Aunque sea mayor el porcentaje de mujeres que viven en Medellín y su área metropolitana en edad de trabajar (85,45 %), frente a los hombres (83,17 %), la realidad es que solo un 49,82 % estaban ocupadas, 18,2 % menos que ellos (68,01 %).
En esas condiciones, el año pasado hubo un promedio de 815 mil mujeres trabajando en el Valle de Aburrá, es decir unos 161 mil menos que el total de hombres, que superó los 976 mil.
En cambio, la brecha laboral se ahonda, cuando son más las mujeres (117 mil) las que buscaron ocuparse, mientras solo 97 mil hombres estaban en esa dura labor de conseguir emplearse.
Así que la tasa de desocupación para ellas fue de 12,57 % el año pasado, es decir, subió frente a 2015, cuando fue de 11,54 %. Mientras para ellos la desocupación bajó de un año a otro de 9,51 % a 9,03 %.
Esto se desprende de las últimas cifras laborales por sexo que reportó el Dane, no muy distante de la realidad nacional: si la tasa de desocupación subió a 9,21 %, en las mujeres fue de 12,04 % y para los hombres de 7,05 %. Solo en la medición de las 13 principales ciudades, un 8,52 % de ellos buscaba trabajo, frente 11,63 % de ellas (ver gráficos)
Roles inequitativos
Pero las inequidades laborales también se expresan en la ocupación por género.
Mientras en el país había unos 624 mil hombres (4,85 % del total de trabajadores) como jefes o empleadores, esa posición solo la ejercían 229 mil mujeres, 2,46 % de las que tenían trabajo. En contraste, de los 954 mil empleados domésticos que contabilizan las cifras oficiales que hubo en 2016, el 94,6 % eran mujeres. Y ellas también participan con el 61,7 % de los llamados trabajadores familiares sin remuneración, según el Dane.
“La realidad laboral de las mujeres muestra todavía una alta dependencia de la economía del cuidado, al tiempo que se aprecia todavía una distancia muy grande entre el número de cargos de dirección que ejercen ellas frente a los hombres. Esto también explica la brecha salaria y que las mujeres ganen en promedio un 20 % menos que los hombres”, comentó Carmen Lucía Tangarife investigadora del mercado laboral en la Escuela Nacional Sindical.
En ese sentido, Iván Jaramillo, del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, ayer llamó la atención frente a un hecho que hace más inquietante la realidad laboral de las mujeres: “cuentan con mayor grado de formación, sin que este factor aisladamente corrija la brecha ocupacional y salarial”.
Aún así, ya es diciente que dentro de la población inactiva, es decir, aquella en edad de trabajar, pero que no busca ocuparse, los que estudien sean más hombres que mujeres: 51,32 % (2,75 millones) frente a 48,68 % 2,61 millones. En cambio, el 92,73 % de los dedicados a oficios de hogar son mujeres, más de cinco millones de ellas y solo 400 mil de ellos.
Finalmente, Tangarife llamó la atención sobre la prevalencia de mujeres en actividades económicas más expuestas a la informalidad, como el comercio y los servicios sociales (educación, salud y otros).