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“El proceso de paz no resiste más tiempo”: Santos

El presidente Juan Manuel Santos afirma que el proceso requiere adoptar un mecanismo que permita llegar pronto a definiciones en los dos puntos que restan de la agenda, en especial en lo que tiene que ver con la justicia.

  • Juan Manuel Santos, presidente de la república. Foto Emanuel Zerbos
    Juan Manuel Santos, presidente de la república. Foto Emanuel Zerbos
12 de julio de 2015
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El Presidente nos daba una hora, no había tiempo que perder, del sótano pasamos a la oficina donde dejamos detrás de la puerta una multitud de asesores y miembros de seguridad que casi parecían chocarse con ella en dominó. Estábamos, entonces, en mi oficina con el primer mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos, y Pilar Calderón, ministra Asesora de Comunicaciones, a quien autorizamos a estar atrás de escena. El rostro de la máxima autoridad del país se veía sereno, distinto a aquel cansado que se le vio cuando asistió, en abril pasado, a la asamblea de Proantioquia en Medellín, tras la muerte de los soldados en el Cauca.

Con su mirada directa de siempre iba y venía de la silla con comodidad, mientras respondía una a una las preguntas, demostrando su experiencia para contestar tanto las nuevas como las que era evidente que astutamente preveía. Quizás el único momento en el que se rompió el fluir en la silla fue cuando le pregunté por Juan Carlos Pinzón. Ahí se acomodó como si estuviera en el sofá de su casa y habló desde la sonrisa. Finalmente salió por las escaleras saludando a la redacción para continuar su visita estratégica por Antioquia.

Después del recorrido que ha hecho hoy por Medellín, cómo es Medellín sin el doctor Nicanor Restrepo...

“A mí me hace mucha falta porque era una persona que me apoyaba mucho, con el empresariado y me apoyaba mucho como amigo en lo que estoy haciendo y él entendía mejor que la mayoría de la gente lo difícil que es emprender procesos como los que hemos emprendido. De manera que hay un vacío importante”.

ECONOMÍA

Se habla de que el PIB será del 3,4 o 3,6 para el 2015, si bien hay un crecimiento, lo cierto es que se evidenciará una desaceleración de la economía. ¿Cómo va a garantizar los compromisos ya adquiridos en infraestructura, programa estrella de su gobierno?

“Afortunadamente la infraestructura ya está financiada. Ya hay vigencias futuras y los recursos que se deben aportar ya están aportados. Entonces la infraestructura no está en riesgo. Es más, parte del Pipe 2.0 que lanzamos para darle un empujón a la economía tiene un componente de 4 billones de pesos, en obra pública para el sector público”.

Los principales socios de Colombia están en una situación menos positiva. Hay una crisis en la UE por Grecia, China que es el otro gran motor viene en descenso, ¿cómo enfrentará este panorama exterior?

“Es cierto, la situación internacional es preocupante y la regional todavía más. El último informe del Fondo Monetario que salió ayer (el jueves) redujo el crecimiento de América Latina de 0,9 a 0,5; Ecuador va a crecer negativamente 2,5; Venezuela -7 por ciento; Brasil -1,5; el promedio de América Latina, 0,5. Colombia va a crecer entre 6 y 7 veces más que el promedio. ¿Cómo estamos haciendo para lograr ese crecimiento? Con los programas que hemos puesto en marcha en infraestructura, vivienda; con las inversiones desatrasadas de las regalías; con todo lo que hemos llamado Pipe 2.0. Y la dinámica que llevamos y las medidas que hemos tomado les han dado total satisfacción a los mercados que hoy siguen confiando en Colombia y eso nos garantiza el acceso al crédito para seguir creciendo”.

Volvamos al país, de llegarse a un acuerdo en La Habana, ¿cómo va a financiar los costos que generarán esos compromisos para todos los colombianos?

“Aquí se han creado muchos sofismas. Uno de ellos es que será más costosa la paz, que mantener la guerra. Ese es un contrasentido, no hay costo más alto para cualquier país que una guerra y sobre todo una como la nuestra que ha durado 50 años. El solo hecho de terminar el conflicto nos debe impulsar la economía, entre 1,5 y 2 por ciento adicionales de por vida. No podemos olvidar que parte de lo que se va a negociar ya está en marcha. Por ejemplo, ya estamos reparando las víctimas. Eso no es una obligación, pero lo estamos haciendo. Ya estamos restituyendo la tierra. Ya estamos haciendo inversiones en el campo, que es parte de la negociación. E incorporar a la vida civil, entre 8.000 a 9.000 combatientes de las Farc, no va a ser un esfuerzo monumental, porque ya hemos incorporado más de 50.000 combatientes paramilitares y de la guerrilla. O sea que sí tenemos unos compromisos que podemos financiar en el tiempo, pero lo que le quiero decir es que los beneficios de la paz, en materia económica, son superiores a los costos”.

