La alianza entre dos organizaciones delincuenciales afecta la tranquilidad de residentes y comerciantes del norte del Valle de Aburrá y la Zona Lechera de Antioquia.
El pacto clandestino, que según fuentes de Inteligencia se consolidó con reuniones en fincas del corregimiento San Félix de Bello y de San Pedro de los Milagros, de mediados de 2011 a 2014, unió a las bandas “los Chatas” y “los Urabeños”, extendiendo su cooperación ilegal no solo en aquellos dos municipios, sino en Medellín, Girardota, Barbosa, Copacabana, Entrerríos, Belmira, San José de la Montaña, Santa Rosa de Osos, Yarumal, Donmatías, Sopetrán, Santa Fe de Antioquia y Buriticá.
Por medio de este pacto, ambas estructuras comparten corredores de movilidad entre la capital paisa y la Costa Atlántica, y se apoyan para eliminar rivales. Fue así como la intervención de “los Urabeños” terminó siendo determinante para que “los Chatas” se convirtieran en la estructura mafiosa más poderosa de Bello, por encima de la tradicional “Pachelly”.
Prueba de ello, según ha documentado la Dirección de Fiscalías contra el Crimen Organizado, fue la participación de un grupo de “los Urabeños”, autodenominado “Fuerzas Especiales”, en el asalto armado a un edificio de El Poblado (29/6/11), justo cuando integrantes de “Pachelly” sostenían una reunión. Uno de ellos murió tiroteado, mientras que otro perdió la vida al lanzarse del séptimo piso.
La cooperación también permitió la creación de una serie de laboratorios para procesar cocaína en montes de la región compartida. Uno fue encontrado por el CTI y el Gaula Militar el 04/9/13 en la vereda La Pretel de San Pedro de los Milagros; otro, el pasado 14 de agosto, en la vereda El Espinal del mismo municipio, en el que agentes de la Sijín arrestaron a cuatro personas que lo custodiaban.
El informe oficial de este caso decía que, además de los insumos químicos, “fueron incautados 28 kilos de cocaína y base de cocaína sólida que sería distribuida en ollas de vicio del occidente antioqueño, así mismo 1.430 litros de cocaína líquida que al parecer serían enviados a Urabá (...). Este laboratorio era de la banda ‘Clan Úsuga’ (o “Urabeños”)”.
Víctimas que denuncian
La alianza también implica que unos y otros pueden extorsionar en ese territorio. El 10 de septiembre la Cuarta Brigada reportó, en conjunto con el CTI, la captura de una pareja de “urabeños” en el sitio Las Huertas de Bello, cuando recogían $27 millones de una extorsión a un ganadero.
“La captura de estos integrantes de bandas se dio gracias a las denuncias de ganaderos y habitantes del corregimiento San Félix de Bello, quienes estaban siendo extorsionados mediante llamadas y visitas intimidatorias (...). Según Inteligencia Militar, los capturados desarrollaban su actividad delictiva en Belmira, San Pedro y San Félix”, explicó el organismo militar.
El secretario de Gobierno de Antioquia, Santiago Londoño, afirma que las alianzas entre las bandas del área metropolitana y las organizaciones narcotraficantes se dan también en el Oriente, donde los clanes de la metrópoli “están buscando ampliar su territorio, sobre todo en el tema del microtráfico de droga”.
Para la Policía Metropolitana, a la cabeza de “los Chatas” está Juan Carlos Mesa Vallejo, alias “Carlos Chata” o “Tom”. También pertenece, al parecer, a la cúpula de “la Oficina”, que mueve los hilos del bajo mundo en el Aburrá.
Aunque en Colombia aún no tiene orden de captura, el Gobierno de E.U. ya se fijó en él y lo incluyó en la Lista Clinton, congelando sus bienes y transacciones comerciales con dicho país.
El pasado 16 de septiembre, al hacer ese anuncio, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro catalogó a Mesa como uno de los cabecillas de “la Oficina”, “con base en Bello, pero cuya influencia se extiende a través de Medellín”.
El general José Ángel Mendoza, comandante de la Policía Metropolitana, les declaró la guerra a “los Chatas” en enero, a raíz de un ataque en el que resultaron heridos dos patrulleros.
“Hemos hecho varias operaciones, pero seguimos en el proceso de poderle encontrar motivos delincuenciales probados a ‘Tom’”, dice el oficial.
De parte de “los Urabeños”, una mafia con redes en 17 departamentos y tres continentes, el delegado para entablar la sociedad con “los Chatas” sería un personaje cuyo alias es temido en el norte de Antioquia desde las épocas más terribles del paramilitarismo: “don Gabriel”.
