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Alejandra Borrero hace un llamado a la reconciliación

Para Alejandra Borrero el respeto hacia las mujeres y sus derechos es una de sus banderas.

  • La actriz colombiana también es directora de la obra Victus, una pieza teatral que usa actores que verdaderamente protagonizaron el conflicto armado en Colombia. FOTO Cortesía.
    La actriz colombiana también es directora de la obra Victus, una pieza teatral que usa actores que verdaderamente protagonizaron el conflicto armado en Colombia. FOTO Cortesía.
04 de enero de 2019
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Hay historias que se tienen que contar y Alejandra Borrero lo ha tenido muy claro. Recuerda una anécdota que la impactó: Anderson estaba en la mitad de un combate y se le desbarató el arma. Eran armas viejas, dañadas. Aunque intentó volver a juntarla en la oscuridad, de nuevo se le desbarató y simplemente decidió sentarse y mirarlo todo como si estuviera viéndolo en la televisión. Las bombas que caían por allá y el mortero más acá. De pronto ve una luz y cae un muerto muy cerca, cierra los ojos para no verlo. Esa noche Anderson no murió aunque escapó corriendo de los disparos.

Fue por historias como esa que Borrero y Casa Ensamble se le midieron a hacer una obra sobre lo que significó el conflicto armado en Colombia. La llamaron Victus y ya la han llevado a varias ciudades.

Pero no es la única reflexión que han querido llevar. De hecho, junto con el grupo Aterciopelados rompieron un Récord Guinness en la Plaza de Bolivar en Bogotá en noviembre cuando más de 4 mil personas con manillas luminosas alzaron sus brazos en símbolo de apoyo a los derechos de las mujeres.

EL COLOMBIANO habló con la actriz.

Este año rompió un Récord Guiness en defensa de las mujeres, ¿cómo fue?

“La noche es un espacio mucho más peligroso para las mujeres y el 34% de ellas no sale a esas horas por ese motivo. Así que queríamos entregarles la noche a las mujeres de manera diferente. Puse en la mitad del concierto Arroz con Leche (canción infantil) con una letra distinta porque creo que es una de esas horrorosas canciones que nos siguen poniendo en el lugar en el que no tenemos que estar. Y lo importante de cantar un Arroz con Leche diferente es romper esos imaginarios que guardamos todas y que hemos repetido y cantado. Decía: “valiente sí, sumisa no, feliz, alegre y fuerte la quiero yo””.

¿En qué momento se propuso volver esa no violencia una de tus banderas?

“Eso se va volviendo parte de la vida, pero empezamos (con Casa Ensamble) una obra que se llamaba La Sombra del Volcán, donde trabajábamos este tema de la violencia sexual infantil y vimos el valor que tenía en el público. La gente se desbarataba, lloraba y podía contar sus historias. Así que empezamos por hacer una cartilla que hablaba de violencia sexual infantil y hablar de los mitos y las realidades. Eso nos empezó a dar ideas de que el arte tenía un ingrediente increíble para trabajar temas sociales que son tan complejos. Así que decidimos no solo trabajar violencia sexual infantil sino toda clase de violencia contra las mujeres. Fue ahí cuando creamos la campaña Ni Con El Pétalo de una Rosa”.

También hicieron este año A la luz, una obra acerca del aborto...

“Es una pieza que hice de la mano de Oriéntame en sus 40 años y que realmente este es uno de los temas difíciles de hablar en Colombia. Es un tema que no tiene una puntica por dónde hacerlo porque hay mucho miedo posiblemente, pero también muchas ideas erróneas. Las mujeres no solo tienen que cargar con la decisión de hacer o no un aborto, sino con el señalamiento social horroroso al que son sometidas. Nosotros no somos pro aborto, no es nuestra intención, pero sí los es que las mujeres puedan tomar decisiones sobre su cuerpo. Es increíble que legislen sobre nosotras. Tu cuerpo es tuyo y ese es tu territorio”.

Y también está Victus, que representa otro tema fundamental, el del conflicto armado en Colombia, ¿cuál es el corazón de esa obra?

“Lo que hace Victus es mirar a los seres humanos que están detrás del conflicto: a los que sufrieron más, aquellos a quienes mataron, mutilaron, torturaron y que vivieron por años este horror de guerra que hemos tenido. Victus es una prueba fehaciente de que sí se puede, pero que esta no es una reconciliación que se hace un día, tenemos que reconciliarnos todos los días: con la naturaleza, con nosotros mismos, con todo. Todos los días deberíamos hacer actos de reconciliación, porque como decíamos de chiquitos, este tema no es de una paz, “son las paces”, y hacerlas con todo. Incluso con todo lo que hemos rechazado y lo que no hemos hecho los colombianos que hemos vivido una vida privilegiada, porque las acciones fueron una cosa, pero las omisiones también, todo lo que no hicimos. Este es mi manera de devolver algo, mi camino para decirle a Colombia que voy a poner un granito de arena por esta vía privilegiada que me ha tocado tan macha, porque ser actriz y vivir de la ficción es una cosa increíble. Mi trabajo cada día más se ha dedicado a poder mirar de frente esto que nos da tanto miedo, porque lo primero que tienen los colombianos es miedo”.

¿Quiénes están en escena?

“Militares, víctimas, polícias en retiro, excombatientes de las Farc, el Eln, paramilitares y víctimas civiles. La puesta en escena fue una locura, tuve mi casa tapizada de papelógrafos con información. Era tal la cantidad que podría haber hecho cinco versiones distintas de Victus tranquilamente. Tuve que extraer cosas, no podía contarlo todo porque es demasiada información. Todas estas cosas se van a ir olvidando y como colombianos necesitamos recordarlas, contarlas con amor. Lo que ha pasado en Colombia que solo lo saben los que vivieron el conflicto armado de frente, de resto no tenemos ni idea”.

¿Y cómo fue ese trabajo con ellos?

“Ahora son mis amigos del alma pero yo, como cualquier colombiano, tenía todos los prejuicios del mundo frente al conflicto armado. Más aún porque trabajaba con víctimas y sabía los horrores que les hicieron. Cuando todo esto comenzó me dijeron, ¿usted sería capaz de contratar a un ex Farc? y yo lo dudé. Decía “uy Dios”, y cuando lo dudé me dije “tengo que trabajar con ellos”, porque realmente tenemos que aprender a entender qué fue lo que pasó, por qué hicieron lo que hicieron y por qué tomaron las armas por tantos años. En esta guerra todos hicieron algo y todos realmente perdimos nuestra dignidad. Así que el trabajo de Victus es dejar de señalar, es poder hacer memoria sobre el conflicto y contar lo que pasó más allá del noticiero, del chisme, del cuento”.

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