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Convertir a la Nacional de Chocolates en una multilatina, hoy Nutresa, y
su apuesta por la sostenibilidad empresarial, son algunos de sus legados.
El sábado dejó sin palabras a todos los altos ejecutivos del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA). Todos fueron sorprendidos con la noticia del fallecimiento de Carlos Enrique Piedrahíta Arocha, el amigo, que hasta el primer trimestre de 2014 compartió con ellos las exigentes sesiones de las juntas directivas que integraban y en las que coincidían reiteradamente.
Uno de los más impactados fue Jorge Mario Velásquez, presidente del Grupo Argos, quien por mucho tiempo participó con él en la toma de decisiones de las compañías, matrices y filiales, que conforman lo que en los 70 se conoció como el Sindicato Antioqueño, y que buena parte de ellas son multilatinas relevantes con operaciones desde México hasta la Patagonia, gracias a la visión de personajes como Piedrahíta, quien transformó a la Compañía Nacional de Chocolates en el Grupo Nutresa.
Solo ayer, después de mediodía, Velásquez aclaró las ideas y accedió a relatar detalles de la amistad que sostuvo con su colega. “Era un hombre al que le cabía el mundo en la cabeza y que tuvo una particularidad muy bonita: fue de los primeros líderes empresariales con una gran convicción por los temas de sostenibilidad” (ver Cronología).
Relata que compartieron la pasión por la navegación a vela, afición que los llevó a recorrer parte del mar Caribe, durante tres días. “Para él, el mundo de la navegación era como una enseñanza de vida y de ejecutoria empresarial. Siempre decía que en el océano había que tener un norte, saber capotear los temporales, fijar un rumbo y tener la flexibilidad de cambiarlo para llegar a buen puerto”.
Velásquez conserva con detalle el recorrido que tuvo la oportunidad de hacer con Piedrahíta hacia las Islas del Rosario en el Caribe. “Era un hombre avezado en el conocimiento de la historia de la navegación, de los tipos de embarcaciones y todos los elementos de una nave de vela, que son muy particulares”.
Aunque corta, la travesía mostró la generosidad del otrora gran capitán de Nutresa por compartir y enseñar todo su saber.
Y, además de estar ocupado y atento del comando del velero, ¿a qué le dedicaba tiempo? “A disfrutar y a pensar. Él tenía el gran sentido de que la navegación era un momento con varias particularidades: la primera, el respeto siempre por la naturaleza, por el mar, por el viento, y era muy cauteloso. En segundo término decía que era un momento para estar en paz, al punto que no permitía poner música. Para él, escuchar el sonido del viento azotando las velas era maravilloso”.
De esa experiencia ocurrida hace un par de años, el presidente del Grupo Argos asegura guardar una reflexión. “El hecho de ver cómo interactúa la fuerza de la naturaleza impulsando una máquina genera un sentimiento de paz y de poder abrir la mente. Más que aprovechar esos instantes para leer o escuchar música, la ocasión permite meditar, razonar, recapacitar”.
Pero la anécdota, más allá de recoger la vivencia en altamar de este par de empresarios, resume las exigencias que encara el mundo corporativo, en el cual las decisiones deben ser acertadas, claras y contundentes.
Lecciones de ello dejan los catorce años que como “comandante” del Grupo Nutresa estuvo Carlos Enrique Piedrahíta, en los que ni el fuerte oleaje ni las mareas frenaron su travesía.