De puertas para afuera, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, afirma que poco interés suscita para su régimen el hecho de que más de 7.186.170 venezolanos participaron el domingo del referendo opositor, con el fin de expresar su rechazo a la convocatoria del mandatario a una Asamblea Nacional Constituyente para el 30 de julio.
Pero como coinciden expertos consultados por EL COLOMBIANO, en realidad Maduro empieza a sentir la presión para superar ese umbral en la elección que prevén realizar los chavistas con vistas a reemplazar la Constitución del 99.
De quedarse por debajo de los números que logró la oposición con 1/5 de los centros de votación normalmente habilitados para cualquier proceso electoral —y sin contar con tanto tiempo de antelación o fondos públicos para realizar la votación—, el régimen sufriría un golpe simbólico y su iniciativa se vería seriamente deslegitimada.
Restan dos semanas para determinar qué tanto servirá la consulta realizada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para lograr cambios en el país, pero dos días después de su realización, ya se ven algunos efectos.
Números considerables
En semanas anteriores, diputados opositores afirmaron a EL COLOMBIANO que el objetivo era igualar o superar por cientos de miles de votos el apoyo que logró la MUD en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 (7,7 millones de personas), que dejaron a dicha formación con el control de la Asamblea Nacional. Incluso, la meta según estas mismas fuentes era superar los 10 millones de votos a favor, lo que hubiera implicado el apoyo de más de la mitad del padrón electoral (19 millones de venezolanos).
“Las proyecciones parecían muy ambiciosas, y algunos hablaban de hasta 11 millones como objetivo”, aseguró Nelly Arenas, politóloga y docente de la Universidad Central de Venezuela. “Pero eso era casi imposible teniendo en cuenta que hay un abstencionismo histórico que ronda el 30 %, además del poco tiempo que tuvo la convocatoria, que contó solo con recursos propios de la ciudadanía, y que se realizó en 2.030 centros de votación, frente a 13.000 que normalmente hay para estas consultas”, añadió.
En rueda de prensa, Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, se expresó en la misma vía: “Es decir, hoy había cinco veces menos lugares para votar de lo que hay en una elección normal y sin embargo el pueblo superó todos los obstáculos”, expresó.
Para el diputado opositor Edgar Zambrano, “si se tiene encuentra que el escrutinio va en un 95%, la cifra total seguramente estará al mismo nivel que la lograda en las elecciones de 2015 y que dieron un triunfo contundente a la MUD. Eso sabiendo que en zonas rurales y apartadas no hubo posibilidad de instalar centros de votación, lo que hubiera supuesto un número mayor, pero no excluye el hecho de que los venezolanos hayan expresado voluntad de cambio. El gobierno es consciente de eso y está preocupado”.
Simbolismo y errores
La votación por sí misma no hubiera tenido un impacto tan inmediato si el chavismo no hubiera cometido una serie de errores que amplificaron el simbolismo de la fecha. Así lo argumentó la académica Arenas en diálogo con este diario.
“El chavismo fue torpe al escoger el simulacro de votación para el mismo día de la consulta opositora, intentando contrarrestarla. A la larga, la diferencia entre uno y otro evento fue abismal y la iniciativa del gobierno resultó en un autogol”, afirmó.
Por último, en Caracas quedó plasmada otra diferencia abismal: mientras que millones de ciudadanos hacían filas en paz esperando suscribir su voto, colectivos paramilitares chavistas asesinaron a la enfermera Xiomara Scott, de 61 años, lo que demuestra que los sectores más radicales del Psuv mantendrán su agenda de violencia para amedrentar toda voz crítica y eliminar todo atisbo de democracia.