¿O sea que la hoja de Excel lo tiene tranquilo?

“Sí, porque estoy seguro que la inversión ha venido creciendo muchísimo, como nunca antes hemos tenido, y las cifras están ahí, si hay paz va a venir con más fuerza y eso es crecimiento y prosperidad”.

Las concesiones y contratos de obra pública implican unas vigencias futuras, algunos podrían decir que el Gobierno está hipotecando el presupuesto. ¿Cómo va a garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas y a demostrar que no se está comprometiendo lo que no hay?

“Hemos sido muy responsables en materia de manejo económico. Tan es así que el mundo entero nos muestra como ejemplo. Le voy a dar casos concretos. Por ejemplo, introdujimos en la Constitución el concepto de sostenibilidad fiscal, nos autoimpusimos una camisa de fuerza con la regla fiscal. Y eso nos obliga a ser responsables. Lo que estamos utilizando es el margen que nos da esa regla fiscal y la prueba de que lo que estamos haciendo es responsable y serio es que los mercados internacionales, que han venido analizando lo que hemos hecho nos han premiado. Y los mercados son los jueces más implacables que hay”.

En el 2014 se hizo una reforma tributaria que tuvo un impacto negativo en la confianza de los consumidores según Fedesarrollo y afectó de manera contundente los resultados de las compañías. ¿Qué acciones tomará para que las multilatinas confíen en el país e incluyan a Colombia en sus planes estratégicos?

“Le voy a dar un dato muy interesante. En el primer trimestre de este año la inversión superó el 30% del PIB. Nunca en la historia de Colombia se había visto. Eso qué demuestra: que hay confianza en el futuro. Yo soy el primero en reconocer que para algunas empresas que están pagando todos sus impuestos, la carga tributaria ha sido muy alta, pero no se les olvide que están bajando los impuestos al patrimonio, el Cree también es temporal. Son dineros que estamos invirtiendo para tener un mejor futuro. Si acaso hacemos una reforma hacia el futuro, será una reforma que será amigable al empresariado y a la inversión”.

Esa Comisión de Expertos que usted creó para que estudie la reforma tributaria, ¿cuándo presentará los resultados?

“No los estamos presionando. Los estamos dejando actuar con independencia. Ellos han dicho que de pronto de aquí a final del año, y será uno de los insumos que analizaremos, porque existen las recomendaciones de la OCDE, del BID, y otros estudios anteriores. No tenemos la urgencia de aprobar una reforma. Y lo que quisiera es que si se decide someter esa reforma al Congreso, que sea lo más consensuada posible”.

Un exigente escenario tributario, la crisis del dólar, el precio del petróleo, los retos del país en competitividad, la inestabilidad del proceso de paz, ¿cómo promover la inversión externa y evitar que las empresas extranjeras se vayan?

“Si adoptamos las medidas que hay que tomar de corto, mediano y largo plazo, la confianza en el país se mantiene, si cualquier inversionista hoy del exterior, mira a la región, ve a Colombia como una estrella...”

¿No nos estamos volviendo caros...?

“Pues tenemos dificultades. Por ejemplo, el costo-país estamos tratando de reducirlo. Esta inversión monumental que estamos haciendo en infraestructura va a significar 1,5% más crecimiento durante las obras y el 0,8% más de crecimiento de por vida, por la mayor competitividad. Eso va a reducir los costo. Estamos viendo cómo reducimos los de la energía, estamos haciendo unas inversiones muy grandes en aeropuertos y en puertos para facilitar el comercio y reducir los costos. Hemos hecho reformas como la tributaria para bajar el impuesto a la nómina y facilitar el mercado de trabajo. Estamos haciendo aquellas cosas que son importantes para un inversionista en el largo plazo, y no he mencionado lo más importante, la capacitación y la educación del capital humano”.

En cuanto a Medellín, el principal problema que hoy tiene es el desempleo, que lleva 7 mediciones consecutivas al alza. ¿Qué les responde a quienes están en esa situación?

