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Desde orillas distintas, los administradores y copropietarios de unidades residenciales y el sistema financiero tienen opciones de trabajar por la conservación y la protección del medio ambiente. La normativa así lo señala, pero en la ejecución hay mucho por hacer.
La Asociación de Propietarios, Arrendatarios y Administradores de Propiedad Horizontal (Asurbe) no desconocen que el cuidado del medio ambiente pasa por los conjuntos residenciales. Para el vocero del gremio, Alfonso Álvarez, el tema no se les ha presentado de forma adecuada a quienes ocupan esos complejos, y admite que es prioritario promover buenas prácticas ambientales en aquellos espacios.
El dirigente indica la necesidad de implementación de los planes de manejo integral de residuos sólidos y evitar el vertimiento por los desagües de detergentes contaminantes o aceites de cocina.
También hace falta ubicar sitios de recolección de residuos peligrosos en las unidades e inculcar que los residentes minimicen el uso de plásticos. Además, plantea que las autoridades otorguen incentivos y estímulos para el desarrollo de las ideas medioambientales.
En ese sentido, la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancaria) recuerda el compromiso de estos establecimientos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre los cuales figura la protección del medio ambiente.
Por eso señala que implementar ese tipo de iniciativas implica que las empresas adopten una postura proactiva y responsable con respecto al impacto de sus operaciones y se conviertan en dinamizadoras en la construcción de un tejido social con mejores condiciones de vida.
Apalancado en la normativa (Decreto 1285 y Resolución 0549 de 2015 expedidos por el Ministerio de Vivienda), Bancolombia es la única entidad que por ahora ofrece un programa de financiación a la construcción sostenible.
Beatriz Ocampo, gerente de Sostenibilidad de ese banco, explica que son alternativas de crédito con tasas diferenciales para los constructores que incorporen en sus proyectos comerciales o con fines residenciales técnicas que permitan el ahorro de agua y energía.
El beneficio también se otorga a quien adquiera este tipo de inmuebles. Ocampo precisa que este modelo, que en otros países se conoce como hipoteca verde, se diferencia del crédito para vivienda tradicional en que el banco reconoce una tasa más baja para el préstamo de largo plazo que toma el futuro propietario de ese tipo de bienes.
No se descarta que al mercado de la construcción sostenible ingresen otros jugadores, desde los edificadores, con proyectos amigables con la naturaleza o más bancos, con tasas preferenciales para estas obras .