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“Ni en Colombia ni país alguno hay Libertad de Prensa”

Entrevista con Javier Darío Restrepo, a propósito de una jornada mundial que nos recuerda la necesidad de medios informativos independientes, pero responsables. Alejados del “virus del mercenario y del arrogante”.

  • Javier D. Restrepo habla de “libertad responsable”, aquella que armoniza el derecho a informar con los demás derechos. FOTO colprensa
    Javier D. Restrepo habla de “libertad responsable”, aquella que armoniza el derecho a informar con los demás derechos. FOTO colprensa
03 de mayo de 2015
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Hace seis meses, cuando recibió el Premio a la Excelencia por parte de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo, en el Teatro Metropolitano de Medellín, el auditorio se puso de pie y lo aplaudió con emoción y sinceridad.

Javier Darío Restrepo, el reportero de periódicos y televisión, el columnista, el consultor y maestro, lleva una vida que encarna los mejores valores del periodismo: verdadera y de verdades. Inquieta y responsable. De servicio y de enseñanzas sencillas y profundas. Un reportero que ha esculcado la realidad, metro a metro, para contarla y analizarla sin descanso, aun hoy en la cumbre de sus años.

Pocos como él para ayudarnos a comprender y reflexionar, en el Día Mundial de la Libertad de Prensa, sobre los alcances de aquel derecho y aquella responsabilidad mayúscula que implican la independencia, la imparcialidad y la transparencia en sociedades larvadas por la corrupción, pero también deseosas de cambios que bien puede alentar una prensa libre y ética.

Sentado en su apartamento de Bogotá, en el Día del Trabajo, se tomó el tiempo para teclear estas respuestas a inquietudes actuales respecto de una jornada necesaria en el contexto de nuestras democracias imperfectas y siempre al filo de las censuras y las presiones sobre los medios informativos y los periodistas.

Cuba, Venezuela, Argentina y Colombia, por ejemplo, no dejan de ser ejemplos obligados, en el hemisferio, de las amenazas que gravitan para que la prensa ejerza aquella libertad tan históricamente reclamada y necesaria para alimentar la construcción de sociedades capaces de la crítica, el debate y el respeto a la diversidad política e ideológica.

Javier Darío Restrepo cree que por tratarse de una condición tan dinámica, la Libertad de Prensa no existe ni en Colombia ni en ningún otro país del mundo. Aceptarlo sería como dormirnos y darle paso a la indulgencia frente a una condición que debe perfeccionarse cada día, en cada renglón de la vida en democracia.

“Se le hace un grave daño a la libertad cuando se la da por hecha y definitiva. La libertad es un hacerse. En Colombia, por prurito democrático se tiende a creer que hay libertad de prensa y por esa razón desaparece la dinámica de crecimiento” y se impone la pasividad, advierte Javier Darío.

Aquí van los apuntes de un maestro que en la lucidez de su conocimiento añejado, de sus ires y venires por los recovecos del oficio, no deja de dar consejos, como les encanta, según dice, a los viejos.

Maestro en sus dominios

Esas palabras, libertad y prensa, ¿cómo deben entenderse hoy, hay acepciones y contextos nuevos qué agregarles?

“Cuando hablas de sol es inevitable la asociación con la luz y el calor; la flor sugiere color y perfume, de la misma manera que prensa es una palabra que habla de libertad. Es parte de su naturaleza de modo que no se puede pensar en la prensa sin su correspondiente libertad, y lo que es más diciente: para que haya libertad necesitas la prensa. Ella cumple un papel irreemplazable en la existencia y ejercicio de la libertad”.

Más que nunca las posibilidades de ejercer la libertad de prensa han crecido. ¿Pero será que cantidad (sobreoferta de medios informativos) significa calidad?

“La sobreoferta de medios puede significar la multiplicación de oportunidades para ejercer la libertad de expresión; también puede ser la expansión del negocio de la información.

Lo primero pertenece al orden de lo teórico o ideal. Pero la realidad muestra que, al multiplicarse, un negocio lo hace a pesar de la competencia y luchando contra ella; circunstancia que en el caso de la información la desnaturaliza y convierte en un procedimiento venal. Por su naturaleza, la información es un servicio y pertenece a la vez al orden de la inteligencia y al de la comunicación que puede llegar a ser comunión”.

Libertad es una palabra muy asociada con la Revolución Francesa (en esencia una revolución que reclamó libertades). Es una categoría muy liberal. ¿Cómo explica esa expresión muy suya y contemporánea de “libertad responsable”?

“La unión de los dos conceptos, libertad y responsabilidad, no significa limitación de la libertad sino su definición como derecho que no es absoluto.

En el fervor de la revolución y padecido el régimen del absolutismo, fue natural que la revolución pretendiera reemplazar un extremo con su contrario: la negación de los derechos, con la idolatría de esos derechos.

La vida, la reflexión y, sobre todo, los errores han demostrado que un derecho no devora otro derecho y que el derecho a la libertad no devora los derechos de los otros. En consecuencia, así como los conflictos entre humanos se resuelven con el diálogo, la pugna entre los derechos se resuelve con su armonización. Todo derecho va hasta donde comienza el derecho ajeno, según la expresión de Juárez, o sea que no hay derechos ni libertades absolutas”.

