Miles de personas llegaron la mañana de este domingo, luego de la decisión presidencial de extender el cierre de la frontera hasta el 2 de enero, a apostarse en las cercanías de los puentes Francisco de Paula Santander de Ureña y Simón Bolívar en San Antonio del Táchira.
La prioridad para quienes hacen largas colas en “el corredor humanitario familiar”, establecido por el presidente venezolano Nicolás Maduro, es la compra de alimentos en los pocos comercios de Cúcuta que están recibiendo solo billetes de 50 bolívares a un cambio de 1,10 pesos por bolívar y de nuevo retornar al territorio nacional.
Así lo dejaron saber las miles de personas que desde la madrugada permanecían en las filas que sobrepasaban kilómetros en la aduana subalterna de Ureña.
“Acabar con los pobres que quedamos matándonos de hambre es lo que quieren hacer con alargar el cierre fronterizo. Yo por mis hijos hago lo que sea y lo que me toque. Los militares nos tienen humillados y estoy dispuesta a saltar las barricadas que nos impongan para impedir el paso”, dijo Xiomara Moros en medio de la algarabía que protestaba frente a la Guardia Nacional venezolana.
Ante el control estricto de los militares que limitaban el paso a solo diez personas cada media hora, los habitantes fronterizos optaron por lanzarse, romper el cerco y en medio de los empujones y la consigna: “¡Abran la frontera, tenemos hambre!” dieron la carrera hacia el puente Francisco de Paula Santander, línea de frontera con Colombia.
Tirones, empujones y una lucha frontal entre quienes trataban de retirar el alambrado de seguridad impuesto y la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), se libró por un largo periodo.
“Todas las medidas que ha tomado el gobierno han sido arbitrarias, sin pensar en el pueblo. Esto me afecta en todo, primero porque aquí no conseguimos comida y segundo porque no me dejan pasar a Cúcuta a traerla, un día nos quitan los billetes, otro día dicen que sí sirven. Pedimos respeto al pueblo”, señaló Ricardo Sepúlveda mientras increpaba a los militares por el acceso al paso fronterizo.
Sin importar la edad, mujeres, hombres, niños y ancianos empujaban el piquete militar que en medio de gritos de comando, lograron restablecer el orden y nuevamente sometieron a los ciudadanos a las largas filas.
Ante la demanda desmedida de pobladores por ir a comprar alimentos a Cúcuta el paso binacional que en un primer momento se había anunciado hasta la 12 del mediodía fue extendido hasta las 4 de la tarde, hora local de Venezuela con retorno, “hasta que regrese el último venezolano”, dijo un militar de la Guardia Nacional a EL COLOMBIANO.