“Que el desempleo lo hemos venido bajando 56 meses seguidos. En el último mes creció una décima, se han creado más de tres millones de empleos y nuestra prioridad seguirá siendo la creación de empleo, porque esa es una de las formas más efectivas para ese otro gran objetivo que es seguir reduciendo la pobreza y la pobreza extrema. Mientras usted y yo estamos hablando se está realizando la feria del empleo, que según me dice el ministro de Trabajo fue un éxito rotundo. La ley de primer empleo ha tenido mucho éxito, lo que estamos haciendo con el Sena para formar más gente para que esté en capacidad de conseguir un buen empleo. Con ello mantenemos la tendencia de la baja del desempleo y de aumentar el empleo y el objetivo es de aquí a 2018, tener dos millones de empleos adicionales para bajar la tasa del desempleo por debajo del 8%”.

O sea que Antioquia y Medellín, que tienen en particular esa medición negativa, pueden confiar en esos resultados...

“Sí. Si usted ve los estudios de Antioquia sobre el impacto de las Autopistas de la Prosperidad en materia de crecimiento y empleo es un impacto positivo, que en una circunstancia negativa de la economía como la de hoy es una bendición”.

La crisis de los hospitales públicos no parece un asunto fácil de resolver. Solo en Antioquia las deudas de las EPS son de $1,4 billones. ¿Se quedó el Gobierno corto en soluciones efectivas?

“Encontramos el sistema de salud totalmente destruido, desfinanciado y se estaban robando los recursos. Hemos hecho un esfuerzo monumental, el ministro Gaviria especialmente ha hecho la tarea de ir poniendo la casa en orden. Y lo que hemos avanzado en materia de salud es muy importante. Ya tenemos cobertura universal. Equiparamos los sistemas del régimen subsidiado con régimen contributivo por lo alto. Es decir, los pacientes de segunda clase pasaron a ser de primera clase. Aumentamos el número de tratamientos y fuera de eso pusimos en marcha algo que ha sido muy exitoso y que era muy justo: un control al precio de los medicamentos y a los abusos en el precio de los medicamentos. Eso solo nos ha ahorrado un billón de pesos. Hemos saneado la mitad de los hospitales. Sabemos que todavía hay mucho que hacer y vamos a seguir en ese esfuerzo para ir saneando las finanzas de las EPS”.

Hoy fue un día duro para la ciudad porque el Hospital San Vicente no tenía con qué pagar sus cuentas.

“Mientras usted y yo hablamos, está el ministro de Hacienda en el Hospital Pablo Tobón Uribe gestionado 50.000 millones de pesos. El hospital necesita expandirse, y gestionaron con Findeter un crédito compensado, subsidiado, que va a financiar su expansión en infraestructura”.

Pasemos al proceso de paz. Cuando inició, los negociadores hicieron un gran esfuerzo para que la gente no hablara de la paz, sino del “fin del conflicto armado”, porque la paz se construía. Cuando vino la coyuntura de la reelección ese discurso cambió y usted se escribió la palabra paz en su mano. ¿Qué podemos esperar finalmente de La Habana?

“Estamos en un momento crítico, definitivo. Lo que suceda en las próximas semanas, va a determinar si va a haber paz o no. Le hemos dicho a la guerrilla que ya se nos acabó el tiempo y se nos acabó la paciencia y que es la hora de las definiciones. Por eso espero que muy pronto podamos tener una buena noticia de que la guerrilla se compromete a un procedimiento, una especie de fast track para terminar puntos que faltan, que son dos: el de las víctimas que se subdivide en tres, y que en realidad hay dos definidos, faltaría el de justicia. Y el tema del fin del conflicto, que incluye el cese al fuego bilateral y definitivo. Si se acuerda un fast track en ese sentido, pues habrá paz. Si no se acuerda o si entramos en fast track y no podemos ponernos de acuerdo, por ejemplo en la justicia, pues no habrá paz. Pero aquí va a ver movimientos en estos próximos días y semanas que yo, por supuesto, quisiera que fueran en la dirección correcta”.

¿Estaba usted preparado para una negociación tan larga con las Farc, una organización que históricamente ha sabido desgastar a los gobiernos?

