Tres obras que no se debería perder en la Bienal de Arte
Obras de artistas de diferentes partes del mundo llegaron a Medellín para nutrir la oferta de la Bienal de Arte. Durante dos meses, este evento hará de Antioquia uno de los escenarios importantes de las artes plásticas del país y el continente.
Periodista, Magíster en Estudios Literarios.
El 2 de octubre comenzó en Medellín la Bienal Internacional de Arte de Antioquia y Medellín, evento que se extenderá hasta el 25 de noviembre. En esta edición se exhibirán cerca de 300 obras de 160 artistas. La programación ocupará varios espacios de la ciudad y del departamento, transformándolos en escenarios de exhibición e intercambio cultural.
Entre las sedes figuran el Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, el Museo de Antioquia —que acogerá la línea histórica de la Bienal—, el Pabellón Bello en el Parque de Artes y Oficios, y espacios universitarios como la Sala U de la Universidad Nacional, la Universidad Pontificia Bolivariana y el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia. También harán parte el Distrito Creativo del Perpetuo Socorro y la Cámara de Comercio de Medellín, sede Poblado. Se estima la asistencia de 400.000 visitantes y la generación de cerca de 2.000 empleos directos e indirectos.
La ciudad cuenta con un antecedente clave en la organización de bienales de arte. En 1968, con motivo de los 60 años de Coltejer, se realizó la primera edición con 160 obras de 11 países bajo la dirección de Leonel Estrada. En 1970, la segunda Bienal reunió 324 obras de 171 artistas de 26 países, con curadores como Vicente Aguilera Cerni y Lawrence Alloway, e introdujo propuestas conceptuales de la dimensión de 500 sacos plásticos de Bernardo Salcedo. La tercera Bienal, en 1972, alcanzó la mayor escala con 600 obras de 220 artistas de 29 países y la asistencia de cerca de 500.000 personas.
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Ese legado se prolongó con el Primer Coloquio Latinoamericano de Arte No Objetual y Arte Urbano en 1981 y la Nueva Bienal de Medellín en 1997. La actual Bienal retoma esa historia, con el propósito de descentralizar la cultura y proyectar a Antioquia en el escenario internacional.
En esta edición, las propuestas artísticas incluyen instalaciones de gran formato y carácter experimental. Por ejemplo, la artista Leyla Cárdenas presenta una obra con hilos colgados a una altura de 1,50 metros, algunos extendidos hasta el piso y otros hasta el techo, acompañados de transparencias que generan efectos visuales en el espacio. Por su parte, Jorge Julián Aristizábal ocupa un pabellón completo en el Parque de Artes y Oficios con 20.000 bolas de cerámica, mientras que Ibrahim Mahama dispone de otro pabellón en el mismo lugar para una obra basada en la reorganización de residuos. Y no olvide pasar por una de las más vistosa de la Bienal, la intervención que Azuma Makoto ha hecho en la fachada de la iglesia de El Retiro.
Jorge Julián Aristizábal: artista paisa formado en el exterior
Jorge Julián Aristizábal ha desarrollado una trayectoria de más de tres décadas en el campo de las artes visuales, con exposiciones en Colombia, Estados Unidos, Europa, Israel y Australia. Su carrera académica comenzó en 1982 en Guilford College, en Carolina del Norte (Estados Unidos), continuó en 1986 en la Otis/Parsons School of Art and Design en Los Ángeles y culminó con un posgrado y una maestría en Bellas Artes en Goldsmiths College de Londres, obtenidos entre 1999 y 2000.
Aristizábal ha participado en exposiciones colectivas en museos y galerías. En 2021 integró la muestra Pintura Inmortal en la Galería El Museo de Bogotá; en 2020 participó en El Mambo de Voz a Voz en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y en DosaDos en Medellín. También formó parte de The Matter of Photography in the Americas en Stanford University y de la exposición Tres Décadas de Arte en Expansión del Banco de la República. Su trabajo ha estado igualmente en el Barbican Centre de Londres, el Queens Museum de Nueva York y la Bienal de Bogotá.
En el ámbito individual, Aristizábal ha realizado las exposiciones Progresiones, Casi todos juntos y Yo confieso. Durante los años noventa y 2000 expuso en el Museo de Antioquia, el Museo de Arte Moderno de Barranquilla, el Museo de Arte Moderno de Bucaramanga y galerías en Nueva York y Londres.
Su trabajo ha sido reconocido con premios y menciones en concursos nacionales, entre ellos el Concurso Nacional Parque San Antonio de Medellín (1996) y el Concurso Nacional de Arte Riogrande II, del Museo de Arte Moderno de Medellín (1992). También recibió la beca de estudios en el exterior del Ministerio de Cultura (1999) y en 2016 una comisión del programa de la Cisneros Fontanals Art Foundation en Miami. El artista tiene un pabellón entero con 20.000 bolas de cerámica en el Pao (Parque de Artes y Oficios, de Bello).
