Estado de fuga 1986, la serie inspirada en la Masacre de Pozzetto, ya está disponible en Netflix
La nueva producción colombiana de la plataforma está protagonizada por Andrés Parra y José Restrepo. EL COLOMBIANO conversó con los dos actores sobre cómo fue hacer parte de la serie que basada en el crimen ocurrido en Bogotá el 4 de diciembre en 1989.
Periodista de la Universidad de Antioquia. He trabajado como fact-checker en La Silla Vacía y ahora hago parte de la sección de Tendencias de El Colombiano.
En un 4 de diciembre como hoy, pero de 1989, el veterano de guerra Campo Elías Delgado asesinó a 29 personas en Bogotá. Aunque estos homicidios ocurrieron en distintos lugares de la capital, este crimen pasó a la historia como la Masacre de Pozzetto, igual que el restaurante donde ese día cenó y, luego de tomarse un par de tragos, sacó su pistola para acabar con la vida de comensales y meseros.
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Es esa la historia que cuenta Estado de fuga 1986, la nueva serie colombiana de Netflix que desde este jueves está disponible en la plataforma de streaming. Lo que ocurrió hace exactamente 39 años ya había sido contado de otras formas: tal vez más la más reconocida es Satanás, la novela publicada por el escritor Mario Mendoza en 2002 que 16 años después fue convertida en una novela gráfica por Keco Olano.
A pesar de que la nueva producción está basada en los hechos ocurridos en 1986, desde su primer episodio se advierte que para nada es una reproducción fidedigna del pasado. Como explicó Ana María Parra, su guionista, en un conversatorio sobre la serie, las obras ya existentes sobre la masacre fueron usadas con insumos, pero el objetivo siempre fue entregar una historia original.
En Estado de fuga 1986, Campo Elías es Jeremías Salgado –interpretado por Andrés Parra–, un hombre que hace las veces de estudiante de Licenciatura en Lengua Castellana, profesor de inglés y creador de crucigramas para un periódico local. Para llevar a la pantalla al asesino, Parra solo tuvo en cuenta el guion y un reporte forense que fue realizado sobre el día del crimen, contó en conversación con EL COLOMBIANO.
“Fue fascinante poder explorar ese nuevo perfil, el del asesino itinerante, que yo no conocía. Fue realmente muy interesante. Creo que este ha sido un proyecto muy significativo para mí en ese sentido”, aseguró el actor, quien en la serie conoce a Camilo León, interpretado por José Restrepo, y forman una especie de amistad que termina siendo clave para entender qué fue lo que ocurrió en la masacre.
Para Restrepo, quien viene de estrenar este año Enemigo en el espejo –una película en la que la salud mental y la caracterización psicológica de su personaje es vital–, la preparación para este personaje fue grande, guardó un folder completo e investigó exhaustivamente sobre el estado de fuga –también llamado fuga disociativa–, trastorno por el que una persona olvida algunos recuerdos y partes de su identidad, o hasta todo sobre ella.
Además, las referencias literarias abundan en Estado de fuga 1986. Entre Conan Doyle y Edgar Allan Poe sobresale El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, la novela de Robert Louis Stevenson que cuenta la historia de un hombre que tenía dos personalidades. “Fue clave estudiar, no solo lo que él escribió (Stevenson), sino también lo que estaba alrededor de él. Siempre fui fan de Conan Doyle, y ese es el objeto de estudio de Jeremías. Y, claro, realmente era un ecosistema: no era solo un escritor, sino parte de una nueva forma de pensar que, al final, ni siquiera era tan nueva. Era más bien un arquetipo que estaba regresando, y que hablaba sobre la dualidad del ser y sobre cómo uno puede estar fraccionado en varias partes. Eso es clave para este personaje. Y, obviamente, escrito y puesto en palabras por esos grandes genios, todo queda más claro y es más fácil estudiar temas tan complejos”, cuenta Restrepo.
Es en esa dualidad del mal que plantea la serie que uno como televidente puede detenerse horas para reflexionar. Dice Parra que para él uno de los puntos más importantes de la producción es ese, que ofrece una mirada distinta de la maldad. “La maldad tiene muchas aristas, muchos vectores, muchas razones de ser. La maldad es algo mucho más complejo que simplemente etiquetar a alguien como malo. Creo que eso ha sido lo más poderoso: entender cómo la maldad también es humana, y lo difícil que nos resulta aceptarlo, porque es más fácil creer que pertenece solo a los monstruos. No: eso es de los humanos. La maldad es totalmente humana y habita en todos nosotros”, considera.
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