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Así se hace un videojuego en 48 horas

En la Universidad Pontificia Bolivariana hubo mesas con tinto, computadores e ideas que se volvieron juegos digitales.

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31 de enero de 2018
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En la última hora del reto Juan José se durmió. El sueño al que había evitado entregarse en las últimas horas lo venció y prefirió descansar que conocer la opinión del jurado sobre el proyecto en el que llevaba trabajando casi dos días, sin parar.

Se metió a una de las carpas en el piso del coliseo por el que generalmente ruedan balones y dejó de pensar en aquel niño ciego que buscaba su hogar, el protagonista de Story of..., el videojuego que había creado con su equipo de trabajo en el Global Game Jam.

La carpa era un tipo de refugio en el que no había computadores ni códigos de programación o rayones en cuadernos con personajes imaginados. Ahí, mientras él dormía uno equipo de evaluadores le decía sus compañeros de trabajo sus opiniones sobre el juego que acababan de crear.

Antes de ese momento, el de internarse en la carpa, Juan José, que tiene 21 años y está en séptimo semestre de ingeniería en diseño de entretenimiento digital, en la Universidad Pontificia Bolivariana, pensaba que hubieran podido implementar algunas animaciones. Sin embargo, estaba feliz porque el resultado había sido muy bueno.

El primer día del reto, cuando les revelaron a los participantes el tema, que era secreto hasta ese momento, la mayoría quedó confundida. La transmisión, eso decía el sobre. No tenían ni idea. Algunos pensaron en energía, otros en ondas y en tecnología.

Felipe Arango, Duván Felipe Ramírez, Gabriel Solano, Esteban Pardo y Sebastián Lagoueyte eran los acompañantes de Juan José, a quien le gusta que después de su nombre mencionen Zlaster, como si fuera su apellido. Los roles en la creación de Story of... eran diferentes, el videojuego necesitaba música, una propuesta narrativa, recursos gráficos y, por supuesto, código, que es lo que hacen los programadores como Zlaster, quien también ilustra.

Como en los videojuegos todas las historias son posibles, esta era la de un niño ciego, a causa de un conflicto, que intentaba buscar su hogar. La mecánica de la creación de estos gamers estaba inspirada en Limbo, un juego para diferentes consolas hecho en 2010, en el que otro personaje busca a su hermana en un ambiente siniestro.

La transmisión la plasmaron así, el niño de Story of... tiraba una roca, se generaba un sonido, después una onda, y por medio de esta se descubría algo en algún lugar de ese mundo digital.

Ahí, la música era importantísima. Según Juan José era reactiva, y dependiendo de las indicaciones del jugador, cambiaba.

Antes de que esa propuesta se consolidara, hubo varias, pero todas casi que coincidían. Crear ese mundo digital depende de la experticia de cada equipo de desarrolladores en el manejo de los programas de software que pueden usarse.

Ellos, el equipo de Story of... usaron Trello y Unity, entre otros.

Esa última hora, antes de dormirse, fue la más tranquila que Juan José tuvo entre las 47 anteriores. En la mesa de trabajo, en la que estaban sus compañeros y había café para el sueño, el jurado tuvo que pasar de largo. No pudieron ver el juego porque tenía fallas.

Sebastián Lagoueyte, que seguía sentado, programando, dijo que tuvieron los problemas comunes que sufren los videojuegos, sobre todo cuando se crean en tan poco tiempo. A él no lo preocupó, en realidad a ninguno. Sabían que habían asumido el reto de crear un videojuego en 48 horas con la responsabilidad necesaria. Tal vez fueron ambiciosos al pensar cuánto juego querían hacer, pensó Lagoueyte, hasta qué punto de la historia querían llegar, cuántas mecánicas implementar.

Cuando Zlaster se despertó habían pasado ya las 48 horas. En el coliseo de la UPB solo quedaban gamers probando sus creaciones. Juan fue a revisar qué hicieron sus compañeros del Global Game Jam: para él, lo más importante, además de desarrollar el juego, era la experiencia. El nuevo reto ahora era seguir despierto y esperar el veredicto del jurado, que llegará en dos semanas.

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