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Sindicalismo moderno tendrá cumbre en Medellín

La Conferencia de UNI Américas será el evento sindical más relevante hecho en el país. Una de sus líderes habló sobre realidad laboral del país y la región.

  • Adriana Rosenzvaig, secretaria Regional para las Américas de la Unión Global Internacional, que tendrá su cuarta Conferencia Regional en Medellín, del 4 al 9 de diciembre. FOTO Edwin bustamante
    Adriana Rosenzvaig, secretaria Regional para las Américas de la Unión Global Internacional, que tendrá su cuarta Conferencia Regional en Medellín, del 4 al 9 de diciembre. FOTO Edwin bustamante
02 de diciembre de 2016
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A Medellín arribarán desde hoy más de 600 delegados, 550 extranjeros, que representan a 6 millones de trabajadores sindicalizados del continente. Participarán del próximo domingo al 9 de diciembre, en el hotel Dann Carlton, de la cuarta Conferencia Regional del capítulo para las Américas de la Unión Global Internacional (UNI, por sus siglas en inglés).

Esta federación sindical, con sede principal en Suiza, agremia a 20 millones de afiliados en 190 países de cuatro continentes. Es una de las expresiones del sindicalismo moderno más influyentes al interior de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Enfoca su tarea en la defensa del trabajo decente y la sindicalización en sectores como comercio, servicios, tecnología, banca y telecomunicaciones. Además ha logrado suscribir 50 acuerdos globales con multinacionales y, entre otras, participa del Pacto Mundial de la ONU y del Foro Económico Mundial.

En Colombia han adherido a la UNI 13 sindicatos que suma más de 36 mil vinculados. Sus directivos también participarán del certamen sindical más importante hecho en la historia del país, que tendrá sus jornadas centrales de miércoles a viernes de la próxima semana.

Al frente de esta cumbre continental está la argentina Adriana Rosenzvaig, secretaria Regional de UNI Américas. Su discurso reconoce el reto de llevar el mensaje sindical a las nuevas generaciones, así como las transformaciones de la economía y el mundo laboral. Lejos de todo radicalismo y con dosis de autocrítica, también reconoce la necesidad de ajustes en el mundo sindical.

También plantea retos internos de las organizaciones de trabajadores como actores promotores de democracia, paz y justicia social, pero también su rol frente al desarrollo sostenible y la competitividad.

En diálogo con EL COLOMBIANO, Rosenzvaig explicó detalles de esta Conferencia que se realiza cada cuatro años. Ya han sido sedes Ciudad del Cabo (Suráfrica), Nagasaki (Japón) y Chicago (Estados Unidos).

“En esta oportunidad habrá una de las jornadas dedicada a Colombia, que está viviendo un momento histórico por los acuerdos de paz, que facilitarán no solo acabar con la violencia, sino transitar a un escenario donde la verdadera paz sea con derechos laborales y sindicales, cultivando una cultura del diálogo social”, comentó al explicar los ejes de la cuarta Conferencia Regional (ver Dicen de...).

También la dirigente internacional se refirió al panorama laboral del país y la región, en clave de los estigmas por superar frente a un sindicalismo que hoy está llamado a ser proactivo e ir más allá de las demandas salariales.

¿Por qué realizar la cumbre en Colombia y en Medellín?

“Este país es ejemplo de tenacidad, valentía y heroísmo, después de décadas de persecución sindical, que va desde asesinatos hasta desaparición de organizaciones completas. Que sea en Medellín tiene un valor simbólico por ese pasado difícil, por la alianza que tenemos con la Escuela Nacional Sindical y porque hay ejemplos concretos de diálogo entre empresas y sindicatos”.

¿Se requiere renovar e innovar en el mundo sindical?

“Debemos entender que estamos en un mundo distinto. Hay que pensar de forma proactiva y buscar crecer el sindicalismo en los sectores hacia donde está migrando la economía global, creando un nuevo mercado y eso implica nuevos retos de calificación de la fuerza de trabajo”.

¿Cómo percibe el sindicalismo en América Latina?

“Hay grandes asimetrías, desde sindicatos con mucha capacidad de influir no solo sobre condiciones salariales, sino en temas como la inmigración, el medio ambiente, la equidad de género, como vemos en Estados Unidos y Brasil. También hay realidades preocupantes de sindicatos atomizados, débiles. Perú y Colombia tienen atención prioritaria para UNI Américas”.

¿Por qué preocupa el país?

“Antes era más por la violencia antisindical y violación de derechos humanos. Pero desde 2010, con el desarrollo de la economía colombiana, hubo gran atractivo para multinacionales y eso plantea nuevos desafíos en condiciones laborales. Hemos encontrado que hay empresas que permiten sindicatos en sus países de origen, pero en Colombia han puesto resistencia y presiones a dirigentes de trabajadores”.

¿Pero hay casos positivos?

