva. Para el caso de Colombia, comenta que nuestro país “si bien no es uno de los mayores emisores, sí es un gran exportador de combustibles fósiles, que son los que mayor cambio climático generan” y asegura que “Colombia no puede depender del carbón, tiene que cambiar las dinámicas y ser realmente un líder climático”.
Al respecto, el Ministerio de Ambiente explicó a EL COLOMBIANO que Colombia “es un exportador neto de materias primas y en ello basa gran parte de su economía. Conocemos los retos que esto trae a futuro cuando las implicaciones del cambio climático le exijan a la economía mundial replantearse hacia productos más sostenibles. Colombia está abierta a entrar en un diálogo mundial en el que las premisas de una transición justa está marcando los cambios y que entre todos podamos asumir las consecuencias de estos cambios”.
Según el Dane, entre enero y octubre de 2018 sus exportaciones significaron más de 6 mil millones de dólares, siendo el segundo producto de exportación después de los aceites crudos de petróleo o de mineral bituminoso.
Al preguntarle a Paola Andrea Arias, jefa de la Escuela Ambiental de la Facultad de Ingeniería, el aumento de temperatura en 1,5 grados asegura que “es una meta muy difícil” ya que se requiere una intervención realmente fuerte para poder tener el calentamiento en esos niveles. “Se necesitan acciones categóricas y globales, particularmente de los gobiernos que tienen una mayor emisión de gases efecto invernadero” y lamenta que “en este momento estamos lejos de conseguirlo”.
Para que se vean los resultados de un eventual cumplimiento del Acuerdo de París es necesaria la voluntad política de todos los países, pero parece ser un imposible. Estados Unidos, por ejemplo, anunció su salida del tratado y Bolsonaro, el presidente electo de Brasil, señaló que, si no se ajusta, también se retirará. Pero no son los únicos: Estados Unidos, Rusia, Arabia Saudita y Kuwait se opusieron a aceptar el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Ipcc), que advierte de las consecuencias.
Y justo en el marco de la COP24 el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, aseguró que “las cuestiones políticas claves siguen sin estar resueltas”. Entonces, si los estados que conforman esta organización se mantienen sin un consenso sobre las medidas para mitigar el cambio climático, conseguir esa reducción en la temperatura del mundo y bajar las emisiones de gases efecto invernadero son una tarea cada vez más lejana. Mientras eso pasa, más personas siguen siendo víctimas del cambio climático. Según el informe mundial sobre desplazamiento interno, los riesgos relacionados con el clima provocaron 16 millones de desplazados.
“La meta no solo es reducir emisiones, que de por sí es difícil de cumplir. Es fundamental trabajar en la adaptación a la situación del ambiente”, así lo explica Ángela Plata, coordinadora de la maestría en cambio climático de la Universidad Sergio Arboleda. Esto implica tareas como tener en cuenta los servicios ecosistémicos que tenemos para poder adaptarlos a las condiciones de vida. Por ejemplo, Plata comenta que “para Colombia es muy importante trabajar en la adaptación por su vulnerabilidad” (Es el cuarto país que puede ser más afectado por el impacto del fenómeno). Una misión que también está en las regiones que sufren las consecuencias más adversas del clima: África, el Corredor Seco de Centroamérica y territorios vulnerables a desastres naturales, donde las personas son desplazadas por el cambio climático.
Una suma de reducir las emisiones de carbono, emprender esfuerzos que estabilicen el aumento de la temperatura a 1,5°C y buscar adaptaciones al cambio climático permitirá atender la difícil realidad que viven las víctimas de la contaminación. Que “cada una de las partes salga de esta COP con un balance real de cómo vamos y qué tan lejos estamos de lograr los objetivos”, es para Plata una de las misiones del diálogo intergubernamental que finaliza esta semana. Un acuerdo para rescatar al planeta y a quienes viven las consecuencias del fuerte cambio climático.