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Aunque su valor inicial era de unos 340 mil millones de pesos, la inversión final del proyecto de transmisión eléctrica Nueva Esperanza, a cargo de Empresas Públicas de Medellín (EPM), ascendió a 435.742 millones por sobrecostos.
Esos cerca de 96 mil millones de diferencia se explicaron por mayores compensaciones exigidas en la licencia ambiental, proyectos de participación voluntaria en las veredas del área de influencia, un rescate arqueológico en el sitio de la subestación, que implicó 16.000 millones de pesos más, y recursos administrativos por una mayor duración de las obras.
“Aunque los momentos iniciales fueron difíciles, decidimos poner al servicio todos los aprendizajes que teníamos”, explicó Jorge Londoño De la Cuesta, gerente de EPM.
En todo caso, dicho proyecto aporta una infraestructura que fortalece el Sistema de Transmisión Nacional, y beneficia a Cundinamarca, Norte del Tolima, Meta y Guaviare.
Así lo informó este martes Wilson Chinchilla, vicepresidente ejecutivo de Proyectos e Ingeniería de EPM, al anunciar que la operación comercial de Nueva Esperanza empezará en junio.
“Los departamentos recibirán la energía de otras regiones para atender sus necesidades de crecimiento, sin riesgo de racionamientos o apagones en momentos de mayor demanda”, agregó Londoño.
La subestación Nueva Esperanza, corazón del complejo de transmisión en Soacha (al sur de Bogotá), recibe una línea de transmisión a 500 mil voltios, que llega desde la subestación Bacatá, en Tenjo. También recibe cinco líneas a 230 mil voltios y una nueva línea que va desde El Guavio, explicó Jorge Mario Rivera, director del proyecto.
Añadió que al lado de la subestación Nueva Esperanza, Codensa construyó nueva infraestructura para recibir la energía transmitida por EPM e irrigarla al centrooriente del país.