“Claro que sí. Está Cencosud (antes Carrefour) en que había un sindicato que empezó con 123 trabajadores y hoy tiene más de 10 mil. Esto es posible porque hubo un acuerdo global de Uni Américas con Carrefour, los trabajadores entendieron que no los iban a despedir por estar sindicalizados, así sus jefes locales se opusieran en un primer momento. También tenemos un acuerdo con la norteamericana Kimberly, y esto ha permitido firmar ya en Colombia la tercera negociación colectiva. Se logró que los sindicatos bancarios se unieran en la negociación, con una buena aceptación por parte de la mayoría de bancos en que están presentes”.

Hay una desaceleración económica evidente en América Latina, ¿qué hace UNI para concientizar a los sindicatos locales de que no se pueden mantener las mismas demandas de otras épocas?

“Eso toca uno de los ejes de esta conferencia, en perspectiva de la sostenibilidad y el cambio económico en las Américas. En el contexto actual, está claro que las negociaciones deben ir más allá de un aumento salarial, hay temas adyacentes de seguridad laboral, de equidad de género, de políticas medioambientales. De esto son conscientes sindicatos en Argentina o Brasil, donde las cosas son difíciles. Pero también es un hecho que la crisis no es para todas las empresas y los sindicatos no pueden aceptar ese argumento siempre, como pasa en el sector financiero de la región”.

¿Cuáles son los problemas transversales del sindicalismo en el continente?

“Hacia fuera, persiste la resistencia de las empresas a que se formen sindicatos, legislaciones represivas. Pero hacia adentro, también vemos sindicatos que no se modernizan, no evolucionan de acuerdo con el perfil laboral que imponen los cambios en distintos sectores, y es muy poca la representación de mujeres, aunque en los sectores en que está UNI eso es muy distinto”.

Considera que hay un estigma sobre el sindicalismo en Colombia?

“En buena parte, sí. Falta entender que los sindicatos modernos son unos aliados de las empresas, no unos enemigos. Hay muchos casos en que los sindicatos han ayudado a salvar las empresas y a sostener la fuente de trabajo. Eso no se puede olvidar”.

Hay una idea generalizada en el empresariado de que sindicato es igual a ineficiencia y menor competitividad, ¿qué les responde?

“Eso es un mito que viene de que nunca se ha dado una relación civilizada con sindicatos. La competitividad no depende de un sindicato, sino del modelo de negocio y la capacidad de responder al mercado de manera adecuada. Basta ver exitosas y rentables empresas de países nórdicos donde 85 % de clase trabajadora está sindicalizada, y dispuesta a no negociar alzas salariales cuando no se puede y tienen una discusión muy civilizada. Por ejemplo, el caso de Cencosud, en Chile, donde el 90 % de trabajadores está sindicalizado, el sindicato ha ayudado a disminuir robos en almacenes y a identificar mejoras de eficiencia”.

La baja productividad es uno de los males que varios estudios arrojan en el aparato productivo colombiano, ¿qué pueden aportar los sindicatos para mejorarla?

“Es un tema que debe ser parte de la discusión con la compañía, pero requiere condiciones de transparencia de parte y parte: no se puede exigir más productividad, cuando la empresa no invierte en formar a sus trabajadores o retener el talento. Ahora una empresa como Telefónica reconoce que la externalización y subcontratación de procesos no dio los resultados productivos esperados en varios frentes y eso ya es señal de algo”.

Pero la formación es también responsabilidad del trabajador.

“Claro, pero esa formación continua no puede recaer solo en él, tienen que haber concurso de la empresa y el mismo Estado, algo que no se ha entendido por completo en América Latina. También sindicatos fuertes y modernos han aportado a esa formación, pero en muchos casos, y hablo de Colombia, se busca acorralar a estas organizaciones”.

¿Cuál es su opinión frente al llamado a flexibilizar más las condiciones laborales?

“Esa es una discusión medieval que debe superar el ánimo de maximizar ganancias. Ya en América Latina está más que flexibilizada la fuerza de trabajo. En Chile, por ejemplo, la jornada laboral es de ocho horas, pero la gente trabaja 12 o más horas y no les pagan horas extras. También es aceptable que la población está envejeciendo, pero no se puede obligar a los trabajadores a laborar hasta los 70 años”.

Por último, ¿cómo evalúa la política laboral del gobierno Santos?

“Aparentemente hay más disposición del Ministerio de Trabajo. Muestra estar dispuesto a intervenir en la resolución de conflictos y en algunos casos ha actuado con más rapidez que en gobiernos anteriores. Pero aún vemos en los contextos locales que falta mucha cultura de negociación entre empresas y sindicatos, en lo que el Ministerio podría hacer más para generar diálogo. También el acuerdo laboral Obama-Santos por el tratado de libre comercio (TLC) ha ayudado, al menos con las empresas norteamericanas que tienen operaciones en Colombia y en que tenemos sindicatos afiliados”.

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