De los tiempos de “paras”
La Fiscalía 20 de la Dirección Nacional de Justicia Transicional (antes de Justicia y Paz) tiene reseñadas sus andanzas desde 1997, cuando trabajaba para el bloque Noroccidente de las autodefensas en Dabeiba, Uramita y Cañasgordas.
En aquel entonces, por su tez blanca y 1.82 metros de estatura, a Octavio Cartagena Benítez le decían “Gringo”, “Guineo” o “Costalejo”.
En abril de 1999 fue capturado a bordo de un bus, con $4.5 millones de una supuesta extorsión. El comandante de la Policía Antioquia en aquel entonces, Rubén Carrillo, declaró que también lo investigaban por su presunta relación con el asesinato ese mismo año de la Inspectora de Cañasgordas, Ana Durango.
En 2003, de nuevo en libertad, Cartagena regresó a las Auc en Sopetrán. El comandante del bloque, Luis Arnulfo Tuberquia (“Memín”), lo trasladó, designándolo como cabecilla financiero en la Zona Lechera, con énfasis en Belmira, Entrerríos y San Pedro. Su nuevo cargo llegó de la mano de otros apodos: “Gabriel Paraco” y “don Gabriel”.
Allá trabajó de la mano del comandante Édgar Antonio Gutiérrez Arenas, alias “Leche”, el terror de esa área. “Al principio combatían la subversión, pero por debajo se dedicaban a extorsiones, secuestros, homicidios, mataron gente que no tenía que ver con grupos armados”, relata un investigador de la Fiscalía, quien solicita la reserva de su identidad.
Aunque ejerció tal jefatura, el 11 de septiembre de 2005 Benítez se desmovilizó como patrullero raso de la estructura. “Memín” lo incluyó en la lista de 56 postulados a los beneficios de la Ley de Justicia y Paz y el Ministerio del Interior lo aceptó, por lo que el 22 de enero de 2007 su expediente fue asignado a la Fiscalía 19 de la Unidad de Justicia y Paz.
En enero de 2011, “don Gabriel” llegó a la sede de ese despacho en Medellín. Estaba pendiente de iniciar sus versiones libres, pero dijo que no tenía nada qué confesar, solo los delitos básicos de concierto para delinquir y porte de armas y de uniformes oficiales.
En julio del mismo año se realizó una diligencia de no ratificación, donde se archivó su proceso de desmovilizado y la Unidad de Justicia y Paz le perdió el rastro.
Relaciones peligrosas
Habitantes de Belmira y San Pedro señalan que “don Gabriel” sigue activo, ahora como presunto líder de “los Urabeños” en la región donde antes laboró para las Auc.
Precisan que se mueve en camionetas blindadas, supuestamente apoyado por elementos corruptos de la Fuerza Pública, y que a su jefe de seguridad le dicen “el Capi”.
Fuentes judiciales aseveran que sería uno de los tres coordinadores que “los Urabeños” delegaron para expandirse a través de alianzas con combos en el Aburrá. Los otros serían “don Daniel” y “Benavidez” (capturado en septiembre).
Para los trabajos de extorsión, sicariato y tráfico de estupefacientes, sobre todo en Belmira y Entrerríos, se apoya, presuntamente, en su antiguo socio “Leche”. Sobre este personaje, la Fiscalía ha establecido que luego de la desmovilización hizo estudios de Administración de Empresas en una universidad de Bogotá y que, debido a la persecución policial, está refugiado en el norte de Chocó.
El anterior 27 de agosto, en la vereda Zafra parte alta de Belmira, un grupo de cuatro supuestos “urabeños” se agarró a tiros con la Policía. Hubo dos heridos, todos fueron capturados y uno de ellos, “Deimer”, de 21 años, residía en Bello. Les incautaron una pistola y cuatro motos y, según fuentes policiales, se sospecha de su participación en cinco asesinatos en Belmira este año.
“Las capturas de las últimas semanas nos muestran que hay presencia de la gente de Bello en Belmira, Entrerríos y San Pedro”, señala Londoño, y agrega que en los recientes consejos de seguridad “han salido a flote estos dos hombres, ‘Gabriel’ y ‘Leche’, al parecer son desmovilizados y se mueven también en Sopetrán, Santa Fe de Antioquia y Buriticá”.
En Yarumal, el delegado de “Gabriel” sería alias “Gato”, dedicado a la extorsión y tráfico de pasta de coca, según el capitán Víctor Posada, comandante de la Compañía Motorizada de Control Vial N°2 del Ejército.
En septiembre de 2013, en retaliación al decomiso de un arsenal, “los Urabeños”, por supuesta orden de “Gato”, quemaron una camioneta Dmax en la entrada de Briceño.
El general Mendoza señala que “no desconocemos la peligrosidad que significa ‘Gabriel Paraco’, pero a eso le estamos trabajando con fortaleza y esperamos mostrar resultados más temprano que tarde. Ellos van cayendo”.