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El referendo revocatorio para someter a votación popular la destitución del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sigue en veremos y con nuevos pronósticos de tropiezo.
Primero, el Consejo Electoral de Venezuela (CNE), que debía anunciar el martes pasado una respuesta sobre la validación de las huellas dactilares de las personas que firmaron para apoyar el mecanismo, aplazó de nuevo la decisión para el próximo primero de agosto.
Más tarde, Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas, acudió al CNE para solicitar la cancelación de la inscripción como partido político de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que representa a la oposición.
El líder argumentó que la MUD incurrió en el “fraude electoral más grande que ha cometido el país”, haciendo referencia a supuestas irregularidades en la recolección de más de 300.000 firmas invalidadas por no cumplir con criterios técnicos y de otras más de 50.000 que, dijo, tuvieron “irregularidades muy graves”.
“La solicitud es un disparate, una estrategia política para intimidar e intentar distraer problemas como el hambre y la falta de medicamentos”, afirmó Juan Andrés Mejía, diputado venezolano de oposición.
El político agregó que “si llega a ocurrir eso, sería un paso en la consolidación de la dictadura de Maduro”, ya que la información sobre las denuncias de Rodríguez es escasa y el CNE “no ha hecho una labor eficiente para permitir que los venezolanos nos expresemos con el voto”.
La puntualidad nunca ha sido una característica del CNE. De acuerdo con Ronal Rodríguez, del Observatorio de Venezuela en la Universidad del Rosario, el organismo no es muy cabal en el cumplimiento y muchas veces ha prolongado procesos para jugar a favor del chavismo. De hecho, en el referendo para votar la permanencia de Hugo Chávez en el poder, en 2004, hubo dilaciones que le permitieron a su movimiento crear divisiones sociales que lo favorecieron.
Ahora, respecto a la posibilidad de quitarle el aval a la MUD, Rodríguez confirma que es el CNE la autoridad para tomar esta decisión y que, por ahora, mientras se nombra a dos nuevos rectores, cinco de los seis que tiene son cercanos al chavismo, razón por la cual no sería extraño si el partido opositor pierde su capacidad para convocar a un referendo, como lo ha hecho hasta ahora.
“Es una especie de círculo. Mientras el Gobierno mantenga mayoría en el CNE, la situación es favorable a ellos, no obstante el seguimiento internacional hace que quede a contrapelo la decisión”, advierte el investigador.
Sobre esta última posibilidad, Marco Aponte Moreno, académico venezolano en la University College London, considera que por coyunturas internacionales, como las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la lucha contra el Estado Islámico, las potencias no están interesadas en que suceda algo radical en Venezuela, y aunque saben que es un atentado contra la democracia que tarde o temprano se elimine la posibilidad de un referendo, temen que cualquier muestra de fuerza se vea como intervención extranjera y genere una nueva inestabilidad.