Ibrahim Mahama: arte monumental para cuestionar el consumismo
El artista ghanés Ibrahim Mahama, nacido en Tamale en 1987, ha consolidado una trayectoria internacional con obras que confrontan la herencia del colonialismo, los sistemas de intercambio global y la desigualdad. Su práctica artística se caracteriza por instalaciones de gran escala realizadas con materiales cargados de significado para la historia reciente de Ghana.
Mahama estudió en la Universidad de Ciencia y Tecnología Kwame Nkrumah, donde obtuvo en 2010 su licenciatura en Bellas Artes en Pintura y, tres años después, una maestría en Pintura y Escultura. Desde sus inicios ha trabajado con materiales de uso cotidiano que se convierten en vehículos de reflexión histórica y social.
Uno de sus recursos más reconocidos son los sacos de yute, fabricados en Asia y usados en Ghana para transportar alimentos y carbón. Según el artista ha dicho a medios internacionales, estos sacos simbolizan las contradicciones del comercio internacional, en el que las mercancías tienen mayor libertad de movimiento que las personas. Con ellos ha creado colchas gigantes que han recubierto edificios públicos. Al menos así lo hizo en la Documenta 14 de Atenas y en la Bienal de Venecia de 2015, donde ganó proyección mundial.
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En 2017, presentó en Londres su primera individual, Fragmentos, cuyo eje fue la monumental obra Non-Orientable Nkansa. Dos años después representó a Ghana en la 58ª Bienal de Venecia, con una instalación comisariada por Nana Oforiatta Ayim y diseñada por el arquitecto Sir David Adjaye. Ese mismo 2019 llevó al Whitworth de Mánchester Parlamento de fantasmas, inspirada en el sistema ferroviario colonial de su país.
Su interés por la memoria también se refleja en Nkrumah Volini, un silo brutalista en Tamale que adquirió en 2021 para convertirlo en institución cultural. Allí conviven su obra, el patrimonio arquitectónico y hasta colonias de murciélagos que decidió preservar. En paralelo, Mahama fundó el Centro Savannah de Arte Contemporáneo y la organización Red Clay, proyectos que refuerzan la dimensión pública de su trabajo.
Su escultura 57 Forms of Liberty fue instalada entre 2021 y 2022 en el High Line de Nueva York. Además, ha sido parte de bienales en Sídney, Lubumbashi, Stellenbosch y Tel Aviv, entre otras. Reconocido como uno de los artistas africanos más influyentes, Mahama sigue ampliando el alcance de un arte que convierte materiales desgastados en símbolos de historia y transformación.
En el caso de la Bienal, la obra de Mahama ocupa un pabellón completo en el PAO (Parque de Artes y Oficios, de Bello). Quienes vayan encontrarán un trabajo que interperla sobre la relación que sostenemos con los objetos.
Leyla Cárdenas: la proyección del arte colombiano
Con una trayectoria internacional y más de dos décadas de producción, la artista Leyla Cárdenas se formó en la Universidad de los Andes y tiene una maestría en Bellas Artes de la Universidad de California, Los Ángeles.
Su obra indaga en la ciudad y la ruina arquitectónica como índices de transformación social, olvido y memoria histórica, utilizando fragmentos, materiales de demolición y estructuras desechadas en un proceso creativo que combina lo destructivo y lo constructivo, según la información de algunas galerías de arte.
Sus proyectos han sido presentados en el Palais de Tokyo en París, la Galería Max Estrella en Madrid, el Museo de Arte de Zapopán en México, el Museo de Arte Moderno de Medellín, el Banco de la República en Bogotá, el Institute of Contemporary Art en San José (EE. UU.) y la Galería Casas Riegner en Bogotá, entre otros. También ha realizado exposiciones individuales en Bogotá, Los Ángeles y San José (California), consolidando una presencia continua tanto en América como en Europa.
Su trabajo más reciente, la serie des tramo (2024), toma como punto de partida las imágenes del siglo XIX producidas en Europa sobre el paisaje colombiano, en particular las incluidas en La fabulosa geografía de Colombia (1869) del botánico francés Charles Saffray.
Su obra forma parte de colecciones públicas y privadas en Europa, Estados Unidos y América Latina. Desde el inicio de su carrera, con su primera muestra en 1998 en Bogotá, ha mantenido una investigación sobre cómo los restos materiales de la ciudad reflejan las huellas de la historia y las tensiones entre memoria, olvido y transformación social.
En la Bienal de Antioquia y Medellín, su obra está expuesta en el segundo piso del edificio de Coltabaco.