Los Cabuyos, la nueva “guerrilla” que siembra terror en Antioquia y que tomó su nombre de un guerrillero que se creía inmortal
La nueva milicia que extorsiona e intimida en Briceño nació de una deserción de los frentes 18 y 36 y rinden “homenaje” al exjefe subversivo que se salvó de diez ataques.
La Defensoría del Pueblo acaba de lanzar una preocupante alerta sobre la crisis humanitaria que padece el municipio de Briceño, en el Norte de Antioquia, por cuenta de un complejo entramado de violencia en el que hacen presencia al menos cuatro grupos ilegales que están desangrando al municipio en medio de su disputa por el control estratégico de la movilidad de drogas y armas, y la captación de rentas ilícitas, provenientes de la siembra y resiembra de cultivos de uso ilícito y la explotación minera ilegal.
En este momento el Frente 36 —del Bloque Magdalena Medio, adscrito al disidente Estado Mayor de Bloques y Frente (EMBF)— mantiene una guerra sin cuartel con otro grupo emergente, las Guerrillas Campesinas Los Cabuyos —formada este año 2025 a partir de una división del disidente Frente 18 de las extintas Farc—. Y como si ya no fuera suficiente ese enfrentamiento para causar zozobra entre habitantes de la cabecera municipal y zonas rurales, existe un segundo enfrentamiento entre el Frente 36 y el Clan del Golfo. Y para completar, según la Defensoría, no descarta que estas confrontaciones puedan agudizarse tras la reciente salida del Frente 18 del EMBF y su adhesión al llamado Nuevo Estado Mayor Central (Nuevo EMC), grupo disidente que opera bajo las órdenes del narcotraficante ‘Iván Mordisco’.
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Pero de todos estos grupos hay uno que llama la atención por ser un nuevo actor armado: Los Cabuyos. ¿Dónde y cómo nació esta nueva guerrilla? Los Cabuyos son un grupo que nació con una veintena de hombres que se rebelaron de los frentes 18 y 36, al mando de alias Ramiro y Primo Gay. Los “desertores” se habrían cansado de los malos tratos de ambos comandantes y, sobre todo, de la negativa a que les pagaran lo exigido para integrar las filas. La salida de estos guerrilleros se dio en medio de las tensiones que terminaron por convertir a Primo Gay y Ramiro, de antiguos aliados a enemigos, pues mientras Primo Gay se unió al bando de alias Calarcá, Ramiro tomó partido a favor de las disidencias de Iván Mordisco.
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Ese grupo de desertores habría armado un plan para robar las armas de sus filas, radios y camuflados y se organizaron en una milicia urbana que desde hace algunos meses cobra extorsiones e intimida a la población. El centro de operaciones es el barrio Divino Niño, en zona urbana de Briceño. Según fuentes de inteligencia citadas por Teleantioquia, el grupo ya tendría control de parte del casco urbano, al punto de que patrullaría con camuflado y fusiles cobrando extorsiones a personas que, además, tienen que pagarle al frente 36.
Esta nueva guerrilla estaría buscando alianzas con el grupo de Ramiro, comandante del 18, para combatir en conjunto a Primo Gay. Sin embargo, esta alianza estaría todavía lejos de cuajar por la presunta negativa de Ramiro, por órdenes de Mordisco, de unirse a grupos independientes que no se acojan a las órdenes absolutos del narco Mordisco.
“Homenaje” a un guerrillero que se creyó inmortal
Los Cabuyos tomaron el alias del guerrillero que llegó a ser amo y señor del cañón de San Pablo, un área que abarca jurisdicción de Anorí, San Andrés de Cuerquia, Toledo, Guadalupe, Angostura, Briceño, Campamento, Valdivia y Yarumal.
Ricardo Ayala Orrego, alias Cabuyo, dejó su impronta criminal en el Norte de Antioquia, al ser reclutado siendo prácticamente un niño. En 2016, con 23 años, se Ayala se dio a conocer como un joven que desde los sitios de concentración de los desmovilizados fomentaba el liderazgo de iniciativas sociales como parte del cumplimiento del Acuerdo de Paz. Incluso fue designado como coordinador del programa de desminado en Briceño. Sin embargo, su compromiso con la paz se rompió en 2018 cuando retomó las armas como integrante del frente 36, escalando rápidamente en medio del reacomodo de las disidencias hasta amasar un gran poder en el Norte del departamento.
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Pronto se volvió objetivo de alto valor para las fuerzas armadas. Pero llegó un punto en el que parecía tener el más implacable pacto con el diablo, en el que parecía inmortal, y él mismo se encargó de agrandar esa imagen entre la población y los subversivos. Cabuyo sobrevivió a diez atentados, dos de ellos un brutal bombardeo en 2018 y el preciso ataque de un francotirador en 2021. Ese último hecho ocurrió el 7 de febrero de 2021 en el sector conocido como La Irlanda. Ese día, Cabuyo decidió salir con sus amigos a beber y montar a caballo. En un momento, cuando bajó del caballo para orinar en un árbol, recibió un disparo en el pecho de un francotirador que llevaba esperando el momento pacientemente. Cabuyo tomó su arma y disparó envuelto en pánico hacia la nada, y en ese momento recibió dos disparos más de dos comandos de ejército y policía que salieron del monte y lo hirieron en el abdomen y la pierna derecha. Parecía hecho: por fin las autoridades iban a tener la cabeza de quien era responsable de masacres, homicidios selectivos, desplazamiento y extorsión. Pero los guerrilleros fueron más rápidos y lograron subirlo en una moto para luego, a punta de amenazas, lograr que personal médico lo atendiera.
Aún así, durante meses se presumió que Cabuyo había muerto. En interceptaciones de las autoridades todos los indicios apuntaban a eso. Incluso se presumió que había sido enterrado en una fosa común en Angostura. Pero entonces aparecieron a inicios de 2022 indicios de la “muralla” que montó en el cañón de San Pablo, un sistema de cercos que garantizaba el absoluto control de quién entraba y salía. Las autoridades corroboraron que Cabuyo, una vez más, había sobrevivido y seguía dominando la zona.
Pero la suerte o lo que fuere que le permitió crear su fama de indestructible acabó el 10 de junio de 2022. Cabuyo, necesitado de tratamientos por las secuelas que le dejó dicho ataque, salió por fin de su guarida junto a su pareja y un escolta. El plan era que lo atendieran clandestinamente al norte del Valle de Aburrá y para ello se instaló en una finca en Barbosa. Pero las autoridades lo tenían rastreado y hasta allí llegó un grupo de asalto especializado que, sin embargo, quedó en evidencia por un perro guardián que avisó a Cabuyo del ataque inminente y en su respuesta hirió con disparo de fusil a uno de los uniformados en la pierna, pero en el momento en el que el guerrillero lo iba a rematar el militar, estando en el suelo, disparó primero y lo mató de un disparo certero. Al momento de su muerte, reposaba sobre él una recompensa de más de $1.000 millones.
Ahora resta por ver cuánto poder alcanzará a tener la milicia que decidió llevar el nombre de un joven que pudo apostarle a la paz y murió asesinado en su intento por “devolverle” a la guerrilla el control del Norte de Antioquia.