“Yo fui advertido y sabía que me iba a costar mucho. Me dijeron: ningún jefe de Estado ha sido popular durante un proceso de paz. ¿Por qué? Porque todo lo que se haga es impopular. El solo hecho de sentarse con un grupo que ha maltratado tanto a una sociedad es impopular. Y mucho más impopular es comenzar a hablar de beneficios para ellos como la posibilidad de que hagan política o que tengan beneficios judiciales. Todo eso es impopular. Y lo he vivido en carne propia. Pero hay un agravante que ha sido especialmente costoso, me lo advirtieron también: el camino que yo decidí, de conversar en medio del conflicto. Me dijeron, si bien ese es el camino más efectivo y sus razones para tomarlo son válidas, le va a pasar algo que será muy grave para usted y es que la gente le va a dar al principio un margen de confianza, porque quieren la paz, pero después de algún tiempo, esa aparente contradicción, usted hablándoles de paz y la gente viendo la guerra, genera un corto circuito para su credibilidad. Eso le va a costar a usted un capital político muy alto que puede volverse una gran inversión si llega al final. Y si no llega al final será de gran costo para toda la vida. Yo asumí ese riesgo y esa responsabilidad, a sabiendas de lo que eso significaba porque creo que estoy haciendo lo correcto, y estoy tranquilo porque creo que vamos a llegar al final”.

Y desde el punto de vista íntimo suyo, dónde encuentra esa inspiración para continuar, porque una cosa es la respuesta políticamente correcta del líder y otra la del ser humano...

“Son varias las fuentes que utilizo para aguantar este chaparrón, como dicen. Por un lado, medito mucho y eso me ayuda. Hago ejercicio, eso me ayuda. Leo mucho sobre procesos parecidos. Experiencias de jefes de Estado o de otros procesos de paz, eso me da mucha tranquilidad y la convicción íntima de que estoy haciendo lo correcto. Estoy dando los pasos de forma responsable. No me creo dueño de la verdad, yo consulto, estudio y analizo y este proceso lo hemos llevado con una inmensa seriedad, con asesores internacionales... los negociadores son un equipo que creo es de lujo y mucha gente que me ayuda a tomar esas decisiones. Me siento en cierta forma muy confiado en que por cuenta mía este proceso no va a fracasar por haber tomado las decisiones incorrectas”.

La ministra de Educación escribió unos trinos en los que calificó la desmovilización de los paramilitares como un verdadero caso de impunidad. Dos preguntas: ¿esa es la posición oficial del Gobierno? Y, ¿si aquello fue impunidad, se garantiza que en el diálogo con las Farc los parámetros de justicia, incluyendo las penas privativas de la libertad, serán más rigurosos?

“Yo nunca he querido comparar los procesos. Tienen circunstancias diferentes, condiciones diferentes. En este momento estamos sujetos al paraguas de la Corte Penal Internacional, eso nos impone unas obligaciones. El Marco Jurídico para la Paz, nuestra propia Constitución, nos pone otras obligaciones. A mí no me gusta comparar los procesos. Lo que sí le puedo decir es que no habrá paz con impunidad. Y ese es el tema más complicado en este momento y es quizás el único que queda por resolver, que la guerrilla acepte que no puede haber amnistías como ellos quisieran, como las que se decretaron en el pasado. Entre otras cosas, les explicamos porque todas las amnistías que se han decretado en América Latina en los últimos 50 años se han caído, todas. Inclusive, Uruguay tuvo dos referendos, a falta de uno, a favor de la amnistía y se cayó después de los referendos. Entonces la única forma de cerrar este proceso en forma definitiva y tener seguridad jurídica es pasar por el cedazo de la justicia transicional que el Tratado de Roma estableció precisamente para procesos como el colombiano. Y tenemos, no sé si la ventaja, o diría más bien la desventaja, de ser el primer país que está negociando un proceso de paz sometido al Tratado de Roma. O sea que estamos creando precedente y ese es uno de los motivos por los cuales la comunidad internacional está tan interesada en lo que nosotros decidamos, pero eso nos obliga a garantizar al mundo entero de que no habrá paz con impunidad”.

Queda entonces claro que usted tiene una posición distinta frente a la Ministra.

La seguridad es hoy el principal problema de los colombianos, según la última encuesta Gallup. Hubo petardos en Bogotá, hay acciones guerrilleras, delincuencia común. ¿Cómo les va a garantizar a los colombianos que una vez se firme la paz, los guerrilleros sí entreguen las armas?

“Primero que tienen que entregar las armas. Esa es una de mis líneas rojas. Y yo lo miraría por el otro lado. Toda esa fuerza pública que hoy está protegiendo a los colombianos de la guerrilla, del terrorismo, va a estar libre para protegerlos de la delincuencia común, de las bandas criminales. Y vamos a ser más efectivos en la lucha contra la inseguridad de las ciudades.. Estamos poniendo en marcha muchas políticas para enfocarnos en ese tipo de inseguridad porque soy consciente que si bien los homicidios han bajado, -aquí en Medellín han bajado y de qué forma, y en el país entero estamos con una tasa de homicidios más baja de los últimos 40 años-, si existe la sensación de que hay más inseguridad y eso es porque estamos comparándonos con esos meses de relativa tranquilidad durante el proceso del cese al fuego unilateral. Pero volviendo a la pregunta de fondo: vamos a tener muchos más recursos para dedicarnos a la inseguridad ciudadana y a aquella inseguridad que es diferente a la que genera la guerrilla”.

