Cultura

El director de fotografía Rodrigo Prieto reveló cómo se filmó la escena más impactante de Amores perros

Con Amores perros, Rodrigo Prieto consolidó una trayectoria que más tarde incluiría colaboraciones con directores como Spike Lee, Oliver Stone y Martin Scorsese.

Periodista, Magíster en Estudios Literarios.

hace 38 minutos

Hay películas que dejan huella. Una de ella es Amores perros, la ópera prima de Alejandro González Iñárritu. Estrenada hace 25 años, el filme marcó el inicio que luego fue llamado el Nuevo Cine Mexicano, que tendría en las películas de Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y del mismo Iñarritú sus momentos estelares. El 9 de octubre llegará una versión remasterizada del filme a las salas de cine de país, gracias a un trabajo en conjunto entre Mubi y Cineplex.

Amores perros juntó a varios de los talentos más sobresalientes de la industria audiovisual mexicana. Esos son los casos del actor Gael García Bernal, del escritor Guillermo Arriaga y del director de fotografía Rodrigo Prieto, entre otros.

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Precisamente, en el marco de la celebración del cuarto de siglo de Amores perros, EL COLOMBIANO conversó con Prieto sobre su experiencia durante el rodaje del filme, la repercusión en su carrera y en la cinematografía mexicana, así como los desafíos técnicos y estéticos que enfrentó.

Prieto reconoció que, durante la filmación, no imaginaba el alcance que tendría la película. “Cuando la estábamos rodando no tenía idea de lo que iba a resultar. Sabía que era una película sólida, con un guion fuerte, y conocía el talento de Alejandro por haber trabajado con él en publicidad”, dijo. Amores perros fue una oportunidad para Prieto de explorar una estética distinta a la de sus trabajos anteriores. “Era una historia urbana, sórdida, dura, que me permitía experimentar con técnicas nuevas”, explicó.

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Uno de los aspectos más complejos del rodaje fue la secuencia del accidente de tránsito que conecta las tres historias del filme. Según Prieto, la escena se realizó con nueve cámaras dispuestas en distintos ángulos, en un solo intento y bajo estrictas condiciones de seguridad. “Uno de los coches era control remoto; no había nadie conduciendo el coche de la modelo con el perro. Todo debía estar calculado con precisión para que el impacto ocurriera en el momento exacto”, relató.

El fotógrafo también habló sobre el contexto histórico y cinematográfico en que se produjo la película. A finales de los años noventa, México atravesaba una etapa de cambios políticos y sociales profundos. “En los 90 hubo una época de crisis y transformación. En 1994 ocurrieron asesinatos políticos, la rebelión en Chiapas y el inicio de un cambio hacia un sistema más democrático”, recordó. En ese entorno emergió lo que luego se conocería como el nuevo cine mexicano, un movimiento impulsado por jóvenes realizadores interesados en representar la realidad urbana con nuevos lenguajes visuales.

Prieto señaló que Amores perros surgió como resultado de una energía compartida entre varios creadores. “Todos nos estábamos conociendo. Yo venía de la escuela de cine, Alejandro del radio y la publicidad, Gael García Bernal estudiaba actuación en Inglaterra. La energía del guion y de Alejandro nos jaló a todos”, explicó.

En el terreno técnico, el director de fotografía destacó que cada historia dentro del filme fue concebida con un tratamiento visual diferente. “Queríamos que cada segmento tuviera su propio lenguaje”, señaló. La historia de Octavio y Susana se rodó con cámara en movimiento, lentes cerrados y alto nivel de grano, para acentuar la energía y la tensión. La de Valeria y su perro, en cambio, utilizó lentes más abiertos y cámara estática, mientras que la del Chivo se filmó con lentes largos para transmitir distancia y observación.

La secuencia de Valeria, según Prieto, fue la más difícil. “El revelado era raro, traté de suavizarlo con la iluminación, pero fue complicado. Además, las fuentes de luz eran difíciles, las ventanas estaban mal ubicadas. Sufrí mucho esa historia”, confesó. Por el contrario, dijo sentir especial aprecio por el episodio de Octavio y Susana, al que calificó como el más emocionalmente cercano.

El color también jugó un papel esencial en la narrativa visual. Prieto, junto con la diseñadora de producción Brigitte Broch, diseñó una paleta cromática que reflejara los estados emocionales de los personajes. “Cada hermano tenía un color. Octavio, tonos fríos y azulados; Ramiro, tonos rojos y violentos. Todos los muros y espacios fueron pensados para reflejar esas emociones”, explicó.

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A veinticinco años del estreno, el fotógrafo reflexionó sobre las razones del impacto duradero de Amores perros. “Las emociones están plasmadas de manera extrema, pero todos podemos relacionarnos con ellas. Al retratarlas así, la película permite decir: está bien sentir estas cosas oscuras”, comentó.

Prieto también habló sobre su relación profesional con González Iñárritu, con quien ha colaborado en varias ocasiones. “Alejandro tiene una gran capacidad de experimentación. Siempre busca hasta dónde podemos llegar, y eso me atrae mucho. Hemos hablado de volver a trabajar juntos y espero que ocurra”, afirmó.

El fotógrafo reconoce que aquella película marcó un antes y un después en su carrera y en el cine mexicano. “Fue una explosión de energía que nos unió a todos. No sabíamos que era un momento histórico, pero lo fue”, concluyó.