Uno de los proyectos hidroeléctricos que más tropiezos ha tenido para concretarse ha sido El Quimbo. Luego de cuatro años y dos meses de obras cruzadas por sobrecostos, protestas, bloqueos, invasiones y acciones jurídicas diversas, el proyecto está en su etapa final y se espera que en julio comience a generar cerca del 5 por ciento de la demanda nacional de electricidad con sus 400 megavatios de capacidad.
El plazo lo confirmó a EL COLOMBIANO Lucio Rubio Díaz, director de Endesa Colombia (filial de la italiana Enel), que con su subsidiaria Emgesa construye el proyecto en el sur del Huila y opera centrales que aportan cerca de un 20 por ciento de la energía que requiere el país.
“Esperamos entre mayo y junio próximos poder concluir las obras, proceder al llenado del embalse y comenzar a hacer pruebas en julio. Ya tenemos un avance de trabajos superior al 90 por ciento y de total del proyecto de 86 por ciento”, explicó el directivo, antes de marcharse el jueves pasado de la inauguración oficial de Hidrosogamoso, la nueva central de Isagén, en Santander.
Una vez en operación, El Quimbo aprovechará las aguas de los ríos Suaza y Magdalena para aportar unos 2.216 gigavatios hora-año, y representará ingresos anuales para Emgesa que oscilan entre los 200 y 250 millones de dólares.
Además abastecerá, junto a la central Betania, en operación y también de Emgesa, cerca del 8 por ciento de la demanda nacional de energía y deja a la compañía con cerca de 3.500 megavatios de capacidad instalada.
La entrada en operación de El Quimbo supone que superaría a Empresas Públicas de Medellín (EPM) como primer generador del país, que registra 3.257 megavatios de capacidad efectiva neta de 27 centrales, según información oficial de su página web.
Esto solo será hasta 2019, cuando la empresa propiedad del Municipio de Medellín sumaría 2.400 megavatios adicionales con la operación de su hidroeléctrica Ituango, en el norte de Antioquia.
Aunque lograr esa primacía temporal de Emgesa, traducido en más ingresos y seguridad energética para el país, se ha tenido que pagar un costo bastante alto.
El proyecto arrancó con un presupuesto de 837 millones de dólares y estaba previsto que estuviera listo para diciembre de 2014. Pero ahora se estima cierre en una inversión de 1.093 millones de dólares y se entregue con un retraso que, a finales de octubre, se estimaba en 190 días.
“Esos 256 millones de dólares están representados en una quinta parte de temas asociados a reprogramaciones de obras civiles y casi unos 200 millones de dólares en programas sociales, ambientales y de infraestructura para el desarrollo de la región”, acotó Rubio Díaz, en otra entrevista reciente con EL COLOMBIANO.
En esas condiciones, la energía en firme que debía aportar El Quimbo desde el mes pasado es respaldada ahora por otras centrales de la compañía, mientras entra en operación y logra cumplir no solo con el término de las obras, sino de los compromisos socioambientales.
Presiones al proyecto
Estas obligaciones se han derivado del licenciamiento ambiental y mesas de concertación locales.
En cuanto a lo primero, el proceso no ha estado exento de cuestionamientos por parte de entes como la Contraloría General de la República y la Procuraduría General de la Nación, básicamente porque se requiere inundar para el embalse 8.250 hectáreas de tierras con vocación agrícola.
De otra parte, los comités, múltiples reuniones, diálogos con las comunidades y los distintos comités de seguimiento con las autoridades regionales y locales de los municipios del área de influencia (Gigante, Garzón, Altamira, Paicol, El Agrado y Tesalia) no han sido suficientes para reducir una resistencia persistente al proyecto. Y ello, no obstante a que un 30 por ciento de su valor se ha destinado a inversiones en temas sociales y ambientales (334 millones de dólares).
“Nosotros cumplimos con los compromisos que hay en la licencia (ambiental) y, en nuestro caso les sumamos los que adquirimos en las mesas de concertación. Pese a ello, existe una presión de la comunidad por pretender recursos adicionales ante las dificultades que tienen”, justificó el director de Endesa Colombia.
Aún así, se logró en diciembre desbloquear el acceso al predio Santiago y Palacio, en Garzón, para realizar el primer reasentamiento de 25 familias de la vereda Balseadero del mismo municipio. “Esa es una señal de confianza de que estamos cumpliendo con lo que nos corresponde”, señaló Lucio Rubio Díaz, director de Endesa, en su último diálogo con este diario (ver recuadro).
Con todo, mientras el Gobierno incluyó a El Quimbo como uno de los 74 Proyectos de Interés Nacional y Estratégico (Pines), cinco de ellos de generación de energía, quienes se oponen pasaron de la protesta social a los estrados judiciales.
En noviembre pasado, el Centro de Estudios para la Justicia Social Tierra Digna radicó ante el Consejo de Estado una acción de nulidad de la licencia ambiental otorgada al proyecto, al considerar que se violaron normas para su expedición.
El alto tribunal tendrá la última palabra mientras corren los meses para que se prendan los generadores de El Quimbo.