Es verdad que hay mejoras cifras de conflictos y homicidios, pero las cifras de hurto han empeorado...

“Sí y aquí en Medellín los hurtos han aumentado muchísimo, vamos a poner en marcha una serie de mecanismos con tecnología que los estamos probando para atacar ese tipo de inseguridad. Soy consciente que ahí tenemos un gran desafío, pero lo que sí le puedo decir que soluciones habrá. Por ejemplo, estamos creando toda una política con los propios operadores celulares para combatir con mucha más efectividad el robo de celulares, que se disparó en una forma desmesurada y genera una gran sensación de inseguridad porque ya no podemos sacar el celular en la calle. Ese tipo de medidas focalizadas en los delitos específicos es lo que otras ciudades han hecho con mucho éxito y es lo que queremos poner en marcha en las ciudades colombianas. Le doy un ejemplo. Estuve en Soacha la semana pasada y allá se inventaron una aplicación para que los ciudadanos puedan avisar como si fuera el 1,2,3 con la Policía y la Policía a su vez está conectada en toda su red en tiempo real. Eso lleva operando tres semanas y se ha disminuido a la mitad los delitos de ese tipo y Google que es la empresa que está administrando esta aplicación reconoció que es una innovación a nivel mundial. Aquí ustedes tienen dos virtudes grandes: que son innovadores natos, los antioqueños, Medellín es la ciudad más innovadora, y un alcalde que está comprometido con la seguridad”.

PROCESO DE PAZ

Nunca se había avanzado tanto en buscar la paz como este proceso, pero Humberto de la Calle le reconoció a Juan Gossaín, la dificultad del momento que se está pasando y usted también lo acaba de admitir. ¿Ha pensado que esta negociación podría extenderse y que no sea usted el que la culmine sino el próximo presidente de Colombia?

“Yo no creo que el proceso resista tres años más. Y sobre la situación que estamos viviendo, le diría lo siguiente y usted me va a dar la razón en los próximos días: nunca está la noche más oscura que antes del amanecer”.

¿Presidente, pero no deberíamos pasar de políticas de gobierno a políticas de Estado? La paz debería ser una política de Estado...

“Nada me gustaría más que el país entero estuviera comprometido con este proceso. Infortunadamente por razones políticas no lo está. Lo lógico es que estuviéramos todos de acuerdo. Quisiera sentarme con los opositores de este proceso y analizáramos cada punto y estoy seguro de que nos podríamos poner de acuerdo muy fácilmente. Le doy un ejemplo: la propuesta del expresidente Uribe sobre concentrar a la guerrilla en unas zonas con armas y contabilizarles el tiempo como parte de la pena. Eso es un paso lógico, elemental, por supuesto que eso hay que hacerlo. El único problema es en qué momento. Cuando uno desmenuza lo que hemos venido haciendo, creo que no hay mayor diferencia. Me causa cierta risa que haya gente que crea que yo realmente estoy dispuesto a entregar el país por firmar la paz. O que estoy dispuesto a entregarle el país a las Farc, o al llamado castrochavismo, o al comunismo. ¡Por Dios! Yo me fijé unas líneas rojas desde el comienzo y no he traspasado ninguna. Prefiero que no haya paz si se trata de una paz inconveniente para el país. Pero lo que hemos establecido, y mis líneas rojas están en lo sensato, lo que conviene, de ahí que el país y los antioqueños pueden tener la absoluta seguridad de que no me moveré de ahí. No me he movido y no me moveré”.

¿O sea que para usted sí hay límites en la negociación de paz?

“Por supuesto. Las líneas rojas que puse desde el principio están ahí. Yo dije: no vamos a negociar las Fuerzas Armadas, aquí no vamos a negociar nuestro Estado de Derecho, aquí no vamos a negociar nuestro modelo económico, aquí no vamos a negociar la propiedad privada, ni nuestra política de inversión, ni nuestra política comercial. Aquí vamos a negociar los cinco puntos de la agenda y eso es lo que hemos venido haciendo. Le pediría a usted que pusiera a sus reporteros a hacer el siguiente ejercicio: qué es lo que han pedido las Farc en cada punto y qué se ha negociado realmente. Y se dará cuenta fácilmente, qué se ha negociado y qué hemos establecido como líneas rojas”.