La Constitución de 1991 avanzó al desarrollo del derecho a la información. ¿Qué rescatar de ese concepto tradicional de libertad de prensa para sumarlo a un modelo de derechos horizontales, en el cual el derecho a la información es uno más entre otros?

“Continuando con lo anterior, la libertad de prensa está al servicio del derecho a la información que, a su vez, es un instrumento que permite la libertad de la sociedad y de las personas.

La libertad de prensa no es un privilegio ni un recurso de poder. Es una defensa indispensable para el que busca la verdad que la prensa debe y sirve a la sociedad. Cuando los periodistas la reclamamos, lo hacemos porque sin ella se vuelve imposible nuestro trabajo. Sucede algo parecido con la libertad de opinión; la sociedad la reclama porque sin ella es imposible vivir en democracia; es un instrumento indispensable que cuando desaparece deja sin apoyo el debate, y sin él no hay examen de los actos del gobernante, y al faltar ese examen aparecen la verdad única e impuesta, la imposición ideológica, el predominio del capricho y la muerte de la inteligencia y de la dignidad”.

¿Colombia, a su juicio, es hoy un país con “Libertad de Prensa”, en el contexto de estas definiciones y conceptos qué estamos abordando?

“Ni Colombia, ni país alguno pueden afirmar que tienen libertad de prensa. La libertad es una realidad dinámica que está en crecimiento constante porque cuando no crece, decrece. Se le hace un grave daño a la libertad cuando se la da por hecha y definitiva. La libertad es un hacerse. En Colombia, por prurito democrático se tiende a creer que hay libertad de prensa y por esa razón desaparece la dinámica de crecimiento y se imponen la pasividad y la indulgencia frente a los hechos y personas que impiden su desarrollo y consolidación”.

Maestro Javier, ¿en qué se parecen o cómo se emparentan libertad y ética? ¿Qué correspondencias se pueden establecer aquí entre ese poder ser y ese deber ser?

“Se necesitan de tal modo que no puede haber ética sin libertad, ni libertad sin ética.

La ética implica un ejercicio permanente de la libertad, como que ser ético es el máximo grado de la libertad. La ética nace de una decisión personal que no puede ser impuesta por nadie, y en esto se diferencia de la ley.

A su vez la libertad es posible como resultado de la práctica de las virtudes que llevan a la excelencia personal y profesional. Puesto que nadie le da la libertad a nadie, la libertad es creación de lo mejor de cada persona.

Hablar, pues, de un hombre libre es hablar de alguien que ha realizado los valores del ser humano”.

¿Esa libertad de prensa cómo puede desarrollarse, cómo puede convertirse en agente de cambio social, de transformación, de crecimiento ciudadano y político, más allá de lo político reducido a lo partidista-ideológico?

“Es agente de cambio porque aporta la materia prima para la libertad de los ciudadanos y de la sociedad. Y para no quedarnos en la metáfora, te describo los pasos de este proceso de la libertad:

Uno se hace libre al decidir.

Pero solo puede decidir cuando está bien informado.

Y estar bien informado cuando tiene un completo conocimiento de las distintas opciones posibles, de modo que al decidir por una y rechazar las otras, se hace con pleno conocimiento.

Ese conocimiento en lo que concierne a los asuntos públicos (escoger un candidato, un partido, un programa político, etc.) lo da la información, que es sólida y creíble si es obtenida y difundida en libertad. Y este es el papel de la prensa: dar conocimiento que permita decidir y, al decidir, el ciudadano construye su libertad”.

¿Qué tan importantes son el periodismo de interpretación, análisis e investigación para defender los mejores valores de esa libertad entendida como independencia y crítica social productiva, de verdadera cualificación democrática?

“Los análisis, la investigación, la interpretación son técnicas que dan conocimiento y, de acuerdo con la explicación anterior, ese conocimiento es la materia prima de las decisiones que son los elementos decisivos para actuar en libertad”.

Un tema que a usted lo apasiona: ¿para qué la libertad de prensa hoy cuando el país afronta una compleja y sensible negociación para terminar el conflicto armado y construir la paz?

“Cuando la prensa informa con libertad permite un conocimiento claro de la realidad, y esta es la condición necesaria para decidir acertadamente sobre los asuntos públicos. Si la paz es la suma de todos los bienes, a ella no se llega por los caminos torcidos de la mentira, de las tergiversaciones y de la manipulación de la verdad. Por tanto, una prensa libre –que es la que te dice la verdad y te la entrega de modo creíble- es la que puede contribuir de modo efectivo al proceso”.

Maestro, finalmente, unos consejos para los periodistas jóvenes, los de las redes, los de Wikipedia, los del riesgo del copy-paste, los de la instantaneidad, los del imperio de la tecnología de los adminículos, las multiplataformas y el ciberespacio (tabletas y teléfonos inteligentes, Facebook y twitter y blogueros y chateadores)...

“Los viejos amamos los consejos y estos los repito con frecuencia:

• Sé consciente del poder que los periodistas tenemos en las manos. Es un poder que se puede utilizar para bien o para mal. De ninguna manera creas que es un juego y una actividad sin consecuencias.

• Utiliza esas posibilidades que da lo digital como un servicio, no como un poder.

• Ejerce el periodismo con pasión por la verdad y por el servicio a los otros. Eso lo vacuna a uno contra el virus del mercenario y del arrogante”.

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