Es una joya en medio del agua sucia, contaminada del mar, donde nadie esperaría encontrar tal vitalidad y diversidad.
Sí, los arrecifes coralinos entre la isla de Tierra Bomba y Barú, en Cartagena, son una incógnita para los científicos, que alarmados ven cómo se ciernen sobre ellos dos amenazas que podrían acabarlos.
“Están en un estado de conservación sorprendentemente bueno, considerando la mala calidad del agua que históricamente ha tenido la bahía, para el desarrollo óptimo de estos ecosistemas”, según Mateo López Victoria, doctor en Biología, investigador de la Javeriana de Cali, que viene estudiándolos junto a otros colegas, varios de ellos del Valle.
La cobertura promedio de coral vivo es cercana al 50 % en los sectores someros de esos arrecifes, cuando en muchas otras partes del Caribe no llega al 20 %.
“La importancia radica en que se trata de ‘sobrevivientes’, y en que pueden contener información genética o microbiana que nos permitiría conocer más sobre los mecanismos que les han ayudado a sobrevivir”.
Pero están en peligro y la alerta es general entre los investigadores. Un caso que fue presentado hasta en la reconocida revista Science.
La primera amenaza es la construcción de un canal alterno de acceso al puerto que pasaría sobre el arrecife, destruyéndolo en parte, la otra es el sistema de compuertas planeado para el Canal del Dique.
Luis Solórzano, director del Programa Caribe de The Nature Conservancy (TNC) con sede en Miami, afirma que “hay que entender cómo lograron adaptarse. Es clave para saber cómo restaurar otros. El costo oportunidad es inmenso si se llegan a perder”.
Grande
Esta es una formación de algo menos de 2 kilómetros por 200 a 300 metros de ancho, explica López Victoria. Aún se mide su extensión.
Tiene colonias de coral de gran tamaño (alguna de ellas inmensas), que va desde los 1,5 hasta los 30 metros de profundidad. “En su parte más somera es donde presenta las mayores y mejores extensiones de coral y otros organismos”.
Está ubicado entre el Canal de Bocachica (por donde transitan los buques de gran calado) y la península de Barú, aunque en realidad, prosigue, se extienden mucho más al suroccidente ya que continúan con las formaciones coralinas a lo largo de Barú.
Para Solórzano su buen estado es una muestra de la capacidad de resistencia bajo condiciones adversas.
Es que a la bahía cae toda la descarga de contaminantes del río Magdalena, como lo muestra un reciente estudio de Juan Darío Restrepo, científico de Eafit, y colegas, publicado en Science of the Total Environment sobre la afectación de las islas del Rosario (en la misma área): 177 millones de toneladas de sedimentos descargadas por el Canal del Dique a las bahías de Cartagena y Barbacoas durante 26 años de mediciones.
Pese a ello, el arrecife de Varadero está vivo. López Victoria dice que “me interesé en él por su inusual estado de conservación, bajo condiciones tan difíciles. En la medida en que más investigadores expertos en arrecifes han ido conociendo este sistema mayor ha sido la certeza de que se trata de un arrecife especial”.
Hasta ahora se han hecho estudios sobre distribución y características generales, en aspectos como zonación del arrecife, coberturas de organismos bentónicos (del fondo), composición de especies bentónicas, riqueza de especies de peces y de especies de invertebrados de interés comercial y ecológico. “También hemos hecho comparaciones entre el estado de salud de este ecosistema y el de otros arrecifes equivalentes en sectores aledaños. Lo que hemos encontrado, en general, es que estos arrecifes entre Bocachica y Barú se encuentran en un estado sorprendentemente bueno, considerando las condiciones del agua en el sector”.
El canal
A mediados de 2015 el vicepresidente Germán Vargas Lleras anunció la construcción del segundo canal de acceso a la bahía de Cartagena.
El estudio de prefactibilidad y los diseños ya se hicieron, faltando pasos como el estudio de impacto ambiental, que en febrero se preveía para finales de año.
Si el canal se hace como está planeado, comenta López Victoria “quedaría ‘grabado’ en el arrecife coralino, es la remoción del arrecife, dejando un canal en el lugar que hoy en día ocupan los corales y otros organismos”.
Existió otra alternativa, pasarlo por La Escollera, pero fue descartada aunque no se sabe qué ecosistemas habría allí.
La otra obra pendiente es el sistema de compuertas en el canal del Dique. Valeria Pizarro, bióloga de la Fundación Ecomares, indica que la opción escogida es la reducción de entrada de agua dulce y sedimentos a la bahía, como a las islas del Rosario. Posiblemente los arrecifes de estas se beneficiarían, pero no se sabe cómo respondería Varadero.
Son corales que se han adaptado a la zona, adoptando una forma aplanada y ancha que es más común en aquellos de aguas más profundas.
El experto de TNC recuerda que aparte de la importancia citada de este arrecife coralino, en el Caribe el 15 % de los ingresos provienen del turismo y los arrecifes atraen una parte de este.
¿Por qué Varadero se halla en tan buen estado? Es un misterio. Para López Victoria “es una de las grandes preguntas científicas y de conservación que queremos resolver”.
Pero si el canal lo destruye nunca se sabrá y se perderá un ecosistema único.