Las vías de hecho se enfrentan constantemente con la institucionalidad en las zonas de conflicto donde se está trabajando en la restitución de tierras. ¿Cómo piensa ayudar el Gobierno para neutralizar la radicalización entre las partes involucradas y llevar a estos actores sociales a un acuerdo?

“Ahí tenemos que aplicar esa política, afortunada o infortunadamente, de garrote y zanahoria. El sentido de autoridad no se puede perder, pero es mejor siempre llegar a las soluciones por vía de diálogo y hay que buscar esa forma de diálogo que no lo obligue a uno a usar el garrote. Esa ha sido mi forma de abordar ese tipo de problemas y buscar ese tipo de soluciones”.

Se acordó no fumigar con glifosato por el daño que esto produce a la salud humana, pero en el último ataque terrorista de las Farc se derramaron 3.120 barriles de petróleo con los daños ecológicos que usted conoce y las afectaciones a los indígenas, campesinos y pescadores, ¿cuál es el lugar de la defensa del medio ambiente en el proceso de paz?

“Primero que todo la decisión de no asperjar con glifosato no tiene nada que ver con las Farc. Mucha gente ha dicho que es una concesión a las Farc. No lo es, es producto de una convicción real y además un mandato de la Corte Constitucional que esa aspersión trae más costos que beneficios. Las Farc, y esa es una verdadera ironía, se muestran como verdaderos defensores del medio ambiente y se los hemos dicho en la cara, no sean cínicos porque eso que están haciendo es una demostración de todo lo contrario. Lo que sí es bien importante y hemos tenido una acogida internacional, es el dividendo ambiental de la paz y le voy a dar un ejemplo: si logramos finalizar el conflicto y ponemos en marcha los acuerdos, por ejemplo, en sustitución de cultivos, y en toda la lucha contra el narcotráfico, vamos a cambiar la ecuación. Ya las Farc no estarán defendiendo los cultivos ilícitos que están deforestando nuestros parques naturales y nuestros bosques, sino que vamos a tener políticas de reforestación. Ya no tendremos a las Farc volando oleoductos y contaminando los ríos y las aguas o haciendo minería ilegal, que está acabando nuestras fuentes de agua en muchas zonas del país. O sea que el dividendo ambiental de la paz es infinito y la comunidad internacional está dispuesta porque me lo han dicho, a financiar muchos programas de reversión de esos daños que han ocasionado por el conflicto”.

POLÍTICA

Según la última encuesta de Gallup, frente a los esfuerzos que viene haciendo su Gobierno, el nivel de aceptación a su gestión sigue en descenso. ¿Usted considera que hay desconexión entre lo que hace el Gobierno y la opinión pública? ¿O qué análisis hace usted de esta situación?

“Nunca me he dejado guiar mucho por las encuestas. Acuérdese que yo estaba peor hace dos años y gané las elecciones y estaba mucho más bajo de lo que estoy hoy. Yo también veo cifras, como por ejemplo las propias encuestas que el 84 por ciento de la gente siente que la paz le conviene y el 68 por ciento de la gente dice estar ella personalmente, en buenas condiciones. Lo otro es producto de un vaivén del estado de ánimo de la opinión pública que yo soy el primero en reconocer que está por el suelo producto, entre otras cosas, de los ataques de la guerrilla en el Cauca, que desmoronó el entusiasmo de la gente por la paz y por consiguiente de los demás sectores de trabajo del Gobierno. Pero si uno mira los resultados objetivos, que eso es lo que miro siempre, me siento muy satisfecho de lo que se ha hecho”.

Usted nos manifestó en la última entrevista con EL COLOMBIANO que para usted era una obsesión encontrar los objetivos comunes en una sociedad y (no se oye) y darlos por hechos. Una persona como usted que conoce tanto a Colombia, ¿cuál es (no se oye) de la sociedad de los cinco objetivos en los que debería trabajar?

“Siempre he dicho que esa visión que expuse de un país en paz es uno, un país con más equidad porque seguimos siendo un país con unas inequidades vergonzosas no solamente entre ricos y pobres sino también entre regiones, y un país mucho mejor educado. Esos tres pilares creo que serían pilares que todo el mundo debería recoger y en los que todo el mundo podría estar de acuerdo.

Después de todo este tiempo en el Gobierno incluiría alguno además de esos tres...

