Una buena mantequilla se reconoce si a temperatura ambiente no se rompe, no se pega ni tiene grumos. La idea es que se extienda con facilidad. Además, tiene un sabor característico muy marcado. Durante el proceso de obtención a partir de la nata se puede o no añadir sal. En la repostería se emplean a temperatura ambiente, pero si está muy blanda se puede endurecer sumergiéndola en una jarra de agua con hielo. La mantequilla ablandada se obtiene trabajándola con una espátula y no derritiéndola. Si se mezcla con harina sirve para espesar las salsas.
Mantequilla saborizada
Felipe Monsalve, propietario de La Botter, precisa que las mantequillas no son solo para untar. Condimentadas o saborizadas con albahaca, pimentón rojo asado, tocineta e incluso chocolate o arándanos, se convierten en versátiles ingredientes para complementar unas tapas, por ejemplo.
Clarificada
Conocida también como Ghee, esta es una mantequilla a la que se le retiran algunas proteínas, azúcares y agua. Es una grasa perfecta para las personas que no deseen o no puedan consumir lactosa. Se recomienda, sobre todo, para técnicas de cocción que requieran de temperaturas altas.