“Por supuesto que hay otras muchas cosas importantes pero cuando uno se dispersa mucho pierde el foco y pierde el objetivo. Hay objetivos diferentes a estos pero que al final pueden estar relacionados con alguno de ellos. La parte de usar la tecnología donde hemos hecho muchísimo, tenemos conectados todos los municipios del país y eso tiene que ver con equidad y educación. La parte de la infraestructura donde estamos haciendo una verdadera revolución, eso tiene que ver con equidad y la dinámica económica que nos permite luchar con más recursos contra la pobreza y eso hace parte de la paz. O sea que yo creo que esos tres pilares abarcan en el fondo casi todo lo que podría ser un país con políticas de diferente índole en muchos sectores pero que se pueden recoger en estos tres pilares”.

Después de mucho debate y críticas de la oposición, finalmente se aprobó la reforma al equilibrio de poderes. ¿Fue lo que realmente esperaba el Gobierno?

“Para mí como Presidente lo único y realmente crucial era acabar con la reelección. El resto no era para mí algo de vida o muerte, pero me parece que lo que salió, salió bien y es un paso muy importante en la dirección correcta, por ejemplo en materia de justicia, aunque no es la gran reforma a la justicia pero lo que salió me parece que es razonable”.

Cuáles son las prioridades del Gobierno en la agenda legislativa...

“Las prioridades en este momento son terminar la ley de convivencia ciudadana que es muy importante para combatir la inseguridad ciudadana. Vamos a presentar una ley en materia de justicia haciendo como se dice Express, para cierto tipo de delitos lo que va a ayudar muchísimo también en la lucha contra la inseguridad ciudadana. Está la ley denominada Cidres para poder desarrollar esa otra Colombia que está por desarrollar y que va a mitad de camino y que hay que terminar. Diría que esas son las más importantes en el corto plazo. Hay otras leyes que se van a presentar, pero que no son tan importantes”.

Juan Carlos Pinzón ha sido un hombre de su entera confianza. Pasó del Ministerio de Defensa a la embajada de Colombia en Estados Unidos. ¿Eso se debió al deseo de mandar un mensaje del Gobierno colombiano al de Estados Unidos de que existía una mano dura en el Gobierno o lo quería proteger del desgaste porque lo ve como un heredero político suyo?

“Juan Carlos Pinzón ha estado conmigo durante casi toda mi carrera pública. Fue mi Secretario Privado en el Ministerio de Hacienda, fue viceministro cuando fui ministro de Defensa. Es una persona muy competente, leal a morir. Decidimos porque él mismo decía que ya llevaba cuatro años en el Ministerio de Defensa, que es un ministerio muy exigente. Él tiene una familia y unos hijos, que merecen otro tipo de vida, pero sin dejar de servir al país. Conoce la realidad nacional, conoce muy bien el Congreso norteamericano, allá saben que es una persona de mi confianza y por eso creo que va a hacer una gran embajada, pero no tiene ninguna intención de proyectarlo”.

Yo le doy un nombre y usted me da un adjetivo...

(En ese momento Pilar Calderón, quien estaba sentada atrás observando entró en la conversación y dijo que esa pregunta no. A pesar de los intentos debimos proseguir sin conocer ideas del Presidente frente a nuestros candidatos a Alcaldía y Gobernación).

¿El nombramiento de Augusto López en la junta directiva del Metro de Medellín fue un guiño a la campaña de Luis Pérez Gutiérrez a la Gobernación de Antioquia?

“De ningún modo, yo no me estoy metiendo en ninguna campaña ni regional ni departamental ni municipal. Augusto López es reconocido desde hace muchísimos años cuando fue presidente de Bavaria. Me pareció que podía ser un buen miembro de junta directiva y nada tiene que ver con dar señales públicas”.

Respecto a San Andrés, ¿Se va a negociar finalmente con Nicaragua la forma de aplicar la sentencia o Colombia finalmente declara su no aplicabilidad?

“Nosotros tenemos que sentarnos con Nicaragua tarde o temprano para ver cómo solucionamos ese problema. Como decía antes, a través del diálogo es como se encuentran las soluciones y en algún momento tendremos que sentarnos”.

Considera que se les ha cumplido a los isleños las promesas que se les hicieron al momento de la sentencia...

“Sí. He ido por lo menos 10 o 15 veces para hacerle un seguimiento a todas las inversiones. Allá se han hecho las inversiones más grandes en toda la historia del archipiélago”.

¿Qué piensa sobre la situación de los líderes políticos de la oposición venezolana que han terminado presos y que incluso se les ha negado la visita de líderes internacionales en la cárcel?

“He dicho públicamente que se les respeten sus derechos, que se les respete el debido proceso y que ojalá puedan sentarse Gobierno y oposición a dialogar para encontrar soluciones a esos problemas. A nosotros nos conviene mucho esa solución porque nosotros sufrimos las consecuencias de cualquier cosa que sucede en Venezuela. Por eso nos interesa que siempre les vaya bien. Y hablando de Venezuela creo que lo que sucedió recientemente es otro triunfo de la forma como nosotros administramos la política exterior. No a base de insultos ni de confrontaciones sino a base de diálogo”.

¿Qué les dice a quienes han dicho que la posición de Colombia ha sido muy pasiva frente a los hechos de Venezuela?

“Es que una cosa es ser duro y otra cosa es ser mediático y escandaloso. Hay una frase de mi tío abuelo que decía: hay que tener mano de hierro y guante de seda y las relaciones con Venezuela se manejan así, mano de hierro pero guante de seda y los problemas se solucionan por las vías diplomáticas, por las vías del diálogo. Muchas veces hemos tenido diferencias grandes pero no las resolvemos a través de los micrófonos ni de los insultos porque eso no conduce a ninguna solución”.

LA PERSONA

¿En una época de acoso cibernético se ha sentido usted objeto del ciber bullying?

“Lo que pasa es que no leo mucho los tweet que me ponen porque si no me enloquecería. Tengo afortunadamente no piel de elefante, digamos que de hipopótamo y eso me resbala”.

Desafortunadamente también estamos en un ambiente de generalización: los medios, la iglesia, los homosexuales... ¿Cuál es la etiqueta que más lo ha sorprendido, la que más le ha dolido...?

“La que más me ha dolido es cuando me acusaron que había recibido plata del narcotráfico. La que más me ha hecho reír es que soy comunista y que voy a entregar el país al castrochavismo”.

Y ahora que estamos en la moda de los ‘memes’ hay alguno que lo haya hecho reír...

“Yo colecciono todas las caricaturas que me han hecho. Las tengo todas enmarcadas en mi casa. Por ejemplo, Osuna me tiene a mí en la mira y me parece un caricaturista maravilloso, tengo por ahí unas 250 enmarcadas en mi casa”.

Continuando con las redes sociales... Cómo les habla a sus hijos del “usted no sabe quién soy yo”... cuénteme quién es Martín, quién es María Antonia, Esteban...

“Soy muy familiar, valoro mucho el concepto de la familia, trato de estar con mis hijos el mayor tiempo posible que infortunadamente no es mucho. Les he dicho en todas las formas la importancia de la humildad, de que esto que estamos viviendo es pasajero, que no se aferren a eso de ser hijos del Presidente, que traten de pasar desapercibidos, que traten de ser discretos, que no se les suba esta situación a la cabeza. Creo que afortunadamente han respondido bien. Mi hijo menor está estudiando en Estados Unidos, estuvo en el Ejército, fue soldado. Todos mis hijos son maravillosos pero este tiene un don de gentes especial. Mi hija va a volver a estudiar por fuera, a veces es mejor que estudien por fuera para que no estén en el día a día aquí en Colombia, que a veces es tan duro. Martín también se va el año entrante. Creo que han podido administrar esta vida que para ellos no es fácil y de una forma bastante responsable y seria. También les digo gócenla un poquito, pues son jóvenes y tienen derecho a gozar y cuando salgan a parrandear no pueden parrandear demasiado porque eso se les devuelve”.

¿Ellos tienen a Pepe Grillo, usted a quién tiene?

“Es que el Pepe Grillo de ellos es el mismo mío. Ellos me heredaron el Pepe Grillo”.

¿Cómo es la historia del Pepe Grillo?

“Porque me lo regaló mi señora, está en Palacio y nosotros nos damos muchos consejos y yo escucho mucho a mis hijos y a mi señora porque son personas que le dan a uno consejos desinteresados”.

¿Cuándo fue consciente por primera vez que quería ser presidente?

“La gente dice que yo siempre me he preparado para ser Presidente y eso es falso. Cuando estaba en Inglaterra, que me dediqué a leer las biografías de los jefes de Estado británicos y me encarreté con Churchill, ahí fue cuando pensé en ser presidente, pero tuve como altibajos a veces sí, a veces no. La oportunidad llegó cuando estaba en el sí”.

“Cómo un presidente que hizo todo lo que pudo”, así me dijo usted en el 2013 que quería ser recordado. ¿Tengo actualización a versión 2.0 o nos quedamos ahí?

“Agregaría: un Presidente que hizo lo que pudo y lo logró”.

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